Un palo de golf está compuesto de dos materiales: grafito y acero. La mezcla de ambos dificulta su oxidación, al igual que el amor de Pedro Erice por este deporte. Desde los nueve años, este pamplonés viaja con su swing por todo el mundo. Fue campeón de España sub-21 en 2007; acudió con la selección nacional al europeo absoluto ese mismo año; y ha competido en grades torneos como el Open Preuvelle, el Open de San Remo, el Stade du Français o el Alps Tour Golf.
Ahora, a sus 37 años, centra sus esfuerzos en enseñar todo lo aprendido durante su carrera. En septiembre del año pasado, montó su propia escuela de golf, y ahora asesora a más de 73 alumnos en el campo público de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), reabierto por la Federación Navarra de Golf en mayo de 2022, tal y como adelantó Capital Sport en aquel momento.
Pero sus primeros pasos como profesor comenzaron en 2012. La «dureza» de la competición le llevó a un nuevo mundo. Así, empezó impartiendo clases en el Club de Golf de Jaca durante dos años, el tiempo suficiente para obtener el título de técnico formativo. Tras esta experiencia, hizo lo propio en el Golf and Country Club de Salamanca, donde permaneció otros tres hasta que se trasladó al Club de Gol Sojuela, en La Rioja. Y, entre 2020 y 2021, compaginó la labor en este último con la que desarrollaba en el Club de Campo Señorío de Zuasti. «Quería seguir con mi vida ligada al deporte y enseñar mi experiencia como jugador de alto nivel», afirma a este medio.
Pero, entonces, Erice vio la oportunidad de crear su propia escuela en las instalaciones de la UPNA. Y, hasta abril de este año, optó por combinar las clases en Zuasti con la formación que impartía en la universidad. Hasta que, finalmente, se decantó por dedicarse de lleno a su propia escuela, que lleva su nombre.
UNA MAYOR INDEPENDENCIA
Gracias a este proyecto, Erice goza ahora de mayor independencia, ya que no «depende de un club para ofrecer sus servicios». Cuando trabajaba en calidad de autónomo, facturaba un precio fijo a la entidad donde daba las clases. Ahora, sin embargo, ingresa por cada sesión impartida (12 euros a la hora por alumno) y paga a la federación un alquiler por las instalaciones. El importe puede ser una cantidad mensual fija de 320 euros o variable, en función de las clases y los alumnos: «Aquí soy dueño de mí mismo. Puedo poner mi horario, hablar con los clientes directamente…».
El pamplonés ofrece clases a todas las edades. Cuenta con alumnos de entre seis y 82 años, que pueden dividirse en grupos de tres a cinco personas o bien disfrutar de sesiones particulares. Para poder enseñarles los secretos de su swing, graba a los alumnos, les enseña los vídeos a cámara lenta y compara su evolución durante el curso, además de enviarles un feedback con bioanálisis, ejercicios, drills… «Intento no tratar únicamente la técnica, también los animo a que jueguen y salgan. Hablamos de reglas, estrategia, de la elección de los palos en diferentes hoyos… También me comentan golpes que han fallado y les intento corregir», añade.
Durante sus inicios en la escuela, comenzó además a colaborar con asociaciones como ANAC (Asociación Navarra para Altas Capacidades), Adano (Asociación de Ayuda a Niños con Cáncer de Navarra) y la Asociación Navarra de Familias Numerosas. Igualmente, firmó un acuerdo con la Caja Rural de Navarra para que los menores de 31 años pudieran obtener un descuento de 50 euros en el curso. Y, a través de la Federación Navarra de Golf, logró una mayor proyección y la organización de una jornada de puertas abiertas, a la que acudieron unos cien jóvenes interesados en este deporte: «La federación y yo obtenemos una sinergia».
En estos momentos, busca aumentar sus alumnos más pequeños. Por eso, está firmando colaboraciones con distintos centros educativos como San Cernin, Sagrado Corazón o Teresianas para convertir el golf en una actividad extraescolar. «Con los niños, trato de que se diviertan jugando. Hacemos ejercicios más dinámicos, alternando el golpe largo y corto», resalta.