Santiago Sala nació en Bilbao en 1971 y es el quinto de seis hermanos. “En casa nunca nos faltó de nada pero tampoco nos sobró, a pesar de que mi padre dedicaba muchísimas horas al trabajo”. Murió cuando nuestro entrevistado solo tenía 18 años, pero le transmitió valores como “el afán por el trabajo bien hecho, la formación permanente, la querencia por el servicio a la sociedad o el respeto a la autoridad, y los valores del humanismo cristiano, la humildad, la igualdad de todas las personas, la tolerancia…”, un legado que sigue inspirándole.
Era 1999 cuando entró en el Grupo Borges. “Trabajaba en una filial del Grupo como adjunto a la dirección, y al entonces consejero delegado de Borges, Jaume Llopis, le gustaba dar responsabilidades a gente joven. Tenía un grupo al que nos llamaba los under thirty, y a cuatro o cinco nos dio puestos de mucha responsabilidad, a mí en concreto me propuso hacerme cargo de la dirección general de Apex, que había sido comprada dos años antes por Borges y que estaba en una situación complicada, con pérdidas”.
De modo que muy joven y encima con el encargo de reflotar la empresa. ¿No era algo suicida aceptar la oferta? Asegura que no, “me dijeron a ver qué se puede hacer, dinos si se le puede dar la vuelta a esto o no pero tranquilo, no te vas a quemar, para ti hay más proyectos en el Grupo si este no termina bien”, pero se le escapa un “no sé qué hubiera pasado si no…”
“Cerrar una buena venta produce una satisfacción comparable a muy pocas cosas”.
Son ya 18 años en la dirección general de Apex, y no es muy habitual en los tiempos que corren que alguien permanezca tanto tiempo en puestos de alta responsabilidad en una misma empresa. Una de dos, o lo está haciendo muy bien o es un caso proverbial de fidelidad. Sonríe y argumenta que a lo largo de esos 18 años “ha habido varias Apex, diferentes etapas, diferentes empresas y diferentes retos, por eso personalmente no me canso. Siempre he tenido por delante un proyecto que me retaba, difícil, pero conseguirlo me daba una gran satisfacción: crecer, ampliar equipo, ampliar mercados… Estoy enamorado del proyecto”, concluye con total naturalidad.
Una de esas Apex nació en 2008, cuando Santiago Sala y tres socios más compraron la empresa a Borges, “fui director general por cuenta ajena siete años y ya llevo 10 de director general siendo también accionista”. Por si no hubiera quedado claro dice que se considera “un afortunado” por el puesto que tiene e insiste en que es un trabajo “muy bonito, porque sin ser un gran experto en nada, para eso te rodeas de la gente que lo es realmente en cada materia, te permite tocar la empresa en toda su amplitud, y como Apex siempre tiene por delante el reto de doblar ventas y resultados, volver a doblar, volver a hacerlo, estás muy entretenido y muy motivado”.
VIVIR AL REVÉS
Vamos a retroceder en el tiempo, porque antes de Apex y Borges nuestro entrevistado tuvo otros trabajos no tan apasionantes, aunque se queda con el lado bueno de ellos. Cuando terminó de estudiar en 1994 -es licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad del País Vasco en la especialidad de Dirección Comercial-, la tasa de paro era muy elevada “pero tenía muy claro que quería trabajar”, y su primera ocupación fue vender litografías “de esas que se ven en los hoteles y despachos de abogados“ por toda España y a comisión. Un comercial, vamos. “Sí, y me gustó, cerrar una buena venta produce una satisfacción comparable a muy pocas cosas”.
Después tuvo un empleo nocturno, de 1 a 8 de la mañana, en una empresa que se llamaba Compañía de Asistencias Generales, “la típica de urgencias de gremios”. En esas estaba cuando le llamaron para hacer la prestación social sustitutoria, porque se había declarado objetor de conciencia (perdón a los más jóvenes, quizás ni siquiera han oído hablar de esas cuestiones) y le destinaron al departamento de Socios de Cruz Roja. Durante 13 meses compatibilizó la prestación social y el trabajo nocturno, y a nuestra pregunta de si además dormía nos responde que “muy bien, me levantaba a las 11 de la noche, desayunaba, me iba a trabajar, volvía a casa, comía a las 8 de la mañana, iba a la Cruz Roja, cenaba cuando los demás comían y me iba a la cama”. Debemos hacer algún gesto de asombro por esa vida al revés porque Santiago Sala dice “hombre, con 25 o 26 años…”, dando a entender que son edades en las que se aguanta todo.
