miércoles, 24 abril 2024

Renovar el plástico

La irrupción del coronavirus provocó un incremento en la generación de plásticos, principalmente para insumos médicos y envases alimentarios destinados a las grandes superficies. Sin embargo, el impacto de la crisis económica ha sido desigual en esta industria, dependiendo de los sectores para los que produce cada empresa. Ocho meses y medio después de la declaración del primer estado de alarma, Berry Superfos Pamplona, Valsay Sistemas de Embalaje y El Carmen Packaging Solutions explican a NavarraCapital.es cómo afrontan la pandemia y se adaptan a los cambios en la legislación, impulsados por una creciente concienciación ambiental.


Pamplona - 4 diciembre, 2020 - 07:00

La concienciación social y los cambios legislativos han llevado a algunas empresas a optar por otros materiales. (Foto: cedida)

El mundo se dirigía hacia una reducción generalizada del uso de plásticos cuando la irrupción del coronavirus trastocó por completo estos planes. La revista Chemical Engineering Journal alerta en un estudio de que la crisis sanitaria “se convirtió rápidamente en una amenaza económica, social y medioambiental”. La publicación no solo advierte del evidente y “dramático” aumento en la generación de desechos médicos, sino que igualmente hace hincapié en un patrón que se ha asentado en las grandes superficies. Según el estudio, tanto los proveedores como los consumidores se han inclinado en los últimos meses por alimentos envasados, recipientes de un solo uso y la utilización de bolsas desechables al momento de la compra.

Estos hábitos, ligados íntimamente a las “precauciones en torno a la seguridad” en época de pandemia, llevan a que los investigadores del informe hagan una advertencia: en los próximos meses, la demanda de plásticos “aumentará un 40 % en los envases y un 17 % en otras aplicaciones, como en los usos médicos”. Sin embargo, aunque el uso de plástico para la producción de insumos sanitariosembalajes se ha incrementado, no todas las empresas del sector han visto crecer su volumen de negocio en los últimos ocho meses.

INFLUENCIA DEL COVID-19

El director comercial de Berry Superfos Pamplona en España y Portugal, Ignacio Igea, explica que el impacto económico de la crisis actual puede ser “positivo o negativo” para las empresas del plástico, “dependiendo del sector al que se dirija” cada una. La compañía, que a su vez forma parte de Berry Inc., un fabricante y comercializador mundial de embalajes, ha registrado “al menos un 20 %” de incremento en el consumo de tarros de pintura, un segmento que representa “la mitad” de su facturación. “Debido al confinamiento y a la puesta en marcha de restricciones a la movilidad, la población se ha centrado más en la reforma de sus hogares”, analiza Igea.

Berry Superfos Pamplona ha registrado un aumento de «al menos un 20 %» en el consumo de envases de pintura, pero constata una caída «de incluso el 75 %» en recipientes para la restauración.

Constata, además, un crecimiento de “alrededor del 15 %” en el consumo de recipientes pequeños destinados a los supermercados. Algo que atribuye al hecho de que, tras la declaración del primer estado de alarma, las personas “tenían mucha más actividad en casa que fuera de ella, se levantaban más veces al frigorífico y picaban y comían menos fuera del hogar”.

Junto a estos datos positivos, el negocio ha registrado una caída “muy notable, de incluso el 75 %” en el consumo de recipientes fabricados para el sector de la restauración. Este declive tiene su origen en las restricciones impuestas a la hostelería, tanto a nivel nacional como autonómico. El descenso, en cambio, ha sido “moderado” en la producción para el sector de los lubricantes, pastillas de cloro y otros materiales para el mantenimiento de piscinas, que representan un 10 % del negocio de Berry Superfos Pamplona. “En este caso, la diferencia no ha sido espectacular porque una piscina, independientemente de las restricciones que impedían hacer actividades físicas fuera de casa, tiene que estar bien mantenida”, sostiene Igea.

