Al mediodía del 6 de julio explotó la fiesta en Pamplona con el mensaje de Juan Carlos Unzué, dedicado a los profesionales de la salud y a las personas con esclerosis lateral amiotrófica. Y ese mismo día se implantaba por primera vez un conector neuronal endovascular en el cerebro de un paciente con ELA. El objetivo es mejorar su capacidad de comunicarse, contrarrestando las limitaciones que progresivamente impone la enfermedad.
Es significativa la sincronicidad de estos acontecimientos extraordinarios en la vida de dos personas con la misma enfermedad. La alegría, compromiso y palabras de nuestro deportista ejemplar han visibilizado las necesidades y el potencial de las personas con discapacidad inspirándonos desde el balcón del Ayuntamiento en nuestra capital. La audacia, determinación y generosidad del primer paciente que se ha atrevido a conectar sus neuronas con una tecnología disruptiva puede ayudar funcionalmente innumerables personas con ELA. Hasta que se descubra una cura que evite o revierta la degeneración del sistema nervioso, nos hace falta toda la inspiración y la tecnología que seamos capaces de desarrollar.
Las personas necesitamos comunicarnos. Cuando por cualquier motivo disminuye nuestra capacidad de comunicación, podemos contar con la ayuda de otras personas y la tecnología. Con ingenio, podemos detectar el movimiento del ojo o de un músculo, o medir la actividad electromagnética del cerebro para hacer posible la comunicación de personas con limitaciones neuromusculares o incluso en estado de coma. Es previsible que en el futuro próximo contemos con tecnología capaz de conectarse directamente con nuestros pensamientos, abriendo la puerta a la telepatía, la hibridación biofísica y el metaverso.
Santiago Ramon y Cajal descubrió que las neuronas están conectadas: son independientes e interdependientes. Con el cuerpo y nuestros sentidos conectamos bidireccionalmente nuestras neuronas con el mundo exterior. La actividad neuronal sirve también para conectarnos socialmente con lenguajes corporales, orales y simbólicos. La tecnología permite ampliar el rango de canales, espacio y tiempo para conectar nuestras neuronas, generando nuevas posibilidades de comunicación, pensamiento y acción.
“La tecnología permite ampliar el rango de canales, espacio y tiempo para conectar nuestras neuronas, generando nuevas posibilidades de comunicación, pensamiento y acción”.
La tecnología puede contribuir a la comunicación eficiente y segura de personas con sistemas físicos en contextos profesionales, asistenciales y sociales. Por ejemplo, la startup navarra TedCas desarrolla soluciones de comunicación, mediante voz y gestos, con máquinas, robots y sistemas de información, mejorando la eficiencia y la seguridad en quirófanos o plantas industriales.
En el laboratorio de innovación social de Adacen se desarrollan y validan soluciones de comunicación para personas con disfunción cognitiva o motora. En centros tecnológicos como el Hospital Virtual Valdecilla se entrena a equipos de profesionales para que utilicen eficientemente tecnología y conocimiento en entornos clínicos. La empresa navarra Tesicnor utiliza realidad virtual y aumentada para mejorar la cultura, el entrenamiento y la tecnología que garantizan la seguridad laboral y la acción eficaz en situaciones de riesgo. NeuralLink, capitaneada por Elon Musk, emplea la microcirugía, la visión artificial y la inteligencia digital para conectar redes de neuronas corticales sensoriales o motoras. A menudo somos capaces de construir y utilizar la tecnología que un día nos pareció magia o llegamos a imaginar en series de ficción como BlackMirror, Matrix o Nexus.
La empresa Synchron, fundada en 2016, está desarrollado redes de sensores que se introducen mediante un procedimiento quirúrgico sencillo y seguro en la red vascular intracraneal. La operación es similar a la que se realiza rutinariamente en nuestros hospitales para mejorar la circulación sanguínea, colocando un stent en las arterias del corazón. El neurostent intracerebral incorpora una miríada de sensores que pueden leer la actividad de las neuronas cercanas. El ensayo clínico, aprobado por la máxima autoridad en tecnología sanitaria de Estados Unidos, pretende demostrar los beneficios que puede suponer comunicarnos directamente con la red de neuronas de una persona. El Chupinazo de Unzué llegaba hasta el infinito y más allá, mientras la sonda de Synchron viajaba al encuentro de las neuronas de su compañero de equipo.
Con las nuevas tecnologías, se acelera y amplifica exponencialmente nuestra posibilidad de leer y modificar la actividad de nuestro cerebro, manipular nuestra conciencia y alterar nuestros recuerdos, cuestionando y transformando nuestra concepción del ser humano. En 2013, el presidente Obama lanzó la iniciativa BRAIN, liderada por el neurobiólogo español Rafael Yuste, que está construyendo en una década el mapa de las conexiones neuronales que llamamos conectoma. Simultáneamente despegó el proyecto para impulsar las neurociencias durante diez años en Europa. En China se está desarrollando el proyecto Human Brain, más ambicioso y enfocado en la inteligencia artificial hasta 2030.
El profesor Yuste preside una fundación que propone incluir en la declaración universal de derechos humanos cinco nuevos neuroderechos: derecho a la privacidad mental, derecho a la identidad personal, derecho al libre albedrío, derecho a la equidad en el acceso a tecnologias de neuroaumentación, y derecho a la ausencia de sesgo en las neurotecnologias.
Tenemos la responsabilidad de aprovechar las infinitas posibilidades de la tecnología, limitando los evidentes riesgos de nuestros nuevos superpoderes. La oportunidad está en cooperar con la imaginación y el compromiso de nuestras neuronas conectadas.
Juanjo Rubio
Ingeniero biomédico y director de la Unidad de Innovación Social de Navarra