El 26 de noviembre de 1930 nació en Madrid Fernando Higueras Díaz. Entonces era imposible adivinar que revolucionaría la arquitectura española con un estilo tan especial que a día de hoy sigue pareciendo del futuro. En 1959 se graduó en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid creando ya historia al ver publicado su proyecto fin de carrera en la revista ‘Nueva Forma’ de Juan Daniel Fullaondo, además de ganar el accésit del Premio Nacional de Arquitectura con su ‘10 Residencias de Artistas’ en El Pardo. Pero estos serían solo los primeros reconocimientos de su carrera, que pasó un tiempo en las sombras, y terminaría en 2008 cuando murió.
Una mente siempre pensante y un artista con una imaginación creativa no se podía quedar solo en un arte y fue a la vez pintor, escultor, músico y fotógrafo. Fernando Higueras tocaba cada género y lo transformaba a su propio estilo, lo que lo convirtió en una figura completamente única en la historia.
Hoteles, casas privadas, edificios públicos… durante su época de esplendor fue solicitado par multitud de trabajos, cuatro de ellos ahora protegidos: en 1998, el Hotel Las Salinas de Lanzarote (1973) recibió la categoría de Patrimonio Artístico y Cultural de la isla de Lanzarote; y, en 2002, el Ayuntamiento de Madrid protegió la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España ‘La Corona de Espinas’ (1965), el Colegio Estudio, Aravaca (1962), y la UVA de Hortaleza (1963).
El Museo ICO acaba de inaugurar la exposición ‘Fernando Higueras. Desde el origen’ que se podrá visitar hasta el 19 de mayo. Un recorrido cronológico y sumamente visual por toda su obra, con maquetas originales de la época, fotografías, planos y audios en los que el arquitecto habla sobre sus edificios y su concepción de la arquitectura.
Una muestra en la que se irá ‘escalando’ en la vida y figura del artista. Con cada paso se conocerá más y más al artista, su obra, su forma de pensar y su faceta de genio y, en lo más profundo, en el interior del todo se puede ver una recreación de su célebre ‘rascainfiernos’.
Quien sea aficionado a la arquitectura y, más concretamente, de Fernando Higueras habrá oído hablar de la que fue su casa y estudio, denominada con este curioso nombre. En un viaje al centro de la tierra excavó a siete metros, en su jardín, una casa que sería el antónimo de los ‘rascacielos’. Una madriguera que, a diferencia de lo que se podría suponer, tiene una gran luz gracias a un enorme lucernario a doble altura con cuatro claraboyas que ventila e ilumina con una luz cenital este hogar. Completamente sostenible, aunque entonces aún no se hablara de ese tipo de arquitectura, no necesita ni aire acondicionado ni calefacción. Ahora, en la planta baja de esta exposición, los visitantes podrán conocer cómo vivía el autor en esta curiosa edificación.
Esta construcción es un ejemplo más de uno de los guiones que caracterizan su obra: la relación entre el edificio y la naturaleza. En este caso forma parte del propio entorno al sumergirse en ella. En otras, como las Casas Militares en la Glorieta de Ruiz Jiménez de Madrid, la relación se vuelve más visual y evidente.
La realización de estos edificios ‘orgánicos’ y su crítica al racionalismo le llevó de su éxito en los 60 y 70, a la oscuridad en su propia profesión y en los estudios de arquitectura. Sin embargo, esto no le hizo cambiar y se mantuvo estoico con sus ideas, llegando a ser llamado ‘anarquista’, ya que rompía todos los esquemas que le ponían y se negaba a seguir a los arquitectos clásicos de su época. No obstante, gracias a su forma de ser dejó como herencia «un modo emocional de considerar la arquitectura desde su cualidad más esencial».
Con esta exposición, once años después de su muerte, se recuerda a Fernando Higueras y todo lo que ha aportado a la historia de la arquitectura de nuestro país, siendo ahora una figura admirada, estudiada y respetada.