MOVIMIENTO ‘ANTIPLÁSTICOS’

Ante la creciente corriente antiplásticos, que se ha vuelto a subrayar durante esta crisis sanitaria, Igea defiende que este material es “quizá el mejor invento de los últimos 200 años” e interpreta que “ha habido una criminalización injusta” de su sector. “Antes, cuando comentaba a mis conocidos que trabajaba en una fábrica de plástico, les parecía interesante. Ahora, da la sensación de que trabajo para alguien como Pablo Escobar. Pero a todos los que defienden estas teorías les preguntaría cómo hubiera sido la lucha contra el Covid-19 sin este elemento”, zanja.

Ignacio Igea (Berry Superfos): «Ahora, da la sensación de que trabajo para alguien como Pablo Escobar. Pero a todos los que defienden estas teorías, les preguntaría cómo hubiera sido la lucha contra el Covid-19 sin el plástico».

Según Igea, “se ha confundido el término antiplástico con el de uso responsable”. Y eso, a su juicio, ha provocado la implementación de “barbaridades”, como la sustitución del plástico por productos “con muchas menos prestaciones y con una huella de carbono superior como el vidrio y la madera; o el reemplazo de los vasos de plástico “por vasos de cartón tratados con resinas antihumedad y de tetrabrik, que son realmente difíciles de reciclar”.

Para el director comercial de Berry Superfos Pamplona, el “gran problema” de fondo es que la cultura del reciclaje todavía no ha terminado de calar en la población, pese a las iniciativas presentadas por administraciones y diferentes ONG: “Si tiramos los plásticos donde nos da la gana, acabarán en los ríos y en los mares”. En esa misma línea, desde la firma de distribución Valsay Sistemas de Embalaje señalan que “lo más difícil es concienciar a la sociedad de lo importante que es realizar pequeñas acciones en la vida diaria para cuidar el planeta” y aseguran que los gobiernos “deberían incentivar y apoyar a las empresas para que usen este tipo de materiales”.

UNA INDUSTRIA «EN CONTINUA INCERTIDUMBRE»

No obstante, Pedro Rubio, gerente de El Carmen Packaging Solutions, cree que los navarros están “cada vez más sensibilizados” con el medio ambiente. Aun así, resalta que la industria del plástico “vive en continua incertidumbre y tensión debido a un marco legal cada vez más exigente”. Junto a las directrices impuestas por la Unión Europea, las empresas que operan en territorio foral deben adaptarse a la normativa propia de la Comunidad foral. De hecho, Navarra prohibió, a través de la Ley Foral de Residuos, la entrega de bolsas no compostables. Esta normativa, vigente en la Comunidad foral desde el 1 de enero de 2020, se ha pospuesto a nivel estatal hasta el año que viene.

La industria del plástico «vive en continua incertidumbre y tensión debido a un marco legal cada vez más exigente», afirma Pedro Rubio, gerente de El Carmen Packaging Solutions.

Pero habrá más restricciones. A partir del 3 de julio de 2021, no estará autorizada en Navarra la venta de cubiertos, recipientes, vasos y otros productos hechos de poliestireno expandido. Por otra parte, la ley fijará objetivos mínimos de reutilización de determinados envases y bebidas, tanto en el canal Horeca como en otros canales de consumo, que deberán cumplirse a partir de 2028.

Para el responsable de El Carmen Packaging Solutions, la “indefinición actual”, la “complejidad” de la normativa y los plazos para adecuarse a esta y hacer frente a nuevos impuestos “complican de manera significativa el futuro del sector”. Igea, por su parte, indica que este último aspecto no afecta directamente a las fábricas, sino a sus clientes: “La tasa del plástico no la paga el fabricante, sino quien lo pone en el mercado. Eso se traducirá en un precio más elevado para el consumidor final”.

NUEVOS MATERIALES

Tras constatar que el movimiento ecologista cobraba fuerza y que impulsaba cambios constantes en la legislación, algunas empresas del plástico comenzaron a diversificarse y a optar por otro tipo de materiales para garantizar su supervivencia en el tiempo. Con el objetivo de plantar cara “a las nuevas exigencias medioambientales y demandas del consumidor final”, El Carmen Packaging Solutions inició un camino de “reconversión constante” y comenzó a ofrecer, a partir de 2013 “soluciones biodegradables, compostables o procedentes de materiales reciclados”. Eso sí, ha sido “en este último año y medio” cuando la demanda de estos productos “se ha consolidado realmente”.

