Recuperar “la esencia”. Este el objetivo que buscaba Adriana Villanueva al trasladar su escuela, AV Sport Horses, a la Yeguada Monteverde. Tras poner en marcha su proyecto hace dos años en la Hípica Óscar Lorente de Huarte, tal y como informó Capital Sport, se mudó al Centro Ecuestre Cizur en noviembre de 2022. Después de un año en dicha sede, dio un nuevo salto el pasado mes de noviembre para “ofrecer un trato más cercano a sus clientes”.
El centro de Cizur era más amplio, contaba con más caballos y atendía a un gran grupo de personas. Pero no terminaba de sentirse cómoda. “En Huarte tenía algo más pequeño, lo que me permitía dar un trato más cercano tanto a los alumnos. Quería dar clases a personas de todas las edades, pero siempre ofreciendo un entorno más familiar, en el que no hubiera tanta aglomeración de gente en los entrenamientos”, detalla a Capital Sport.
Y fue entonces cuando la pamplonesa encontró un espacio a su medida en la Yeguada Monteverde. De hecho, había conocido a sus dueños cuando, a los diecisiete, entrenó en sus instalaciones durante un año. La relación era tan estrecha que, al abrir la escuela en Huarte, también barajó la posibilidad de establecerla en este centro colindante con la localidad de Endériz. “Ahora mismo, todas las hípicas tenían a gente dando clases. Decidí apostar por la yeguada porque es un lugar en el que vamos a estar tranquilos, donde va a ser muy fácil establecer la escuela y darle la visión que quiero”, añade.
LOS POTTOKAS
Por el momento, Villanueva cuenta con dos caballos para ofrecer sus clases, cursos intensivos y campamentos. En Huarte tenía cinco, además de una joven pottoka. Pero en su trasladado al Centro Ecuestre Cizur, redujo el número de animales: “La idea es traer un tercer caballo y volver a tener pottokas, en concreto dos ponis. Son muy demandados por los más pequeños”.
El nuevo recinto donde imparte las sesiones posee dos naves, una de ellas con cuatro cuadras y otra con ocho. Además, hay tres zonas semicerradas, con capacidad para ocho caballos, numerosos corrales donde los corceles pueden estar en libertad y dos pistas para saltos y clases. “Lo bueno es que tiene mucha campa para que los animales estén sueltos y puedan comer”, subraya.
En esta nueva etapa, aprovechará todos los utensilios que adquirió cuando estaba en Huarte, por lo que la inversión se centrará en la adquisición de un nuevo ejemplar, que puede oscilar entre los 2.000 a los 10.000 euros. En el caso de los pottokas, será una cesión temporal, durante la cual ella se hará cargo de su cuidado. Eso sí, no descarta comprarlos más adelante.