“¡Un bocadillo de jamón!”, “¡uno de tortilla!”, exclaman los camareros de un céntrico bar pamplonés tras la barra, elevando la voz para dejarse oír por encima de la txaranga que, calle abajo, lleva consigo una marea blanca y roja. En busca de algo con lo que llenar su estómago, una cuadrilla de jóvenes se pone de puntillas y alza la mirada, tratando de ver más allá de la ría sanferminera que inunda la calle. “¡Eh, tíos! ¡Pedimos ahí!”, clama el que va por delante del resto, mientras esquiva algún que otro codazo y pisotón. Los chavales han elegido un local que, durante estos días de julio, cambia de actividad para vender comida y bebida principalmente.
En la calle Chapitela, Gloria Inés Pérez prepara pedidos a toda velocidad. Atenta a peticiones de aquí y de allá, abre la nevera y coge un par de cervezas. Pero su trabajo no siempre es así. De hecho, casi nunca es así. “Durante el año, nos dedicamos a la reparación de móviles, somos una tienda de tecnología”, detalla mientras atiende a un cliente que, hambriento, quiere un bocadillo de lomo y queso. “Es uno de los favoritos”, apostilla Gloria Inés al tiempo que le pregunta si desea algo de beber. El producto estrella en este tipo de locales es, sin duda, la sangría.
“Si no existiese la opción de cambiar la actividad de algunos locales durante unos días, no cabríamos todos en los bares”
Tras las críticas y quejas de la hostelería frente a estas “licencias exprés”, concedidas para la venta de bebidas y alimentación durante las fiestas de la ciudad, Navarra Capital ha querido recoger la versión de quienes montan este tipo de establecimientos. ¿Aumentan el botellón? ¿Se ensucian más las calles? ¿Este tipo de locales suponen una competencia “desleal” para la hostelería del entorno? Gloria Inés responde con un firme “no”. “Todo el mundo tiene derecho a trabajar en San Fermín, no le quitamos nada a nadie ni hacemos ningún mal. Hay sitio para todos”, defiende.
Citymovil abrió sus puertas hace un año. Gloria Inés, cabizbaja, suspira: “La actividad de reparar móviles se frena cuando llegan los Sanfermines, por eso decidimos implementar este servicio con bocadillos y bebidas. Nos va bien en San Fermín, para todos alumbra el sol”. Así, con la ayuda de sus dos hijas, se mantiene al frente del establecimiento que, pasado el 14 de julio, volverá a dedicarse a las tecnologías.
EN NAVARRERÍA
Unas calles más arriba, en plena plaza de la Navarrería, Carlos Pascual y Javier Navaridas atienden a sanfermineros que desean continuar con la fiesta. Latas de cerveza, sangría, botellas de agua… Hay incluso ‘vapers’. Fundadores de Clabao, empresa navarra de gestión integral de pisos turísticos, deciden buscar fuentes de ingresos extra durante las fiestas. Al igual que Gloria Inés, su opinión frente a las quejas de la hostelería es clara: “Si no existiese la opción de cambiar la actividad de algunos locales durante unos días, no cabríamos todos en los bares”.
“Aquí vienen jóvenes que buscan comida o bebida a un precio barato. No todo el mundo se puede permitir ciertos gastos”
En el establecimiento no disponen de productos de alimentación, pero sí de bebidas frías. También aquí, la favorita es “la sangría de Don Simón”. Tras la barra, Carlos y Javier atienden a infinidad de clientes, la mayoría de un “perfil joven”. Frente a quienes sostienen que la excesiva basura acumulada en la vía pública se debe en parte a la actividad de este tipo de locales, Carlos menea la cabeza de un lado a otro antes de responder: “San Fermín es una fiesta que se celebra en la calle. Todos padecemos platos rotos como la basura. Nosotros somos una tienda como otra cualquiera”.
En Santo Domingo, los responsables de un establecimiento especializado en la reparación de móviles preparan un par de kebabs y varios kalimotxos. “¡Un durum mixto!”, grita un joven mientras uno de los empleados nos atiende. Ya han transcurrido cinco años desde que el negocio abrió sus puertas y, algo cabizbajo, reconoce que estos Sanfermines están teniendo menos clientela. “Parece que hay menos gente en la calle. Aquí vienen jóvenes que buscan comida o bebida a un precio barato. No todo el mundo se puede permitir ciertos gastos”, puntualiza desde el anonimato, ya que tanto él como sus colegas prefieren no avivar la polémica.
En su local, las bebidas más demandadas son las cervezas y los chupitos de Plata o Plomo. “Tenemos permiso para vender y queremos trabajar, no hacemos ningún daño. Después de las fiestas, retomaremos la reparación de móviles”, remata.