sábado, 27 abril 2024

Amimet abandera la producción de batas y mascarillas inclusivas

Durante los primeros meses de la pandemia, la escasez de EPI fue un grave problema para muchos hospitales y empresas. Por eso, el centro especial de empleo Amimet, ubicado en Tudela, se lanzó a fabricarlos. Desde que se ofreció a Salud el 14 de marzo, ya ha confeccionado 30.000 batas quirúrgicas y 20.000 mascarillas. En declaraciones a NavarraCapital.es, su directora, Margarita Sánchez, destaca el compromiso de la plantilla, compuesta por 150 personas, el 95 % de ellas con discapacidad. "El empleo es el elemento más inclusivo porque iguala a las personas", remarca.


Pamplona - 5 octubre, 2020 - 07:00

El 95 % de los 150 trabajadores de Amimet tienen algún tipo de discapacidad física, psíquica u orgánica. (Fotos: Archivo)

Amimet, centro especial de empleo de iniciativa social que actúa en la merindad de Tudela, da trabajo actualmente a 150 personas, el 95 % de ellas con discapacidad. Sus responsables no solo aspiran a generar puestos de trabajo mientras ofrecen un servicio de calidad. También desean que el centro goce de la resiliencia necesaria para innovar y transformarse de manera continua. “Si todos los cambios cuestan a las personas, más todavía a aquellas que tienen una dificultad añadida, tanto cognitiva como de movilidad”, destaca a este medio su directora general, Margarita Sánchez, quien también incide en que la transformación digital, tan importante hoy en día, debe lograrse en su caso “sin perder ni un solo puesto de trabajo”.

Quizás por eso tenga un mérito añadido lo que los trabajadores de Amimet han logrado durante la pandemia, donde han demostrado precisamente su capacidad de adaptación a las nuevas necesidades del mercado. Porque desde el pasado mes de marzo y de forma silenciosa, pusieron en marcha una línea de producción de EPI, gracias a la cual ya han confeccionado 20.000 mascarillas y 30.000 batas quirúrgicas.

«Apostamos por una transformación digital en la que no se pierda ni un solo puesto de trabajo».

“Tenemos que generar el máximo número posible de puestos. El empleo es el elemento más inclusivo, ya que iguala a todas las personas, insiste Sánchez.

La directora general aterrizó en Amimet hace diez años, en plena crisis. Y encontró un centro «con una deuda de más de un millón de euros», después de haber construido un segundo edificio (un almacén de logística) y una cartera de clientes bastante reducida. Además, la aplicación de un ERE redujo la plantilla notablemente, al pasar de 92 trabajadores a 64. Pero Sánchez y el equipo comercial comenzaron a llamar a las puertas de distintas empresas para ofrecerles sus servicios y, poco a poco, consiguieron mejorar los números.

Margarita Sánchez, madrileña de nacimiento, aterrizó en Tudela hace diez años.

Margarita Sánchez, madrileña de nacimiento, aterrizó en Tudela hace veintisiete años y lleva diez en Amimet.

Aprovechando sus instalaciones y su almacén de logística, algunas compañías empezaron a pedirles nuevos servicios como, por ejemplo, la colocación de etiquetas en latas de conserva. “Había veces en que, desde las seis de la mañana, me ponía junto a los trabajadores para que vieran que si yo podía hacerlo, ellos también. Los trabajadores de Amimet son lo más importante que tenemos y han sabido adaptarse a todo tipo de cambios”, rememora

«Innovar con personas con discapacidad es un reto mayor. Pero nuestros trabajadores lo dan todo».

Sánchez, natural de Madrid y que llegó a Tudela desde Andalucía, había desarrollado su carrera profesional en otros sectores, de modo que tuvo que aprender sobre discapacidad.