De hecho, la firma trabaja con materiales “que ayuden a preservar la vida útil del producto, con reducción de micrajes o espesor, reciclados, reciclables y biocompostables”. Adicionalmente, apuesta “por el aprovisionamiento de papel de bosques sostenibles y papeles con mezcla de material virgen y reciclado”.

A través de la Ley Foral de Residuos, Navarra prohibió la entrega de bolsas no compostables.

El recorrido de Valsay Sistemas de Embalaje en esta materia es amplio. Fue en 2009 cuando la empresa certificó su primer producto compostable, un hito que le hizo merecedora del Premio Ecoinnovadora de Navarra, dentro del proyecto transfronterizo Eneco2. Actualmente, distribuye bolsas y cubertería de almidón de maíz, plástico de burbujas reciclado, cintas de baliza de almidón de patata, bolsas fabricadas con plástico reciclado y envases flexibles, compostables y monomateriales, “que son 100% reciclables”.

Aunque Berry Superfos Pamplona se limita al trabajo del plástico, sí elabora -al igual que Valsay- recipientes monomateriales, cuya fabricación implica un menor consumo de energía y de recursos, así como una mayor reciclabilidad. “Todos los envases y las tapas que fabricamos son del mismo material. La única excepción son los de pintura, que pueden llevar un asa de metal, pero esta es muy fácil de separar”, detalla Igea.

La fábrica, situada en Orcoyen, ya produce envasados elaborados a partir de plástico reciclado, un producto que “se va a demandar cada vez más”. Según explica su director comercial, la compañía trabaja con dos tipos de material reciclado. Uno de ellos es el PCR mecánico, que consiste en “triturar y lavar el plástico, que luego se inyecta para hacer otro recipiente”. Esta modalidad, no obstante, “tiene algunos inconvenientes”, porque sus prestaciones son “algo inferiores” y los productos que resultan de ella no son aptos para utilizarse en el canal de la alimentación.

RETOS A FUTURO

Por eso, Igea se muestra convencido de que la “solución definitiva” pasa por el PCR químico, que consiste “en descomponer o crackear los plásticos a través de un proceso de pirólisis para volver a las cadenas originales de carbono e hidrógeno y fabricar nuevos plásticos vírgenes”. De hecho, Berry Superfos Pamplona ya está trabajando en un proyecto de envases plásticos reciclados para el sector de la alimentación, que espera entregar al cliente en 2021. Ahora, a su juicio, el principal reto de la industria es conseguir que el reciclado químico sea competitivo desde el punto de vista económico, ya que “el precio de este material todavía es muy superior al del plástico convencional”. En el campo del PCR mecánico, el desafío es “conseguir materiales con prestaciones técnicas buenas en cuanto a maquinabilidad y prestaciones finales del producto”.

Uno de los retos de la industria es conseguir que el reciclado químico sea competitivo desde el punto de vista económico, ya que «el precio de este material todavía es muy superior al del plástico convencional».

En la misma línea, los responsables de Valsay consideran que “queda mucho trabajo por hacer” porque “todavía hay materiales eco que, debido a sus propiedades mecánicas y técnicas, no cumplen las expectativas de todos los clientes y sectores”. Y recuerdan que utilizar alternativas ecológicas “implica un incremento del coste” en la materia prima; invertir horas extra en “dedicación, búsqueda e investigación”; y una “formación continua”, que permita encarar los avances tecnológicos y los cambios en la legislación.

Asimismo, en El Carmen identifican algunos ejes de “mejora continua”, pues observan que la innovación “es clave para garantizar la sostenibilidad del negocio en el tiempo”. Todos ellos, como es previsible en una industria que busca defenderse de las críticas ambientalistas, se relacionan directamente con la sostenibilidad: la optimización logística y reducción de la huella de carbono, la reducción en el uso de agua y energía, el tratamiento de deshechos y control de emisiones, el ecodiseño y la reducción de micrajes en los envases, así como el aprovisionamiento de fuentes “100 % certificadas y sostenibles”.

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