Como casi todo lo que ha sido tendencia desde finales del siglo pasado, el co-living tiene su origen en ese enorme ‘laboratorio’ de ideas y creatividad al aire libre que es Silicon Valley, en los Estados Unidos. Allí, tras su formación universitaria en esas residencias de alto nivel de las que hemos tenido noticia a este lado del Atlántico a través de películas y series de televisión, los jóvenes graduados afrontaban un serio problema: encontrar un espacio acorde con sus gustos y su visión de la vida y que, además, les permitiera afrontar con garantías los primeros años de su trayectoria profesional.
De esa original necesidad surgieron esos primeros inmuebles que hoy ya son tendencia de éxito en el mundo anglosajón donde los inquilinos, aparte de compartir las zonas comunes y un perfil profesional más o menos aproximado, interactúan en la búsqueda de experiencias laborales y vitales. Es decir, estamos hablando de una variante 2.0 del coworking de toda la vida que se ha convertido, según indican los caza tendencias más reconocidos, en una ‘revolucionaria forma de vida’ por tres grandes razones, fundamentalmente.
En primer lugar, porque se propone una forma de estar y ser en el mundo totalmente alineada con la visión ‘millennial’ en la que la propiedad ya no es el objetivo porque lo que se pretende, por encima de todo, es aprovechar al máximo las experiencias de la vida. Por eso, los co-living que han empezado a extenderse fuera del mundo anglosajón se han establecido en puntos exóticos (Australia, Singapur, Brasil…) ya que se ha convertido un nuevo atractivo que supera ampliamente la tradicional oferta turística del sol y playa.
Sin ir más lejos, en el caso de España, conviven proyectos en Madrid y Cataluña con otros en Baleares, Málaga, Palma de Mallorca, Alicante, Canarias y, todo parece apuntar a que, próximamente, un pueblecito de la Zona Media de Navarra pudiera unirse a esta moda… En definitiva, espacios abiertos y saludables que por la oferta cultural, paisajística o histórica sean una motivación extra para quienes apuestan por esta nueva forma de vida.
Porque de lo que estamos hablando es una nueva filosofía vital donde tan importante el el trabajo como poder expesar y desarrollar tu interior en armonía con el entorno que te rodea. Por eso, siguiendo esa misma línea, los co-living, que por cierto, presentan un nivel de rotación de sus inquilinos muy baja, incluyen de forma obligatoria espacios ex profeso para que, además de trabajar, sus inquilinos e invitados puedan interactuar en salas de cine y juegos (ping pong, billar, dardos), biblioteca, comedores donde reservar para hacer una cena privada con amigos, gimnasio y hasta restaurante.
La idea que subyace en el fondo es total libertad de creación lo que se ha demostrado que es un factor clave para incrementar la productividad y la creatividad. También se pretende extender entre los usuarios estados de ánimo positivos y favorables a la colaboración para el desarrollo de propuestas sostenibles y que mejoren y hagan evolucionar el mundo que nos rodea.
Con el co-living, por lo tanto, el concepto comunidad se lleva hasta el extremo de tal forma que se genera un ambiente propicio para la generación y puesta de largo de proyectos empresariales disruptivos y ésta es la segunda razón de su éxito. Porque estos espacios no solo permiten acelerar el proceso de creación y puesta en marcha sino que, además, facilita la participación de profesionales con visiones y experiencias contrapuestas que aseguran que el proyecto de negocio esté mejor construido y tenga más fácil alcanzar los objetivos marcados desde un primer momento por su promotores.
Finalmente, hay una tercera causa, de índole económico, que actúa como animador de este fenómeno. Así, gracias al co-living se han podido rehabilitar zonas que, en un primer momento, pudieran estar deprimidas e, incluso, alcanzar rentabilidades en inmuebles cercanas al 7,5%, según apuntan algunos expertos conocedores de esta nueva propuesta de vida en común. Un planteamiento, además, de futuro puesto que todo apunta a que el co-living ha venido para quedarse y del que se benefician tanto las personas como el tejido económico y empresarial que la rodea por la demanda que se realiza tanto de servicios como de tecnología que plantea este tipo de establecimiento.
Y esto solo es el principio. El co-living es la primera señal de los nuevos fenómenos sociales y de adaptación que, más pronto que tarde, tendremos que afrontar debido a la extensión y potencia de esta nueva era marcadamente tecnológica. Sin embargo, flaco favor haríamos a este fenómeno si nos quedáramos solo en la superficie luminosa de la pantalla móvil o de la APP. Como hemos comentado, seguramente, con nuestra época, el ser humano, por primera vez en su historia, afrontará una vida marcada por el cambio vertiginoso, constante e infinito. Sin duda, da un poco de vértigo pero ¿te apuntas?