7:30 de la mañana. Como cada día, desde hace dos semanas, los seis trabajadores de Marcha Technology se personan en la entrada de la empresa, con la esperanza de que alguien abra la puerta de las instalaciones. Especializada en la fabricación de equipos para impresión 3D y robótica educativa, la compañía, ubicada en Esquíroz, es una víctima colateral del hundimiento de la tecnológica BQ, el primer fabricante español de móviles que anunció su entrada en concurso de acreedores el pasado mes de febrero.
Media hora después, los empleados se fotografían enfrente de la sede. Más que nada por si les toca demostrar que no han abandonado sus puestos de trabajo. Acto seguido, se dirigen a una cafetería cercana para charlar, explica Néstor Unzu, el que fuera jefe del Servicio de Asistencia Técnica en la firma, a NavarraCapital.es.
Marcha Technology fue fundada a inicios de 2013 por dos navarros, que posteriormente llegaron a un acuerdo con BQ para transformar la compañía en una sociedad limitada.
Marcha Technology fue fundada a principios de 2013 por Lorenzo Chavalet y Óscar Martín. En julio de ese mismo año, BQ la descubrió durante el Euskal Encounter, cuando buscaba expandir su catálogo de productos.
Ambas partes llegaron pronto a un acuerdo, por el que la tecnológica aportó capital para transformar Marcha Technology en una sociedad limitada. Así, BQ se quedó con el 60 % de la propiedad y dejó el 40 % restante a sus fundadores. De este modo, la firma madrileña pasó a ser el único cliente de la empresa navarra y se encargó de comercializar su producto «estrella» (la impresora 3D Witbox), así como los demás dispositivos y kits de robótica que llegó a fabricar hasta 2020.
Carlos Lerga, director de Logística en Marcha Technology, recuerda el arranque de la compañía y su rápido crecimiento a partir de la adquisición por parte de BQ: «Nuestra firma fue pionera cuando se fundó porque la impresión 3D era aún un sector poco desarrollado en España. De hecho, vendimos alrededor de veinte o treinta impresoras en pocos meses como sociedad irregular. Cuando BQ puso su capital, empezamos a fabricar impresoras en serio y fue tal el nivel de actividad que, en 2015, alquilamos una segunda nave para aumentar nuestra producción». Además, la firma llegó a tener hasta «ocho personas en su plantilla y a emplear veintidós trabajadores temporales» cuando operaba al máximo de sus capacidades.
En 2017, produjo cerca de 7.000 impresoras 3D de diferentes modelos: la Witbox 1 y 2, la Witbox Go! (pensada para el uso de particulares) y los modelos Hephestos 1 y 2 (una gama más barata que la Witbox). Además, formaron parte de su catálogo otros productos relacionados con la impresión 3D como el Ciclop (un escáner 3D) y la Cyclone (una máquina que, a diferencia de las impresoras 3D, quita el material sobrante en lugar de añadirlo para crear así un objeto).
Por último, fabricaba el robot educativo de referencia de BQ, Zowi, así como algunos kits educativos de robótica. Estos últimos se utilizaban en las actividades de BQ Educación, división que funciona al margen de la empresa y que sigue activa. Todos los productos de la empresa de Esquíroz se enviaban a Madrid para su posterior venta y se comercializaban a través de sus distribuidores en 53 países, según detallan los seis empleados.
LOS VAIVENES DE BQ
Una de las grandes apuestas de BQ fue potenciar las ventas de la impresora 3D doméstica Witbox Go!, una estrategia que lanzó en 2017 y que «no gustó» a los fundadores de Marcha Technology, según Jon Nazabal, ingeniero de procesos y diseño en esta última. En concreto, añade, creían que el diseño del aparato, desarrollado por BQ, generaba «de raíz» muchos problemas.
Las diferencias que mantuvieron a este respecto los fundadores y los representantes de BQ supuestamente derivó «en la salida de uno de los socios fundadores de Marcha Technology a principios de 2018 y, meses más tarde, en la del segundo». Sin embargo, apostilla Lerga, ambos conservaron el 40 % de la propiedad de la compañía.
Desde la salida de los socios fundadores, todas las decisiones de Marcha Technology recayeron en los directivos de BQ. Y eso, según la plantilla, complicó la actividad diaria de la compañía.
