“Hay personas que parecen nacer con más resiliencia que otras. Aquellas cuya resiliencia es menor pueden aprender a aumentar su capacidad para hacer prosperar y salir adelante cuando las cosas se ponen difíciles”, afirman desde el Centre for Confidence and Wellbeing. Y es que la resiliencia es un proceso activo y dinámico que puede entrenarse.
Por eso, como continuación de la última tribuna, hoy me gustaría compartir algunas prácticas que pueden llevar adelante las empresas para entrenar, impulsar y potenciar la resiliencia en las personas que las integran.
- Desarrollar un liderazgo resiliente. Ya lo decía Martin Luther King Jr. “Un hombre no mide su altura en los momentos de confort, sino en los de cambio y controversia”. Las empresas deben predicar con el ejemplo y procurar que los líderes sean los primeros en mostrar un comportamiento resiliente, es decir, optimista, flexible, adaptativo, creativo, confiado…
- Promover un sentido de propósito. Según varios estudios, cuando los trabajadores encuentran un significado a lo que hacen se involucran más. Eso fortalece su capacidad para superar las dificultades y conseguir las metas propuestas.
- Fomentar la autonomía y seguridad de los integrantes de los equipos. La autonomía impacta positivamente en la autoestima de los trabajadores, ya que da a los equipos seguridad a la hora de desempeñar su trabajo. De esta manera, además, serán más resistentes a los problemas. Sumada a esta, otra forma de fomentar la seguridad puede ser establecer políticas de recompensas que reconozcan este tipo de comportamientos.
- Impulsar las relaciones personales y reforzar el trabajo en equipo. Los lazos interpersonales sólidos mejoran la resiliencia de los empleados, posibilitan disponer de puntos de apoyo sobre los que sustentarse en épocas complejas. El trabajo en equipo permite poner en común las diferentes habilidades, lo que aumenta las posibilidades de la empresa a la hora de resolver situaciones complejas.
- Promover el desarrollo y el aprendizaje de capacidades que aumenten la resiliencia. Es importante generar instancias para entrenar y aprender ciertas capacidades tales como la creatividad, la adaptación, la iniciativa, el sentido del humor y la colaboración, entre otras. El aprendizaje de nuevas habilidades y capacidades es una buena forma de aumentar la resiliencia de los empleados, ya que posibilitará que estén más preparados para nuevos retos.
- Implantar buenas prácticas dentro de la cultura corporativa. Esto implica generar un entorno organizacional donde el cambio sea percibido como una oportunidad y no como un conflicto, una cultura capaz de gestionar el cambio, valorar el sentido del humor y cuidar los niveles de estrés a través de mecanismos que permitan monitorizar los niveles de este tanto en el individuo como en el conjunto de la plantilla. Para lograrlo, puede ser útil establecer políticas que promuevan un buen estado de salud física y mental, ya que esto es el caldo de cultivo de la resiliencia en el trabajo.
No podemos -ni debemos – subestimar la importancia de la resiliencia en el lugar de trabajo porque es donde pasamos la mayor parte de nuestro tiempo. La resiliencia es una habilidad crítica para la vida, por eso entrenarla no solo nos ayudará a gestionar mejor el estrés en el trabajo, sino sobre todo a mejorar nuestra salud y bienestar en general.
María Eugenia Clouet
Consultora especialista en transformación organizacional, sostenibilidad e innovación social – Facultad de Económicas Universidad de Navarra