“Tienes que hacer 50.000 kilómetros al año, si no te pierdes muchas cosas. Nadie viene a traerte tesoros a la oficina”.
En la Compañía de Asistencias Generales le fueron dando más responsabilidades, cuando acabó la prestación pasó al departamento administrativo y a partir de ahí se centró más en los números, contabilidad y finanzas. Dos años después aceptó la oferta de hacerse cargo de la apertura de la delegación de la empresa en Vitoria y colaboró en la puesta en marcha de las de Pamplona y San Sebastián, “es que tenía una jefa que me daba mucha bola, siempre que había alguna cosa era el candidato a que me la diera”. Hubo cambios en la empresa y su jefa salió, “el trabajo ya no me divertía y miraba el reloj a ver si faltaba mucho para salir. El 31 de diciembre dejé la empresa y el 2 de enero entré en una filial de Borges en Álava”.
BILBAINO E INTEGRADO EN LA RIBERA
Y volvemos al punto donde habíamos hecho el inciso. Santiago Sola es “muy bilbaíno” y trabaja en Tudela, dos lugares un tanto contrapuestos. Asegura que se siente cómodo en todas partes “y especialmente aquí, en Navarra y en La Ribera”, aunque precisa que “eso del trabajo ligado a una comunidad o a una población está superado en el mundo de la empresa. Yo me levanto los lunes y no vuelvo a mi casa de Bilbao hasta el viernes, o el jueves por la noche, pero cada semana duermo en tres o cuatro sitios diferentes. Es la labor del director general, buscar negocio, conocer gente, ver qué hacen bien los que lo hacen muy bien… Tienes que hacer 50.000 kilómetros al año, si no te pierdes muchas cosas. Nadie viene a traerte tesoros a la oficina”.
“Las redes sociales e internet han dado voz a pseudonutricionistas que dicen auténticas burradas”.
Como está fuera de casa aprovecha para dedicar muchas horas “a un trabajo que me apasiona, cuando haces algo que te divierte no te cuesta”, aunque eso hace que tenga “una vida personal relativamente corta”. Eso no significa que no haya podido integrarse en la sociedad ribera, donde se relaciona “con empresarios, directivos…” con los que comparte parecidos problemas, retos e inquietudes: “Por ejemplo, en la Asociación A+ de emprendedores de la Ribera, a la que pertenezco, tengo un soporte sentimental bastante bueno”. Además, Sola es fundador y participa en el clúster agroalimentario Nagrifood, participa con su empresa en proyectos de la CEN, CNTA y Sodena.
Teniendo en cuenta que Apex pone en el mercado aperitivos, snaks y patatas fritas, productos a los que se atribuyen todo tipo de peligros para nuestra salud, le preguntamos medio en serio medio en broma si no siente remordimientos cuando ve a una persona obesa por la calle. Alega que es una mala fama injusta y pasa al ataque: “Soy presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Aperitivos y llevo muchos años lidiando con este tema. En este momento hay mucho ruido, las redes sociales e internet han dado voz a pseudonutricionistas que dicen auténticas burradas. Se habla de que nuestros productos tienen grasas hidrogenadas, mentira. Hemos reducido el 15% de la sal de los productos, el 10% de las calorías y hemos eliminado prácticamente las grasas saturadas, no ya las trans o las hidrogenadas, esas nunca han estado presentes. Nos parecemos bastante más a los cereales del desayuno que a las gominolas”.
No lo deja traslucir, pero por si nuestra pregunta le ha hecho ponerse algo tenso le planteamos para terminar algo más amable, qué hace en los escasos momentos en los que no está trabajando. Efectivamente parece distenderse, se recuesta en el respaldo de la silla y responde lo inevitable en su caso: estar con su familia “que soporta mis ausencias, aunque es verdad que los hijos se van haciendo mayores, tienen 12, 14 y 16 años, y te demandan menos. Algo de deporte y comer, tomar un vino con los amigos, somos poco de estar en casa, hacemos viajes de fin de semana, una escapada a Madrid, a Asturias…” Este fin de semana ya tiene plan: celebrar que es el Empresario del Año.