jueves, 25 abril 2024

Relevo Generacio… MAL

Se observa en el terreno laboral una descarada corriente de regeneración, por la vía de la sustitución, de profesionales veteranos por veinteañeros recién graduados. “Normal --me digo--. ¿Por qué mantener de titulares a ‘carrozas’ con la lengua fuera si el banquillo está poblado de jóvenes titulados, con ganas de darlo todo? Hay que ‘estar al día’, ¿no?”


Pamplona - 27 mayo, 2019 - 06:00

javier-ongay-259x259El edadismo, como práctica discriminatoria por razones de edad, se está imponiendo en los procesos de selección y “reajuste de personal” de muchas empresas.

Los mayores –entiéndase de 50 en adelante, en el mejor de los casos—han de dejar paso, por las buenas o las malas, a los jóvenes que reclaman su sitio y, además, sin mayor demora porque, en el mundo hiperconectado en el que ellos viven y los demás sobrevivimos, el valor es la inmediatez: la velocidad 5G como forma de vida.

Nuestros jóvenes están muy preparados, (orgullo para quienes participamos de alguna manera en su formación). España produce titulados a mayor ritmo que muchos países de equivalente nivel de desarrollo. Además, nuestros graduados han sido formados en habilidades y competencias que otros hemos debido aprender sobre la marcha (¡nosotros inventamos el learning by doing!).

Item más. La problemática de paro que vive España, con una pirámide demográfica a punto de hacer la voltereta, y la dificultad para encajar a las generaciones jóvenes en el mundo laboral y a las generaciones mayores en un retiro sin sobresaltos, complica aún más la situación. MENTOR-DISCIPULO-RELEVO-GENERACIONAL

Pero quiero poner el foco sencillamente en las consecuencias prácticas de estos movimientos de banquillo a los que hacía referencia al principio, cuando se toman como algo habitual en las empresas.

Las “batallas” del abuelo

¿Por qué el bagaje vital de los mayores no es un espejo en el que mirarnos en vez de considerarlo un mercadillo de antigüedades?

La empresa es un ser vivo, sujeto a un proceso de crecimiento y aprendizaje en donde cada uno de sus miembros y todos en conjunto van alcanzando la ansiada –por rentable– madurez estratégica, de conocimientos y productiva. Cuidar sus órganos vitales y adaptarse al entorno suelen ser los “hábitos” más saludables también para la empresa; es decir, ser fieles a sus principios, proteger sus pilares financieros y humanos, y no perder la conexión con el mercado.

Lo malo es que hay quien entiende que la sustitución de los profesionales de más edad por jóvenes garantiza que el “cuerpo” empresarial va a mantenerse en óptimas condiciones. Es una suerte de dopaje en los recursos humanos como modelo de supervivencia de negocio.

MENTOR-DISCIPULOVaya por delante que no creo en las capacidades ni funciones vitalicias, pero tampoco en las discriminaciones con el único argumento de la edad. Y no lo creo por una simple cuestión de rentabilidad y de inteligencia empresarial.

¿Por qué el bagaje vital de los mayores no es un espejo en el que mirarnos en vez de considerarlo un mercadillo de antigüedades? ¿Qué gana realmente la empresa que sustituye experiencia por ímpetu, visión global por especialización, permanencia por versatilidad, conocimientos vividos y contrastados por conocimientos aprendidos y sin estrenar, … corbata por deportivas?

Es posible que para muchos empresarios la respuesta es que se busca más recorrido profesional y laboral frente a la caducidad anunciada de los mayores. Error: un largo camino por delante también conlleva más salidas posibles que tomar y peajes que pagar.

Otros que dotar a su empresa de una imagen más moderna y actual en sintonía con los nuevos tiempos. Error: la obsesión por querer aparentar ser una eterna starUp, que tan bien cae a todo el mundo, puede terminar como esas operaciones estéticas con exceso de bótox.

Es obvio que la sustitución es, tarde o temprano, obligada. Como lo es la superior preparación que en ciertas habilidades y aptitudes tienen nuestros hijos. … Y también su incuestionable su derecho a un  trabajo que les permita construirse una vida propia. Pero ¿por qué sustituir si se puede acompañar? ¿Por qué no diseñar y aplicar el concepto de “madurez colaborativa” de forma equivalente al de “robótica colaborativa” tan actual? ¿Acaso merece más respeto y confianza un robot que un profesional cuyo valioso algoritmo son sus años de experiencia?

Quizá, en vez de contemplar las capacidades profesionales como “de usar y tirar”, convendría adaptarlas, actualizarlas, reciclarlas… para que “las batallas del abuelo” sean fuente de inspiración, guía de actuación, apoyo para la gestión en aquellas empresas que tengan claro que entre su personal puede haber “antigüedades” tan valiosas por lo que saben como por lo que son.

Javier Ongay
Consultor de Comunicación y Marketing. Formador.

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