Además, reconoce que Fundación Industrial Navarra le ha ayudado mucho a la hora de explorar nuevos caminos: “Coincidí con dos personas de la fundación en un máster y me invitaron a participar en sus encuentros. Unirnos a la fundación ha sido una gran oportunidad para nosotros, ya que hemos aprendido y crecido de su mano”. También destaca al director de Tasubinsa, Javier Lagunas, ya que gracias a él ha aprendido mucho «a tratar a las personas» con las que trabaja. ‘A priori’, ambas entidades son competidoras, pero se ayudan y complementan.

DE LIMPIAR BACALAO A LOS EPI

Hace 41 años, Amimet inició su andadura cosiendo botas y limpiando bacalao. Luego se lanzó a la encuadernación de documentos oficiales y fascículos, a hacer fundas para rodamientos de automóviles… Y eso que en 2011 sufrió un duro revés. Cuando el equipo del centro empezaba a vislumbrar algo de luz, gracias en parte a su almacén de logística, de 6.000 metros cuadrados, una importante compañía de automoción navarra para la que trabajaba decidió llevarse toda la parte textil a Turquía. “Para la empresa no era mucho, pero para nosotros era nuestro sustento”, lamenta Sánchez. La caída fue inevitable…

Gracias a la nueva maquinaria para cortar tela, el centro podrá aumentar su producción.

Gracias a la nueva maquinaria para cortar tela, el centro podrá aumentar su producción.

Hoy, sin embargo, Sánchez muestra orgullosa tres grandes televisores que fueron adquiridos al inicio de la pandemia para las videoconferencias. También se detiene en una nueva máquina para cortar tela, con la que van a incrementar su producción.

En la actualidad, Amimet tienen muy diversificado su trabajo, lo que permite a sus trabajadores adaptarse a los diferentes puestos, dependiendo de sus distintas capacidades. Recepciona, almacena y distribuye mercancías de todo tipo; etiqueta envases para los diferentes clientes de una gran compañía de conservas; realiza montajes eléctricos e industriales; ofrece servicios de limpieza, control de accesos y jardinería; recepciona los productos del Banco de Alimentos Europeo; tiene un taller textil en el que se cosen hamacas, ropa de trabajo, cortinas… Y es precisamente en este taller donde, en los últimos meses, el centro se ha especializado en la confección de EPI como batas sanitarias y mascarillas.

«El mayor problema que hemos tenido no es nuestra capacidad de cosido, sino la capacidad de los proveedores de tejidos».

El mismo 14 de marzo, Sánchez contactó con el Departamento de Salud del Gobierno de Navarra para ofrecerse a hacer batas. Desde la Administración le enviaron el modelo y la tela quirúrgica especial y desechable. No hizo falta más: «El mayor problema que hemos tenido después no es nuestra capacidad de cosido, sino la capacidad de los proveedores de tejidos».

No obstante, esas limitaciones no impidieron a los trabajadores confeccionar unas 200 unidades al día que, en la actualidad, ya llegan a 250 (han alcanzado las 30.000 en total, algunas de las cuales han vendido a Galicia). También se lanzaron a producir mascarillas con una capa de TNT y otra de algodón. En estos momentos, han superado las 20.000 unidades.

La plantilla de Amimet ya ha confeccionado 20.000 batas quirúrgicas hasta el momento.

La plantilla de Amimet ya ha confeccionado más de 30.000 batas quirúrgicas hasta el momento.

En su caso, desde el comienzo vendieron los EPI «a su precio habitual, a poco más de 3 euros cada bata». Aprovisionaron al Hospital de Tudela, paralelamente colaboraban con una asociación de voluntarios que igualmente confeccionaba este tipo de equipos (Amimet cortaba las unidades con su maquinaria y la asociación las cosía)… Visto fríamente, cortar las batas de los voluntarios era ir en contra de su propio negocio. Y Sánchez admite que podría entenderse así. Pero ella lo tenía claro: «¿Cómo no vamos a apoyar cuando somos una entidad social que también recibe ayuda? Para nosotros, lo más importante es que por la noche dormimos con la conciencia tranquila».

Entra aquí para leer más sobre RSC en Navarra.


To Top