Tras la irrupción del Covid-19, una gran parte de los esfuerzos investigadores del mundo se centró en el descubrimiento de una vacuna. De hecho, se destinó y sigue destinándose una cantidad ingente de recursos económicos, tanto públicos como privados, lo que ha permitido poner en marcha unos 200 proyectos de vacunas experimentales. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya hay al menos siete desarrolladas. Aunque el ritmo de vacunación es muy desigual dependiendo de los países, está claro que la gravedad de la enfermedad y la presión sobre los sistemas sanitarios disminuyen donde la inoculación de la población avanza de manera sustancial.
De la misma forma, las vacunas son también grandes aliadas para la prevención de ciertas enfermedades virales en las granjas, que de no ser por ellas verían mermar su producción en gran medida. «En la actualidad, la rentabilidad de las explotaciones no es muy alta en condiciones normales. De ahí que la aparición de una enfermedad inesperada, entre otros factores, puede resultar una situación insostenible para muchos de estos negocios«, explica Mikel Nazabal, veterinario y coordinador de Asesoramiento Técnico Ganadero en INTIA.
Mikel Nazabal (INTIA): «Los ingresos de las granjas no son muy grandes en condiciones normales, por lo que una enfermedad inesperada puede resultarles insostenible«.
Un ejemplo de este tipo de enfermedades es el ectima contagioso, un virus cuyo principal síntoma es la aparición de pústulas alrededor de la boca de ovejas y cabras. Estas heridas provocan una reducción «considerable» en la ingesta de alimentos de los animales, por lo que puede causar «grandes retrasos» en su crecimiento y, en ocasiones, la muerte de los más jóvenes. Así mismo, aumentan los gastos sanitarios y de mano de obra.
Por el momento, no existen estudios sobre la distribución de este virus en España. «Pero las vacunas existentes contra el ectima contagioso se retiraron del mercado español hace años, así que estará campando a sus anchas», señala Ramsés Reina, biotecnólogo y científico titular en el Instituto de Agrobiotecnología (IdAB), un centro mixto del CSIC y el Gobierno de Navarra.
Por eso, ambas entidades colaboran desde 2020 en el proyecto Ecticona, cuyo fin es conocer el impacto de esta enfermedad en las explotaciones de la Comunidad foral y desarrollar una vacuna para su prevención. La iniciativa está coordinada por ADItech, agente coordinador a su vez el Sistema Navarro de I+D+i (SINAI), y financiada por el Ejecutivo foral en la convocatoria de ayudas a centros tecnológicos y organismos de investigación para la realización de proyectos colaborativos de I+D (convocatoria de 2020).
DIAGNÓSTICO EN NAVARRA
Según el último censo ganadero publicado en 2019, en Navarra existen 611 explotaciones caprinas y 2.145 ovinas. De estas últimas, INTIA escogió 78 productoras de ovino de carne y de leche para recoger muestras de sangre de sus rebaños. Los investigadores del IdAB las analizaron mediante un test ELISA de desarrollo propio (un método de laboratorio se utiliza para detectar anticuerpos en la sangre cuando ya se ha producido una reacción inmune a la enfermedad), cuyo diseño «es patentable».
Ramsés Reina (IdAB): «Las vacunas existentes contra el ectima contagioso se retiraron del mercado español hace años, así que el virus estará campando a sus anchas».
Así pudieron recabar información sobre la prevalencia del virus en las explotaciones. Según los últimos resultados, al menos un animal tenía anticuerpos en el 93,6 % de las granjas, si bien «es posible que se deba a la vacunación contra la enfermedad en años anteriores». En total, detectaron anticuerpos en el 34,1 % de los 1.560 ejemplares. «Es un porcentaje grande», valora Nazabal.
Al mismo tiempo, INTIA dirigió una encuesta entre los ganaderos de ambos sectores para conocer cómo se daba tratamiento a la enfermedad. «Utilizan sobre todo antibióticos para remediar las infecciones que se derivan del virus, como en las infecciones derivadas de virus en humanos», indica Reina. Un punto en el que Navarra sigue la estela nacional. Según el último informe de vigilancia europea del consumo veterinario de antimicrobianos (ESVAC,) elaborado por la Agencia Europea del Medicamento, España es el tercer país de Europa donde más antibióticos se utilizan por animal, detrás de Chipre e Italia.
No obstante, se trata de un hábito que tendrá que corregirse en el futuro. La estrategia europea ‘De la granja a la mesa’ plantea, entre otras medidas, una reducción del 50 % en las ventas de antimicrobianos utilizados en animales de granja y acuicultura para 2030. «Es muy importante cumplir esta directiva europea para prevenir la aparición de superbacterias resistentes a antibióticos, que puedan generar graves crisis sanitarias en el futuro», señala Nazabal. Un objetivo por el que se vuelve «imperativo» el desarrollo de más medidas para la prevención.
UNA VACUNA DE NUEVA GENERACIÓN
En la actualidad, las vacunas contra el ectima contagioso que existen en el mercado internacional utilizan la forma del virus atenuada para inmunizar a los animales. «Este método, sin embargo, tiene problemas inherentes de seguridad. Por ejemplo, puede dar lugar a contaminaciones que provoquen efectos adversos en los animales como los abortos, o el virus puede volverse más virulento al mezclarse con otras cepas existentes en el campo», incide Reina.
De hecho, una supuesta contaminación llevó a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) a retirar la última vacuna de virus vivo contra el ectima, Overvac EC, en 2018. Una decisión que dejó desamparados a los sectores ovino y caprino contra esta enfermedad.
Para evitar estos problemas, los investigadores se propusieron desarrollar una vacuna de «nueva generación» basada en vectores virales. En ellas, el material genético del virus objetivo se coloca en una versión modificada de un virus diferente, que actúa como su vehículo dentro del organismo. Así, cuando el vector viral ingresa en las células, entrega el material genético necesario para generar anticuerpos contra una enfermedad, al mismo tiempo que evita el contagio. «Es un salto de calidad en bioseguridad muy grande», remarca Reina.
Quienes deseen conocer más a fondo el proyecto pueden hacerlo a través de este enlace.
La pandemia provocó que el ciudadano de a pie estuviese familiarizado con algunas vacunas ARN o vectores virales como Astrazeneca o Janssen. Pero su empleo fue «puesto a punto y optimizado» en el marco de las infecciones animales. «En nuestro caso, estamos utilizando un virus llamado Sendai, un catarro que afecta a los ratones, para que transporte dos trozos genéticos del ectima contagioso con potencial para inmunizar a las ovejas y las cabras», detalla el científico titular del IdAB-CSIC.
A modo de prueba, el equipo de veterinarios de INTIA procederá a inocular la vacuna a un rebaño experimental en los siguientes dos meses y a realizar un seguimiento para demostrar su eficiencia. De probarse su valía, sería la única vacuna disponible en España e, incluso, «podría llegar a ser relevante en el panorama internacional» por estar desarrollada sobre la base de vectores virales.