Los médicos del trabajo forman parte de un mercado donde la demanda es muy superior a la oferta. En los últimos años, esta rama sanitaria se ha convertido en una de las especialidades más cotizadas por los reclutadores profesionales. Sin embargo, no es percibida de la misma manera que la medicina tradicional ni por la Administración pública ni por el propio gremio sanitario.
Esa paradoja, tal y como explica Pilar Niño, presidenta de la Sociedad Española de Medicina y Seguridad del Trabajo (SEMST), se traduce en un déficit “impresionante” y “crítico” a nivel nacional: “Ya prácticamente no existen los diplomados en Salud Laboral de antaño. Además, los médicos sin título oficial (MESTOS) -que habían conseguido especializarse tras realizar un examen específico- están rondando los 60 años, por lo que se jubilarán próximamente de una forma espectacular”. Según los cálculos del organismo, se necesitarían “entre 5.000 y 6.000” médicos del trabajo para cubrir todas las unidades básicas de salud en España. En líneas generales, no obstante, solo una media de cien internos residentes ingresa cada año en los hospitales españoles para formarse en este ámbito.
José Manuel García (Gesinor): “Cada año se incorporan dos o tres médicos del trabajo en la Comunidad foral y la demanda puede ser incluso diez veces mayor”.
La escasez de estos facultativos es extrapolable a la Comunidad foral. Lo confirman tanto Cristina Patier, directora de Gestión de Personas en Mutua Navarra, como José Manuel García, gerente de Gesinor. “Aunque existe una falta de sanitarios en general, es más difícil encontrar a un médico del trabajo que de cualquier otra especialidad”, apostilla este último. Los tres profesionales consultados por NavarraCapital.es coinciden en que el remedio ante esta carencia pasa por aumentar progresivamente el número de plazas ofertadas para el estudio de este campo. “Recientemente se ha registrado un ligero aumento, mas no en proporción al grado de demanda que tiene el mercado”, subraya Patier. Un diagnóstico que comparte García: “Cada año se incorporan dos o tres médicos del trabajo en la Comunidad foral y la demanda puede ser incluso diez veces mayor”.
FALTA DE VOCACIONES
El incremento de cupos, en todo caso, no supone una fórmula instantánea para hacer frente a esta problemática. Con 102 vacantes convocadas en el examen MIR 2020, Medicina del Trabajo fue una de las últimas especialidades en agotarse, situándose solo por encima de otras tres ramas: Medicina Preventiva y Salud Pública (107 plazas), Bioquímica clínica (4 plazas) y Medicina Familiar y Comunitaria (2338 plazas). Consciente de que resulta un campo “desconocido” por muchos estudiantes, Niño es partidaria de combinar las exigencias ante las instituciones públicas con una labor pedagógica que despierte el interés de los universitarios y destierre las nociones anticuadas asociadas a esta rama. “Al hablar de la Medicina del Trabajo, muchas veces se piensa en aquellos señores mayores que estaban a cargo de una empresa. Tenemos que darla a conocer para intentar rejuvenecerla y resaltar todas las salidas profesionales que tiene”, estima.
En la misma línea, Patier profundiza en esa “herencia” que pesa sobre los hombros de la Medicina del Trabajo y que la identifica como una labor vinculada “únicamente” al cumplimiento normativo. “Muchos de los posibles profesionales la descartan ante la idea de que no existe en ella el punto de vista clínico y asistencial, pero actualmente no es así. En Mutua Navarra, estos profesionales desempeñan una función integradora y transversal”, defiende su directora de Gestión de Personas.
Cristina Patier (Mutua Navarra): “Muchos posibles profesionales descartan la Medicina del Trabajo ante la idea de que no existe en ella el punto de vista clínico y asistencial”.
Para la presidenta de la SEMST, otro de los factores que no contribuye a la “repercusión” de su campo de actividad se basa en que este, por su propia naturaleza, está estrechamente ligado al sector privado. En materia de riesgos laborales, la normativa actual establece que una Unidad Básica Sanitaria -integrada por un médico y un enfermero del trabajo a jornada completa- puede atender a corporaciones de hasta 2.000 trabajadores. Por eso, salvo que se trate de grandes organizaciones, las firmas suelen decantarse por contratar servicios de prevención ajenos. “Sí hay algunas, sobre todo privadas y multinacionales, que contratan sanitarios directamente. Tras la crisis económica, esa práctica desgraciadamente se ha vuelto menos común”, lamenta la facultativa.
