domingo, 28 abril 2024

Ubeta descorcha sus vinos ecológicos en grandes restaurantes de diez países

La bodega, ubicada en Barillas, se fundó hace solo siete años en los viñedos centenarios de la familia Antón. Pero sus vinos, que han recibido la máxima distinción en dos ediciones consecutivas del certamen Garnachas del Mundo, ya compiten en calidad y precio con los de otras denominaciones de origen más reconocidas. Restaurantes de Estados Unidos, Holanda, Alemania, Bélgica, Japón, Suiza, México, Reino Unido, Francia y España los ofrecen en sus cartas.


Pamplona - 11 septiembre, 2023 - 06:00

La bodega cuenta con cincuenta hectáreas de viñedos, de las que una gran parte tienen más de cien años. (Fotos: cedidas)

La bodega Ubeta es ya un referente. Creada por «hijos y nietos de agricultores», fue fundada hace apenas siete años, pero ha posicionado sus vinos ecológicos en algunos de los más importantes restaurantes del mundo. Estados Unidos, Holanda, Alemania, Bélgica, JapónSuiza, México, Reino Unido, Francia y España son los países donde la empresa navarra ha desembarcado.

Al frente del negocio se encuentra Roberto Antón, que se define como un «biólogo hacedor de vinos» y forma parte de la cuarta generación del linaje Antón. Una familia cuyas viñas, algunas de ellas con más de cien años de historia, se localizan en Barillas.

Antes de la creación de la bodega, los Antón vendían la uva a granel a través de la cooperativa de Ablitas. Pero el actual propietario de la firma observó que la tierra de sus ancestros podía servir para dar forma a vinos prémium de garnacha, por lo que se lanzó a elaborarlos en producciones limitadas y a buscar nuevos mercados más allá de la Comunidad foral, donde también se ofrecen en restaurantes con estrellas Michelin. Vinos cuyos precios de compra en bodega llegan a alcanzar hasta los 60 euros por botella. Para el Berabal de Ubeta 2020, que pertenece a la serie Gran Cru y es su máximo exponente, incluso «hay lista de espera».

«Estamos recuperando variedades que estaban perdidas, como la desgranadera y la pasera»

Desde entonces, Antón ha invertido «más de un millón de euros» en la compañía, que ha experimentado un crecimiento constante de la facturación, fijado entre el 10 y el 15 % anual. Ingresos de los que el 80 % proceden de la exportación. En esa expansión, además de los distribuidores que tiene repartidos por el mundo, está jugando un importante papel Israel Hernández, director comercial de la marca.

La finca de Ubeta, ubicada a los pies del Moncayo, se divide en dos zonas. Por un lado, cuenta con treinta hectáreas de viñedos antiguos, donde se produce la uva de más calidad y que sirve de base para sus vinos. En paralelo, hay una plantación más joven, cuya superficie es de veinte hectáreas, cuya fruta se vende principalmente a granel y posee la misma genética que las parras más antiguas: «Trasladamos viñedos viejos a la plantación nueva, donde esperamos a que se haga vieja. De hecho, estamos recuperando variedades que estaban perdidas, como la desgranadera y la pasera», detalla. Su emplazamiento, además, permite a la tierra gozar de más agua, mientras que el cierzo propio de la zona «rebaja la temperatura de la uva, aportando calidad y un efecto secante que elimina las enfermedades y hace que el fruto sea más sano».

El rendimiento de las viñas centenarias es, por tanto, menor. Una plantación añeja produce unos 2.500 kilogramos de uva por hectárea, mientras que una joven puede llegar «a los 8.000». Eso sí, la uva «madura mejor» y es «de mayor calidad».

UN VINO QUE HABLA

Al probar el vino, Antón busca que el cliente perciba «la Navarra de hace sesenta años». También quiere compartir las enseñanzas que heredó especialmente de su padre, José María Antón, quien le transmitió los valores que intenta trasladar ahora a sus caldos: «Cuando abres la botella, te tiene que llegar la sensación de que estás probando algo placentero, saber que estás preservando una genética y una historia antigua y que estás bebiendo un producto natural».

Roberto Antón trata de plasmar la historia de su tierra y su familia a través de los vinos de Ubeta.

Roberto Antón trata de plasmar la historia de su tierra y su familia a través de los vinos de Ubeta.

La producción de vinos más emblemáticos se lleva a cabo de forma minuciosa. El equipo corta la uva a mano para, posteriormente, seleccionarla una a una. Así se evitan posibles desperfectos o daños en la fruta y se garantiza un color homogéneo. Los frutos que no pasan el corte se venden a granel junto a los procedentes de los viñedos más jóvenes.

«Una bodega convencional necesita dos o tres días para madurar la uva con químicos. Nosotros, tres o cuatro meses»

Acto seguido, la fruta ya elegida pasa a una cámara que se encuentra a dos grados, donde se almacena durante una noche. De esta forma, el fruto llega «fresco» a los depósitos. Las uvas blancas se transportan a tanques de acero inoxidable, mientras que los tintos se guardan en barricas de madera u hormigón, donde fermentan. Precisamente, el hormigón aporta una «mayor suavidad» y permite «cambiar tiempo por química». «Una bodega convencional necesita dos o tres días para madurarla con químicos. Nosotros, tres o cuatro meses», relata.

Una vez acabado este proceso, el producto pasa por toda la amalgama de depósitos necesaria para aportarle los aromas y sabores deseados. Por eso, Antón confiesa que «sin tradición no habría Ubeta», aunque la innovación también juega un papel importante: «Gracias a ella, nuestro producto tiene un valor añadido».

Ubeta es la primera bodega navarra ecológica cuyo vino ha sido premiado con medallas de oro en dos ediciones consecutivas del certamen Garnachas del Mundo. En 2022, logró el máximo reconocimiento con su Berabal 2020 y el Ubeta garnacha blanca 2021. Este año, hizo lo propio con el Berabal 2019, además de obtener la plata con el Ubeta garnacha 2020. «Hemos logrado competir con los vinos de La Rioja. El mérito es de nuestra uva», sentencia.

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