En paralelo, la empresa sufrió los vaivenes vividos por BQ desde 2015, fruto de la competencia con Huawei y Xiaomi. Hasta que, en febrero de 2019, Vingroup, un holding de Vietnam centrado en el mercado inmobiliario, adquirió el 51 % de la empresa española. Pero lo que parecía una solución desencadenó una lucha accionarial, que arrojó a la tecnológica española a meses de problemas financieros y atrasos en los pagos de nóminas.
Desde la salida de los socios fundadores, las actividades de Marcha Technology dependían totalmente de las decisiones de la Dirección de BQ. Una situación que dificultó la labor de la empresa navarra. «Para pedir material, por ejemplo, teníamos que esperar a que nuestra solicitud llegara a las manos de las altas esferas de BQ, que nos dedicaban media hora a la semana de atención como mucho. Es decir, un tiempo proporcional a nuestra importancia ante sus ojos», critica Nazabal.
FABRICANTES DE EPI DURANTE LA PANDEMIA
Cuando se declaró el estado de alarma en marzo de 2020, Marcha Technology se mantuvo cerrada una semana. No obstante, la plantilla decidió organizarse por parejas en tres turnos (mañana, tarde y noche) para imprimir viseras de protección facial, siguiendo la estela de otras empresas del sector y ‘makers’. «Se modificó temporalmente la actividad de la empresa para poder entrar en la categoría de servicios esenciales y, durante los dos primeros meses del confinamiento, llegamos a producir 35.000 armazones para sostener pantallas de acetato, el grueso de las que BQ donó a varios centros en Madrid», concreta Lerga.
A mediados de 2020, volvió a sus actividades habituales, centrándose sobre todo en la producción de una versión mejorada de la Witbox Go! y en crear un plan estratégico para lanzar un tercer modelo de la Witbox. «Estuvimos contactando con varios proveedores y lo dejamos bastante encarrilado porque queríamos lanzarla a finales de 2020″, apostilla Nazabal. Pero en octubre, según sostienen los seis trabajadores, BQ dejó de pagarles sus sueldos y, dos meses más tarde, cesó su actividad. En diciembre, eso sí, les abonó «la mitad de la nómina de octubre».
Nazabal cree que los problemas experimentados por BQ arrastraron a Marcha Technology: «Todas las personas que nos dan las condolencias por nuestra situación piensan que la crisis sanitaria fue nuestra ruina. Pero, en realidad, estamos así por la mala gestión que hizo BQ de nuestra empresa».
DEMANDAS Y CONCURSO DE ACREEDORES DE BQ
Unzu enumera las acciones legales que están sobre la mesa en estos momentos: «Hay una demanda por (presunto) impago de alquiler impuesta por el dueño de las naves contra Marcha Technology, otra de uno de nuestros proveedores por (supuesto) impago de materiales y las que hemos interpuesto como plantilla por (presunto) incumplimiento contractual».
Al parecer, la demanda del proveedor provocó que «se intervinieran las cuentas de Marcha Technology», según pudieron conocer los trabajadores en los últimos correos que cruzaron con responsables de BQ. Por otro lado, ya no poseen las llaves para entrar en las naves porque las entregaron en los juzgados.
Al mismo tiempo, aún no se ha determinado si el concurso de acreedores de BQ conlleva la venta de sus unidades productivas y empresas por separado, por lo que el futuro de la firma navarra es muy incierto. Mientras tanto, la plantilla no tiene una autoridad de referencia «a la que dirigir las quejas o, incluso, las propuestas de terceros para adquirir la compañía». De hecho, aseguran que «varios inversores» los contactaron porque estaban interesados en el «potencial de la firma», especialmente tras la eficiencia que el sector demostró a partir de la pandemia.
Asier López, operario de la empresa, sintetiza el sentimiento colectivo de la plantilla: «En estos momentos, el poder de Marcha Technology está dividido entre muchos, como los quesitos del Trivial. Cada una de las partes tiene sus problemas y conflictos. Entre tanto, estamos en una situación de abandono total y a la deriva. Solo queremos hacer las cosas legalmente para no echar al traste nuestra lucha por el derecho al paro y la indemnización».
Nota: NavarraCapital.es contactó tanto con BQ como con uno de los socios fundadores de la empresa para recabar sus valoraciones. Pero, al cierre de esta edición, no había obtenido respuestas.