domingo, 15 diciembre 2024

Trucos ‘foodie’ para un otoño sin gripe

El otoño, la estación preferida de los amantes de las tardes de 'peli' y manta o las bebidas calientes. Pero la estación es para muchos sinónimo de la llegada de resfriados y catarros. A continuación encontrará el lector una serie de consejos para comer rica y equilibradamente durante esta transición de época y, de paso, mantener a raya los virus y las bacterias.


Pamplona - 30 octubre, 2021 - 00:07

La sopa de calabaza con zanahoria, una manera muy otoñal de consumir vitamina A. (Fotos: cedidas)

Llegan los paisajes en tonos marrones y naranjas, el fin del calor sofocante, los días de lluvia, las bebidas calientes, las tardes de ‘peli’ y manta… No extraña que el otoño sea la estación preferida de muchos. Sin embargo, esta época del año se caracteriza también por los cambios bruscos de temperatura: un día llueve, otro día hace sol; uno de manga corta y al siguiente, con el abrigo.

El cuerpo debe adaptarse a la nueva temperatura durante los cambios de estación. Según explican los expertos de DosFarma, esta transición climática hace que el cuerpo sufra estrés térmico, cuyos síntomas incluyen «un mayor cansancio, es decir, una sensación de agotamiento, fatiga o incluso calambres musculares; jaquecas al despertar, irritabilidad o falta de concentración». Y, como guinda de este pastel, aparecen los catarros y constipados, la gripe o el temido coronavirus.

La forma más eficaz de ayudar a nuestro sistema inmune ante los cambios de temperatura y el frío del otoño es, sin lugar a dudas, una alimentación equilibrada. El lector puede potenciar el consumo de las comidas del día a día que contienen todos los nutrientes necesarios para mantener un sistema inmune fuerte, y así combatir los patógenos durante los primeros meses de temperaturas bajas.

Los huevos y las espinacas son fuentes de vitamina A, que fomenta la formación y el mantenimiento de las mucosas.

UN PAR DE HUEVOS

La vitamina A es un nutriente que participa en la formación y el mantenimiento de las mucosas, una de las principales barreras defensivas contra los patógenos. La falta de esta vitamina supone, por eso, una alteración en la creación de los anticuerpos y una reducción de la inmunidad inmediata. También es beneficiosa para la vista y para la salud de los dientes, los huesos y la piel. Se encuentra en alimentos como el aceite de hígado de bacalao, los huevos, las zanahorias o las verduras de hoja verde (brócoli, espinacas…).

SI USTED PASA… ¡YO ALMENDRA!

La vitamina B2 o riboflavina favorece la formación de anticuerpos y de glóbulos rojos. También interviene en el mantenimiento de las mucosas y participa en los procesos de producción de energía. Se puede obtener tomando almendras, pescados (caballa o anchoas, por ejemplo), guisantes y huevos.

MI MEDIA GUAYABA

Aunque la vitamina C se asocia con el zumo de naranja, hay otros alimentos como la guayaba, la grosella negra, el pimiento rojo o el brócoli que contienen este nutriente en mayores cantidades. Sus beneficios son inmensos: reduce el tiempo que los virus están activos en el organismo, contribuye a que el sistema inmunitario funcione correctamente, mejora la absorción de hierro, es antioxidante e interviene en la producción de colágeno, la proteína encargada de la cicatrización de las heridas.

Hay grandes cantidades de vitamina C en el kiwi o la guayaba, incluso más que en la naranja.

MUCHO SOL Y AÚN MÁS NUECES

La vitamina D es fundamental para el buen funcionamiento del sistema inmunitario, ya que estimula la acción de las células contra los patógenos. También ayuda al organismo a absorber el calcio y es necesaria para la salud del sistema nervioso y de los músculos. Se obtiene principalmente de la exposición a la luz solar, pero también se encuentra en el salmón, el hígado de bacalao, las setas, las nueces o los productos lácteos. Conforme se acerca el invierno, disminuyen las horas de luz, pero es importante pasar diez o quince minutos diarios bajo el sol, y siempre con protección solar.

VERDE QUE TE QUIERO ACEITE

La vitamina E, un nutriente que se encuentra en los aceites vegetales, tiene un potente efecto antioxidante, por lo que ayuda a las células a combatir los daños. No solo es necesaria para que el sistema inmunitario pueda luchar contra los virus y las bacterias, sino también para la correcta circulación de la sangre y a que las células realicen adecuadamente sus funciones. Otros alimentos ricos en esta vitamina son los frutos secos (almendras, avellanas…) y las verduras de hoja verde.

El aceite de girasol contiene altos niveles de vitamina E, que ayuda a la correcta circulación de la sangre.

COMA CARNE Y NO CUENTO

Las carnes de ternera, cerdo o cordero son una fuente privilegiada de zinc, un mineral que se encuentra en las células de todo el cuerpo y ayuda a mantener las defensas del organismo. Interviene en varios procesos, como la cicatrización de las heridas o el crecimiento de las células. También contienen este nutriente las nueces, las legumbres o la levadura.

La levadura de la cerveza contiene selenio, un nutriente que interviene en la producción del ADN y tiene efectos antioxidantes.

«LA CERVECERÍA ES LA MEJOR FARMACIA»

El viejo proverbio alemán podría estar en lo cierto. El selenio, que se encuentra en la levadura de cerveza, es necesario para que el cuerpo pueda combatir las infecciones. Así mismo, interviene en la producción del ADN y tiene efectos antioxidantes. Puede consumirse también en pescados y mariscos, el ajo o el germen de trigo.

EL QUE DE JOVEN COME SARDINA…

Este y otros pescados azules como los boquerones o las anchoas no solo contienen espinas. También aportan ácidos omega-3, unos nutrientes que forman parte de las membranas que rodean las células. Estos nutrientes son conocidos por sus beneficios cardiovasculares y por ser útiles para bajar el colesterol. También tienen efectos antiinflamatorios y contribuyen al buen funcionamiento de las defensas. Se pueden encontrar, asimismo, en las nueces o las semillas de lino.

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