Tras recoger el galardón de RSC Medioambiental en los II Premios RSCapital, Raúl Pilar Garcés, director de la Granja Escuela Gure Sustraiak, invitó a los asistentes de la ceremonia a probar un aperitivo basado en su nuevo modelo de alimentación: «Hemos traído un menú elaborado por los miembros de nuestro centro ocupacional, que está inspirado en el tipo de alimentación sostenible y saludable que estamos implementando en nuestra organización».
Su iniciativa, ‘Alimentación sostenible y local’, se impuso con 1.118 votos (53 %) a las otras dos finalistas: el ‘Proyecto solar Chamalire’, de Ingeteam, que logró 741 votos (35,1 %), y ‘ORC Organic Rankine Cycle’, de Rockwool Peninsular, que ocupó la tercera posición con 251 votos (11,9 %). Martín Larraza, vicerrector de Economía, Estrategia y Planificación en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), fue el encargado de entregar el reconocimiento al director de la granja escuela.
«Nos dimos cuenta de que teníamos una pata que siempre nos íbamos dejando atrás en lo referente a los servicios de alimentación de nuestros clientes y trabajadores».
Antes de conocer el nombre del proyecto ganador, tuvo lugar un coloquio en el que también intervinieron los representantes del resto de las organizaciones candidatas: Juan Carlos Jadraque, director de SolarPV, Bess & Green H2 en Ingeteam, y Santiago Osés, que dirige la planta de Rockwool Peninsular en Caparroso.
Durante su intervención, Pilar Garcés expuso el motivo que les llevó a presentar un proyecto en esta categoría: «Aunque teníamos iniciativas para presentar en cada una de las candidaturas, consideramos que esta era la más innovadora en nuestra entidad. Trabajábamos la sostenibilidad en diferentes ámbitos, pero nos dimos cuenta de que siempre teníamos una pata que nos íbamos dejando atrás en lo referente a los servicios de alimentación de nuestros clientes y trabajadores».
En concreto, la iniciativa ganadora pretende transformar el modelo de alimentación de las 37 personas que trabajan en la plataforma, las 38 personas con discapacidad que viven en sus pisos tutelados, las 30 familias que conforman su grupo de consumo y los más de 1.500 escolares que pasan cada año por sus programas de educación ambiental: «Nuestro caballo de batalla era la alimentación».
Su principal preocupación, sobre todo, era que mejorar la alimentación de todas estas personas implicase un incremento de los precios que se no pudiera asumir. Pero cuando llegó la pandemia y dejaron de recibir escolares, fue el momento en el que decidieron lanzarse a cambiar el modelo de alimentación de las personas desde dentro.
«Transformar el tipo de alimentación de todas las personas que forman parte de nuestra organización ha sido todo un reto. Hemos cambiado nuestra cocina para ofrecer producto fresco y de temporada. Para ello, nos hemos apoyado en los programas de Ecoalde vinculados a los que se están desarrollando en ikastolas y escuelas municipales». Desde entonces, trabajan en el cultivo en productos ecológicos y locales, sin fertilizantes de síntesis, pesticidas ni herbicidas.
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