La Edad Media fue una época en la que la sociedad se dividía en nobleza, clero y campesinado, quienes vivían una gran represión y control por parte de la Iglesia y de la aristocracia. Por ello, las clases populares celebraban de forma más o menos clandestina festividades y bailes, en las que se daba rienda suelta a la risa, al ocio y al desenfreno. Por su parte, los caballeros libraban sus justas en torneos, predominaban juglares que viajaban de pueblo en pueblo cantando romances y los bufones y malabaristas distraían a la corte con sus gracias y acrobacias.
Era la parte lúdica y festiva de una época en la que las guerras y el férreo control político imperaba en una sociedad, la campesina, oprimida por el señor feudal. Pero también es una época que, a día de hoy, sigue fascinando por sus historias, algunas reales, otras mágicas, decoradas con palacios, brujas, duendes y hadas que hacen que la Edad Media fascine y atraiga a todo tipo de personas.
Cualquier momento es bueno para sumergirnos en esta época. En los últimos años, los mercados medievales son cada vez más, una alternativa de ocio que permite al visitante viajar en el tiempo y sentirse como un lugareño de aquella época y conocer así las múltiples joyas medievales que salpican la geografía española.
Caballeros, doncellas, príncipes y princesas, cetreros, juglares, campesinos... mercados llenos de productos artesanales, de comidas y productos naturales, directos del campo o elaborados de manera tradicional, torneos de caballeros... la vistosidad, la diversión y la fascinación están aseguradas.
La localidad navarra de Olite es uno de los parajes más bellos donde puede celebrarse un mercado medieval. Sus concurridas Fiestas Medievales se celebran en agosto con el Palacio Real como escenario protagonista. En él se desarrollan actos medievales tan característicos como el Cortejo de Sus Majestades, a quienes damas y caballeros agasajan con sus bailes medievales de la Corte, pasacalles, recreaciones de oficios, música medieval, magia, actuaciones de juglares y narraciones de cuentos y romances. Se celebran exhibiciones de timbales, halconeros, tiro con arco, campeonato medieval de cartas, paseos de antorchas, además del mercado de antaño y por supuesto, los bares y restaurantes de la localidad se convierten en mesones y tabernas donde comer excelencias gastronómicas ambientadas en el medievo.
Si Olite cuenta con un majestuoso Palacio Real que enmarca sus fiestas medievales, Ávila posee una magnífica muralla que envuelve a la ciudad y que sirve de marco perfecto para retrotraer al visitante a los siglos V-XV. La capital abulense posee un halo de magia muy especial en sus calles, pero es en septiembre cuando se engalana de forma especial para celebrar sus jornadas medievales. Su centro histórico puede disfrutarse todo el año, pero durante esta semana sus calles se llenan de mercados artesanales, exhibiciones y exposiciones convirtiendo a la ciudad en un perfecto destino para tener una idea de cómo se vivía en aquella época.
El Mercado Medieval de Córdoba se celebra el último fin de semana de enero alrededor de la Torre de la Calahorra. El casco histórico se llena de puestos con variadas degustaciones de comidas típicas del medievo: quesos, miel, embutidos, artesanía de cuero, lana o cerámica así como exhibiciones de aves rapaces, actuaciones de magia, juegos y bailes.
Fuengirola ambienta sus mercados medievales en el Castillo de Sohail. Ochenta puestos ofrecen en septiembre al visitante todo tipo de productos elaborados de la manera y oficios de antaño como alfareros, artesanos del cuero, escribanos, etc.
En la festividad del 15 de agosto, la preciosa localidad zamorana de Puebla de Sanabria celebra un espectacular mercado medieval que ocupa todo el conjunto histórico de la villa. Se le considera uno de los tres mejores mercadillos medievales de España y se caracteriza por sus espectáculos de caballos, saltimbanquis, zancudos, malabaristas de fuego, trovadores y numerosas actividades para los más pequeños. En este mercado se realizan exhibiciones del trabajo con el cristal, elaboración de jabones, papel, mimbre, forjados y de alimentos característicos, como la carne, frutos secos, aceites, vinos, etc.
El segundo fin de semana de mayo, el Dalt Vila, casco histórico de Ibiza, retrocede en el tiempo para convertirse en mercado medieval. No le falta detalle: mercados de artesanía, magos, brujas, títeres, juglares, bufones, caballeros, princesas, príncipes, dragones, cetrería, artistas y artesanos, así como comidas típicas, llenan de color y ambiente todo el recinto amurallado del casco antiguo. El evento está realizado por actores y músicos profesionales.
Entre el 29 de abril y el 5 de mayo, la villa de El Álamo, cerca de Madrid, celebra uno de los mejores mercadillos medievales de España y, para muchos, también de Europa. Más de 250 puestos de artesanos atraen la visita de alrededor de 60.000 personas.
Cinco años lleva celebrándose cada agosto la Semana Renacentista de Medina del Campo (Valladolid) a la que acuden más de 100.000 personas cada año. Un lustro en el que se ha convertido en el evento relacionado con las recreaciones históricas más importante de toda la provincia vallisoletana.
La Villa de Alburquerque (Badajoz) celebra en agosto su Festival Medieval para rememorar la convivencia de tres culturas: la judía, la cristiana y la árabe. A principios de diciembre, se celebra en la localidad catalana de Vic otro de los mejores mercadillos medievales de España. Cinco días de bailes, música medieval y espectáculos de calle.
Estos son solo algunos de los múltiples mercados medievales que salpican la geografía española de norte a sur y en cualquier fecha del año. Unos festivales para respirar aire gótico, codearse con señores feudales, encontrar brujas y hadas escondidas en cualquier esquina, disfrutar de una justa entre caballeros, reírse con las gracias de los bufones o admirar las acrobacias de los saltimbanquis.
Y cómo no, admirar productos hechos a mano como vasijas de barro o cerámica, jarrones de cristal, artículos de cuero, artesanía de madera, de forja… Impregnarse del aroma de fragancias, perfumes o jabones elaborados de manera artesanal que se funden con los olores y sabores a vino, aceite, miel, confituras, quesos, pan recién hecho, repostería, caramelos, frutos secos, embutidos… No hay excusa para viajar en la máquina del tiempo y sumergirse en el apasionante mundo medieval.