Una vez coronado en Aquisgrán, viajamos de nuevo a España, a Toledo, convertida en sede de la corte por el propio Carlos V. Es allí donde firmó en octubre de 1525 las capitulaciones matrimoniales con Isabel de Portugal. Tras su boda en Sevilla, regresaron a la ciudad en 1528. Su casco histórico está situado en la margen derecha del Tajo, en una colina de cien metros de altura sobre el río. Necesitaremos por lo menos un fin de semana para caminar por sus estrechas callejas y visitar edificios y monumentos situados en el interior de la zona amurallada.
La Catedral Primada, en la que se proclamó a Juana y Felipe el Hermoso herederos de la corona castellana; el monasterio de San Juan de los Reyes de estilo gótico isabelino (construido bajo el patrocinio de Isabel la católica); la Mezquita del Cristo de la Luz o de Bib-al-Mardum, testigo de la dominación árabe y tesoro del arte islámico de Toledo, además de ser el único edificio anterior a la reconquista cristiana en perfecto estado de conservación; el Alcázar, fortificación construida sobre rocas en la parte más alta de la ciudad; la Iglesia de Santo Tomé, sede de ‘El Entierro del señor de Orgaz’, de El Greco; o la Sinagoga de Santa María La Blanca en el corazón de la antigua Aljama son algunos de los imprescindibles de Toledo.
En cuanto a museos, destacamos el de Santa Cruz situado en el edificio del hospital del mismo nombre que data del siglo XVI, el Museo Sefardí situado en la Sinagoga del Tránsito o de Samuel ha-Leví, en la antigua judería. Y cómo no, no se puede abandonar Toledo sin recorrer la Casa Museo de El Greco, dedicada al pintor manierista Doménikos Theotokópoulos.
Otro gran viaje en su vida fue el que llevó al emperador del Sacro Imperio a Sevilla, donde se casó con su prima Isabel de Portugal. Ciudad de aires muy diferentes a los castellanos tanto ahora como en el siglo XVI, si revivimos el viaje de Carlos V la primera parada debería ser el Real Alcázar, escenario del enlace en 1526. Nos encontraremos con un sorprendente conjunto de palacios, fortalezas y jardines en el que el arte árabe se funde con el cristiano a la perfección. No en vano ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, además de haberse convertido en escenario de películas como ‘El Reino de los Cielos’, ‘Alatriste’ o ‘Juego de Tronos’. Contemplar la puerta de la Macarena, del árabe Bab–al-Makrin, es otra opción que nos hará revivir la historia, ya que allí es donde los representantes de la ciudad recibieron a Isabel de Portugal.
Todavía en la capital hispalense, es muy recomendable perderse de día y de noche, y vivir el ambiente de una ciudad muy colorida. El barrio de Triana es una de las zonas a recorrer con calma. El Parque de María Luisa con su escultórica glorieta de Bécquer, la Girada, la Catedral, la Torre del Oro, la Plaza de España, la Semana Santa… convierten a Sevilla en una ciudad ‘sin fin’ en la que se puede vivir una experiencia inolvidable.
Damos un salto en los años y proponemos de nuevo una travesía en barco hasta Bolonia (Italia). Este rey medieval tan atípico pero poderoso, se trasladó allí en febrero de 1530 para ser coronado por segunda vez como Emperador del Sacro Imperio Romano por el papa Clemente VII. Carlos V hizo una visita relámpago a esta ciudad situada cerca de los Apeninos, pero si disponemos de tiempo, recomendamos una estancia más prolongada para disfrutar de los sabores de Italia.
Pasear por la Piazza Maggiore de Bolonia es un buen comienzo, ya que está rodeada por los edificios más importantes de la ciudad medieval. La Basílica de San Petronio, su iglesia principal además de la quinta más grande del mundo; la Fuente de Neptuno llamada ‘il Gigante’ por los boloñeses; el Palacio de Accursio, actual sede del Ayuntamiento que data del siglo XIV y cuenta entre sus paredes con una capilla decorada con frescos; el Archiginnasio, uno de los palacios más importantes de la ciudad; su Universidad fundada en el 1088… son alguno de los visitables de una urbe que cuenta con la fortuna de poseer el segundo casco antiguo medieval más grande de Europa, después de Venecia.
Y no podemos hablar de Bolonia sin referirnos a su gastronomía protagonizada por la pasta en cualquiera de sus variantes: lasaña, pizza, tortellini… y por su famosa mortadela; y a su trepidante vida nocturna.
DE VUELTA A CASTILLA
Todavía faltan siete años para el nacimiento de El Greco cuando el Emperador regresa a Toledo en 1534, ciudad en la que fallece la Emperatriz Isabel de Portugal en 1539, quien fue enterrada en la capilla Real de Granada. En esta ocasión es su hijo Felipe V quien dirige la comitiva que lleva el cadáver de Isabel de Portugal hasta allí, ya que el emperador Carlos se retira al monasterio de Santa María de la Sisla sumido en la tristeza.
Tras idas y venidas, en 1556 inicia el que sería su último viaje desde Bruselas. Desembarca en Laredo (Cantabria) y desde allí viaja a tierras extremeñas, donde falleció en septiembre de 1558 En el monasterio Gerónimo de Yuste (Cáceres). Allí incluso es posible realizar una visita guiada al monasterio y al palacio que Carlos V mandó construir para su retiro.
Zaragoza, Barcelona, Madrid, Guadalupe (Cáceres), Granada… también conocieron al Emperador más grande de la historia, un viajero incansable al que gustaba visitar los rincones de su vasto imperio.