Así, sin enterarnos, hemos pasado de la agitación y la desesperanza por estar confinados durante 50 días, a no atrevernos a salir de casa. Dicen los expertos que es normal tener un poco de miedo a la hora de reactivar la vida social, pero hay un pequeño grupo de población que, directamente, está prefiriendo quedarse en casa, por miedo y porque se encuentra más a gusto. Ha llegado a sus vidas el ‘Síndrome de la Cabaña’.
Se trata de un comportamiento que ya se había detectado en personas que habían pasado períodos de encierro en hospitales, cárceles o secuestradas. Y ya lo advirtieron los psicólogos durante el confinamiento estricto, que ancianos, hipocondríacos y personas que han estado viviendo solas estaban expuestos a este síndrome. Y se ha confirmado: “Se trata de una tendencia al aislamiento y a estar en un entorno conocido y dominado”, explicaba hace unos días el psiquiatra Luis González de Rivera, experto en este tipo de comportamientos.
¿CÓMO DETECTARLO?
Es importante destacar que no se trata de un trastorno psicológico, más bien se habla de una consecuencia conocida, o incluso podría verse como natural, tras haber pasado tanto tiempo confinados.
Quienes la padecen, sienten miedo a salir a la calle, miedo a contactar con otras personas fuera de las paredes de su casa, pavor a realizar actividades que antes eran cotidianas como trabajar fuera de casa, moverse en transporte público, comprar, tomar un pincho en un bar, relacionarse con otras personas, etc.
La reacción que provoca en las personas el ‘Síndrome de la Cabaña’ puede ser por un lado de confort, seguridad y tranquilidad en las actividades en casa; a la vez que ansiedad, evitación e irritabilidad por el mero hecho de pensar en salir a la calle o de retomar la vida que tenía antes del confinamiento.
Como decíamos, hay perfiles de personas más expuestas a este síndrome, pero sin duda, quienes han pasado el confinamiento solas tienen más posibilidades de desarrollarlo. El hábito de no tener ningún contacto físico o cercano con otra persona puede haber creado una forma de rechazo a lo que ahora es excepcional para estas personas, que es la cercanía con los demás.
Pero cuidado, no podemos olvidar que la pandemia continúa, por lo que el riesgo de contagio es real. Salir a la calle con mascarillas y lavándonos continuamente las manos es algo muy real que estamos viviendo y que no ayuda a desconectar del miedo. Pero es que los temores de estas personas no son solo al contagio del coronavirus, sino a afrontar situaciones sociales o espacios abiertos con estímulos que escapan a su sensación de control.
PASOS PARA SUPERARLO
La psicóloga María Martín de Pozuelo, coordinadora del centro de Terapia Estratégica en España, sugiere “dedicar un tiempo cada día a afrontar ese miedo, en lugar de evitarlo, para superarlo y convertirlo en coraje. Al miedo hay que usarlo como un recurso y no como un límite“.
Por ello, es importante darle un lugar, reconocer que existe, analizar de dónde nace e intentar afrontarlo. Empezar a salir poco a poco. Por ejemplo, a tirar la basura, a dar una vuelta a la manzana… Es un pequeño punto de partida. Lo mismo que tomar medidas que nos den seguridad, como el uso de la mascarilla, el gel hidroalcohólico y seguir un protocolo de higiene al volver a casa. Y, muy importante, evitar la búsqueda constante de información sobre el virus o estar todo el tiempo hablando sobre ello. La sobreexposición informativa no ayuda.
Si estas pequeñas estrategias no son suficientes, Martín de Pozuelo recomienda hablar con un profesional: “En estas semanas se ha hablado mucho de ansiedad, pero realmente lo que predomina es la angustia. Para algunas personas, la sensación de derrota es muy grande. Y esto, cuando se mantiene en el tiempo, puede conducirnos a una depresión”, advierte. Por ello, recordamos a los interesados que el Ministerio de Sanidad y el Consejo General de Psicólogos han activado unos teléfonos de apoyo para la población afectada.