En Navarra, Patier constata que “conviven las dos opciones”. También recuerda, eso sí, que la entidad para la que trabaja -al igual que el resto de mutuas colaboradoras con la Seguridad Social en toda España- no puede ofrecer servicios de prevención ajenos. Es así desde 2014, cuando se promulgó una ley que prohíbe a las mutuas realizar este tipo de actividades. Además de ofrecer el servicio de promoción de la salud, los médicos que contrata Mutua Navarra “desempeñan un papel importante en el control del absentismo en una doble vertiente”: desde el punto de vista asistencial y desde una parte más laboral. “Trabajan en equipos multidisciplinares, integrados también por especialistas de traumatología, de rehabilitación y de radiodiagnóstico“, detalla.
CONCILIACIÓN Y SALARIO
Adicionalmente, Niño advierte de que el componente económico influye en las preferencias de los aspirantes al MIR. En el sistema público de salud, aclara, el sueldo base de un médico del trabajo es el mismo que el de cualquier otro especialista de igual rango, con la salvedad de que los primeros no suelen cobrar pagas extra por concepto de guardias. En un ámbito que se rige mayoritariamente por las leyes del libre mercado, en cambio, la dinámica es diferente. “Los contratos se han abaratado y eso quizá nos haya perjudicado”, puntualiza.
Pilar Niño (SEMST): “Los contratos se han abaratado y eso quizá nos haya perjudicado”.
Pese a este factor, quienes finalmente se inclinan por la Medicina del Trabajo no conocen la palabra ‘paro’, porque tienen prácticamente asegurada una incorporación inmediata al mundo laboral. “En Navarra, todos estos facultativos están trabajando sin ningún problema”, afirma el gerente de Gesinor. De hecho, casi todos los portales de empleo incluyen ofertas dirigidas a estos profesionales, siendo Mercadona uno de los reclutadores más frecuentes.
Actualmente, la cadena de supermercados ofrece contratos indefinidos a estos especialistas en distintos puntos del país, con un salario inicial de 3.817 euros brutos al mes (45.821 al año) y con la posibilidad de empezar a cobrar al cuarto año una nómina de 5.795 euros (69.546 al año). Con un horario de lunes a viernes y una jornada más adaptada al resto de las carreras liberales, la Medicina del Trabajo es “una de las pocas especialidades que permite una especie de conciliación familiar”, argumenta Niño.
FUTURO DE LA ESPECIALIDAD
La presidenta de la Sociedad Española de Medicina y Seguridad del Trabajo ha sido testigo de numerosas propuestas para paliar el déficit de estos facultativos, desde otorgar una concesión especial a doctores del área de Urgencias hasta atender las peticiones de profesionales extranjeros –”en su mayoría de Sudamérica”-, que buscan homologar sus títulos en el país para poder trabajar como médicos de empresa. Y aunque hasta ahora esas iniciativas se han quedado en el aire, este problema sí se ha abordado parcialmente desde las instituciones públicas.
“Como los especialistas del trabajo están ocupados, muchos de los que ejercen como médicos de empresa son en realidad médicos generales”, apunta García. En efecto, un Real Decreto de 2011 permite que facultativos sin la especialidad realicen tareas propias de este campo. Es, de todas maneras, un remedio insuficiente: la misma norma jurídica recuerda que todo servicio de prevención deberá estar dirigido por un experto que sí tenga esta titulación específica. “Los médicos generales pueden hacer una parte muy importante, pero no toda. El médico del trabajo tiene una serie de atribuciones concretas”, aclara el gerente de Gesinor.
A pesar de este panorama, Niño es “optimista” con respecto al futuro de su profesión. A su juicio, la exposición a nuevos materiales químicos, la aparición de distintas enfermedades profesionales (producidas como consecuencia de las condiciones de empleo) y el surgimiento de patologías vinculadas a la generalización del teletrabajo contribuirán al “resurgir” de unos profesionales sanitarios “de primera línea”, que también tendrán que hacer frente a las cicatrices de la pandemia: “Es como si el tiempo se hubiese parado. Se está dedicando un montón de recursos a la lucha contra el Covid-19 y es lógico que se haga, pero eso puede ir en detrimento del diagnóstico, tratamiento y de la prevención de patologías crónicas. Vamos a tener que volver a ello”.