En la primera parte de este artículo comentaba los problemas de fragilidad e inseguridad que sufrimos en nuestros productos y servicios informáticos debido a las debilidades que tiene la arquitectura de von Neumann.
¿Por qué estamos en esta situación? Durante 70 años no hemos investigado cómo corregir los inconvenientes de esta arquitectura ni hemos desarrollado alternativas. La potencia y beneficio económico de todo tipo de ordenadores, tabletas y teléfonos ha crecido exponencialmente, y mientras ha sido así nos hemos despreocupado de los problemas y riesgos causados, que también crecían exponencialmente hasta llegar a la actualidad, con una informática frágil e insegura.
Nuestra informática ofrece todo o nada. La totalidad depende de que multitud de factores sean exactos y funcionen a la perfección. Podemos cambiar un único bit en la memoria de un ordenador y crear un caos. Que todo deba funcionar a la perfección y que ese todo (sistemas operativos, programas, microprocesadores, RAM, otros componentes electrónicos, etc.) sea cada vez más grande y numeroso aumenta las probabilidades de fallo, y de hecho es lo que está sucediendo en la actualidad.
Necesitamos alternativas. Las TIC están invadiendo nuestras vidas hasta tal nivel que debemos exigirles una robustez y seguridad que ahora ni tienen ni pueden ofrecer. Estamos empezando a desarrollar, por poner algún ejemplo, robots cirujanos y vehículos que circulan sin conductor. De estos y otros desarrollos van a depender vidas humanas. No podemos utilizar una informática tan frágil en tareas de tanta responsabilidad. Es tan grave la situación en sí como nuestra actitud: cada vez asumimos más como algo natural los problemas informáticos, cuando no debería ser así.
“Las TIC están invadiendo nuestras vidas hasta tal nivel que debemos exigirles una robustez y seguridad que ahora ni tienen ni pueden ofrecer”.
Algunos investigadores consideran que debemos fijarnos en la naturaleza y apuntan hacia sistemas de computación relacionados con la creación de vida artificial. Quizá debamos sacar pecho por nuestros logros en supercomputación, pero al mismo tiempo debemos bajar la cabeza en señal de humildad ante una naturaleza que nos lleva cientos de millones de años de ventaja.
En el otro extremo de nuestra actual informática está la vida, que se ha desarrollado teniendo en cuenta la robustez, teniendo en cuenta que pueden existir errores y fallos y creando arquitecturas descentralizadas (en vez de, por ejemplo, hacer depender todo de una CPU). A un insecto, por ejemplo una mosca, se le puede cortar la cabeza y sigue caminando y volando. Una cucaracha sin cabeza puede vivir, caminando normalmente, durante más de una semana. Otros ejemplos son la capacidad que tienen los seres vivos para corregir daños en el ADN o la plasticidad del cerebro, que permite, hasta cierto punto, recrear una funcionalidad perdida construyendo nuevas conexiones neuronales.
CONCLUSIONES FINALES
“El futuro de la computación está en la vida e inteligencia artificial. Debemos apostar por ello y con urgencia”.
Como decía anteriormente, podemos cambiar un único bit en la memoria de un ordenador y crear un caos. Así que es impensable de momento imaginarse un ordenador que pueda funcionar con algún componente estropeado, o que se autorepare, o que incluya una especie de sistema inmunológico que aísle un ataque externo y lo combata, sin dejar de funcionar. En definitiva, que sea un ordenador con la robustez que tienen los seres vivos. Lo necesitamos, y para ello hace falta voluntad y muchísima investigación.
No me cabe la menor duda de que el futuro de la computación está en el desarrollo de vida e inteligencia artificial, seguramente en colaboración con la computación que ahora tenemos. Debemos apostar por ello y con urgencia.
Rubén Razquin
Analista y desarrollador de proyectos digitales, web y móviles, en ttandem.com
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