Con la llegada del Covid-19, muchos proyectos se han visto pospuestos en Europa. No obstante, ha quedado más clara la necesidad de potenciar, proteger y consolidar la Unión Europea y nuestra democracia. Debido a esa necesidad, el próximo año trabajaremos en la Conferencia sobre el futuro de Europa.
Ya en el año 2019, el presidente francés, Emmanuel Macron, lanzó la idea de organizar una conferencia sobre el futuro del Viejo Continente durante su presidencia rotatoria en el Consejo (que llegará en el primer semestre de 2022). Su intención sería afrontar una amplia renovación, que abarcaría diversos ámbitos de la Unión Europea. Esta idea se vio reforzada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el discurso de investidura en la cámara de Estrasburgo de este mismo año.
Finalmente, el pasado 16 de marzo, el presidente del Parlamento Europeo, la presidenta de la Comisión Europea y el primer ministro de Portugal, en nombre de la presidencia del Consejo, firmaron por fin una declaración conjunta que abre camino a la organización de dicho cónclave. Con ella se pretende crear un debate con ciudadanos, empresas y agentes sociales para analizar qué aspectos de la gobernanza y diseño de la UE pueden ser mejorados.
Además de la importancia que conllevará dicha conferencia (por los posibles cambios que puede impulsar), supondrá dar respuesta a una demanda ciudadana. Así lo demuestran los datos del último Eurobarómetro (marzo 2021), donde se observa que el 92 % de los europeos exige que su voz se tenga más en cuenta en las decisiones relativas al futuro del continente. Por eso, la conferencia no debe dejar fuera ningún tema desde las necesidades observadas antes de la pandemia hasta los desafíos a los que actualmente nos enfrentamos.
“Urge crear una Europa más democrática, transparente, eficiente y más cercana a los ciudadanos”.
Debe ser una herramienta para hacer realidad la transición ecológica y digital. Y tiene que impulsar un diálogo abierto, que nos permita buscar la fórmula que nos haga más proactiva en materia de digitalización, mientas conseguimos que la UE sea climáticamente neutra en 2050. Esto reforzará también la competitividad de nuestra industria, donde se ha demostrado que necesitamos crear una cadena de valor más integrada dentro del mercado único europeo para potenciar la producción de ciertos productos estratégicos en Europa como, por ejemplo, los sanitarios. Tampoco debemos olvidar los numerosos retos sociales que, durante estos años, se han puesto de manifiesto, como las amenazas al Estado de Derecho, las desigualdades y la falta de libertades o la falta de solidaridad. Una mala gestión política europea puede ser la causa de los crecientes populismos o los ataques a los valores fundamentales de la Unión.
A esto hay que sumar el intenso debate sobre la falta de competencias europeas en materia sanitaria, ya que la pandemia ha evidenciado la insuficiencia de recursos europeos en esta materia y la dependencia que tenemos respecto a terceros países. En ese sentido, ya se ha empezado a valorar la posible creación de una unión sanitaria, donde la coordinación entre Estados, por ejemplo en la compra de material sanitario y la creación de protocolos, sea la base del futuro sanitario europeo.
“La conferencia del próximo 9 de mayo no debe dejar fuera ningún tema, desde las necesidades observadas antes de la pandemia hasta los desafíos a los que actualmente nos enfrentamos”.
Para cumplir con esas metas, la UE no puede depender únicamente de las aportaciones de los Estados, que en muchos casos son mínimas.
Cada día se hace más necesaria la creación de un presupuesto europeo con recursos propios, sin el cual no podremos avanzar. Es lógico que, si queremos incrementar y mejorar las competencias de la Unión, debamos tener una financiación y capacidad acorde a las realidades del mañana. En la actualidad, casi el 70 % del presupuesto europeo proviene de las aportaciones nacionales. Para que la Unión Europea pueda afirmar su legitimidad operativa, esto debe cambiar.
En relación a la gobernanza de la Unión, nos hemos dado cuenta de que, siendo necesaria la unanimidad, corremos el riesgo de sufrir un veto gubernamental o un bloqueo por parte de algunos Estados miembros. Por ello, la Conferencia sobre el Futuro de Europa debe abordar la necesidad de pasar de dicha unanimidad al sistema de mayorías en aspectos que se consideren cruciales.
Por último, es de vital importancia dialogar sobre el papel o el rol de la Unión Europea en el mundo. Sobre todo si tenemos en cuenta el actual escenario geopolítico incierto que está surgiendo con tras el Covid-19. Un escenario marcado por la nueva relación de Europa con la Administración Biden; la legislación sobre la nueva estrategia de datos; o la futura legislación sobre la regulación de plataformas, en la que seremos pioneros a nivel mundial. Está claro que Europa debe tomar un papel de liderazgo mundial, compartiendo valores y normas en un mundo cada vez más inestable. Por todo ello, la conferencia es más necesaria que nunca. Urge crear una Europa más democrática, transparente, eficiente y más cercana a los ciudadanos para que estos perciban que forman parte de una Europa con futuro.
Una vez lanzada su organización, se espera que la Conferencia arranque el próximo 9 de mayo, coincidiendo con el Día de Europa. Entonces, comenzará todo un proceso de diálogo en el que gobiernos, empresas, asociaciones y ciudadanos debemos debatir sobre qué Europa queremos en 2030.
Adriana Maldonado
Eurodiputada socialista