Las cifras resultan muy preocupantes. Este año, los accidentes laborales han subido un 8 % en Navarra respecto a 2018, y más de un 20 % en el sector de la construcción. Manu Ayerdi, consejero de Desarrollo Económico y Empresarial del Gobierno de Navarra, afirmó recientemente que ve este incremento de la siniestralidad con “mucha preocupación” y calificó los datos de “malos sin paliativos”.
Para ahondar en la problemática y en la importancia de que la dirección y los mandos intermedios implanten un cambio cultural en las organizaciones, la Fundación Industrial Navarra convoca este jueves una sesión de la Mesa de Seguridad y Salud, centrada en el ‘Liderazgo en la prevención de riesgos laborales’. Una jornada celebrada en el Hotel NH Iruña Park, práctica y participativa, que cuenta con la ponencia de Nerea Urcola, consultora experta en liderazgo.
LAS PERSONAS, LA PRIORIDAD
Nerea Urcola señala que las organizaciones carecen de varias cuestiones importantes en esta materia: “La primera de ellas es que acometan acciones de prevención con seriedad no porque lo obligue ninguna normativa, sino porque verdaderamente pongan a las personas por delante de todo. No hay resultado económico en el mundo que compense una vida humana”.
En segundo lugar, la dirección de muchas empresas sigue pensando que estos temas son responsabilidad del departamento de Recursos Humanos o de los técnicos de Prevención. “Tanto el departamento de personas como los técnicos de prevención tienen que ser facilitadores de procesos. Pero cada mando de una organización se tiene que sentir responsable de todo lo que afecta a su gente y eso supone sentirse responsable de su seguridad”, subraya.
Por último, Urcola apunta a la conciencia y responsabilidad de cada trabajador o trabajadora. “Se cometen imprudencias bajo el pensamiento erróneo de que ‘a mí no me va a pasar’, pero nadie está libre de un accidente”, remata.
“Se cometen imprudencias bajo el pensamiento erróneo de que ‘a mí no me va a pasar’, pero nadie está libre de un accidente”.
IMPLICACIÓN DE DIRECTIVOS
Está claro, según Urcola, que la responsabilidad y el nivel de implicación de los directivos en el ámbito de la prevención debe ser total. “Soy consciente de que muchas veces no es cómodo. Históricamente hemos tenido culturas muy laxas en ese sentido. Nadie disfruta poniéndose unas botas pesadas, un casco que te hace sudar, tapones, gafas, guantes etc. Los cambios de hábitos siempre cuestan”.
Reconoce que estar permanentemente encima de las plantillas para que se cumpla la normativa “no es agradable”, pero considera que debe verse “como una inversión a largo plazo”. “Con frecuencia, también se trabaja tan a contrarreloj que algunas cosas se pasan por alto y no debería ser así. Luego pasa lo que pasa. Sobra decir que los mandos y directivos deben ser los primeros en dar ejemplo. Si mi jefe o jefa no cumple con las medidas de seguridad, yo tampoco lo haré”, resalta.
Ahora bien, resulta fundamental que todos los integrantes de una plantilla asuman su responsabilidad y den voz “a lo que vemos incorrecto en este aspecto”. Y en este sentido, relata una anécdota de la que ella misma fue testigo recientemente: “Este mismo verano, yo vi a trabajadores subidos a un andamio que no paraba de moverse sin arnés, sin casco, sin nada…. La gente pasaba por delante y no decía nada. Sobra decir que fui a llamarles la atención, con educación por supuesto, pero hay que decirlo. Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad y, dentro de una organización, todavía más”.
LA CONCIENCIACIÓN
No obstante, la consultora puntualiza que los directivos sí son cada vez más conscientes de que deben asumir en primera persona este desafío, aunque “los cambios nunca son rápidos y menos” en este tipo de temas. “Los que llevamos años trabajando con grandes empresas y multinacionales sabemos que algunos países nos llevan la delantera, pero poco a poco está calando”, valora.
“Los directivos deben ser los primeros en dar ejemplo. Si mi jefe no cumple con las medidas de seguridad, yo tampoco lo haré”.
Además, comenta que introducir la figura de responsable o técnico de prevención no ha sido fácil. “Ha hecho falta mucha convicción y tesón porque no han tenido demasiado apoyo. Los responsables y técnicos de prevención no tienen poder formal ni jerárquico sobre las personas que tienen que cumplir las normas. Por eso, su reto es persuadir y dar participación a los mandos en el cambio de cultura de la prevención”, indica.
Además de controlar el cumplimiento de la ley, está la necesidad de concienciar a los empleados, de la misma manera que ocurrió en el pasado con el tabaco o el uso del cinturón de seguridad, entre otros: “Hacer cumplir la norma, incluso sancionar por su incumplimiento suele ser necesario, pero todo funcionará mejor, y sobre todo de manera más agradable, desde el convencimiento. Y para ello hay que sensibilizar sin parar. En general, no solemos ser conscientes de las terribles consecuencias negativas que nos pueden llegar por no cumplir las medidas de seguridad”.
Para llevar a cabo este cambio de mentalidad, Urcola explica que primero hay que implicar a la dirección general. “Ningún cambio importante tendrá éxito en una organización sin el protagonismo de la dirección general. Cada vez hay más empresas que tienen como uno de sus objetivos anuales principales ‘accidentes 0’, y esto es imposible si la gerencia no lidera este cambio”, enfatiza.
Después, hay que convencer al resto de mandos. “Insisto, cualquier responsable de personas lo es de todo lo que les afecte: seguridad, formación, comunicación, motivación, etc. Hace falta una importante dotación de recursos. No lo neguemos, estos cambios cuestan dinero y tiempo”.
Por otro lado, hay que dedicar tiempo a informar y sensibilizar, en primer lugar sobre la normativa. Como estos temas no suelen resultar entretenidos, diseñar una estrategia de comunicación atractiva resulta fundamental. “No es suficiente con trasladar, hay que convencer. También hay que explicar y hacer ver lo que, por desgracia, ha podido ocurrir en otras empresas. Hay imágenes que valen más que mil palabras”, remarca.
“Cada vez hay más empresas que tienen como uno de sus objetivos anuales principales ‘accidentes 0′”.
Pero toda esta labor divulgativa no puede limitarse a sesiones puntuales. Hay que incluirla en las reuniones periódicas, de manera sistemática; hacer partícipe a todo el grupo del objetivo, para que este sea compartido; premiar las buenas prácticas; y celebrar cuando se consigue el reto: “Resulta muy positivo conocer y ver qué hacen otros. Con frecuencia no hacemos cosas porque no las conocemos, no porque no creamos en ello. Por eso estas sesiones resultan tan positivas”.
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