Belén Pérez comenzó a estudiar corte y confección en la escuela de Yolanda Gaviria (Pamplona) con sesenta años. Al principio, coser era un ‘hobby’ para ella, con el que revivía los recuerdos de su infancia. Su madre fue modista, así que creció viéndola tejer. “Llevaba tiempo bordando tapices artesanales para adornar las paredes u otras zonas de la casa”, explica Pérez a Navarra Capital. Ahora, suma ya tres años en la escuela y el curso que viene continuará estudiando: “Nunca dejas de aprender”.
Antes de coger el hilo y la aguja, había trabajado como programadora industrial, pero dejó la profesión para dedicarse al cuidado de sus padres. “Cuando decidí reincorporarme al mercado, preferí no volver a meterme en aquella vorágine de viajes… Además, en el mundo de la robótica y la industria tienes que estar muy al día. Me quedé con mucho tiempo libre y decidí ponerme aprender diseño textil como pasatiempo”.
“Me quedé con mucho tiempo libre y decidí aprender diseño textil como pasatiempo”
Ahora diseña gran parte de su propia ropa. Una habilidad que llamó la atención a una de sus mejores amigas, quien decidió lanzarle un reto. “Me trajo un trozo de tela que era muy especial para ella. Quería ver si podíamos hacer algo para que lo utilizase a diario. Su medio de transporte habitual es la bicicleta, así que pensé en una capa para que pudiese llevarla de abrigo”, rememora esta vecina de Peralta, que ahora cuenta 63 años.
Fue la primera capa que confeccionó, además del comienzo de una nueva etapa como emprendedora. “Me sorprendió la acogida que tuvo. Y, como me encantan los gorros, de los excedentes de tela decidí hacer boinas a juego con cada capa”, detalla.
Pérez había buscado otros empleos con anterioridad, pero se encontró con muchas dificultades debido a su edad. Esa circunstancia también la motivó para vender sus diseños y crear su propia marca. “El nombre es Blenka y viene de Belén Capas“. Una decisión que meditó y estudió con gran detenimiento. “Me resultaba muy atractivo tener un medio de vida gracias a esta labor. así que opté por intentarlo como autónoma”, confiesa.
Elabora las capas de forma íntegra y artesanal (las más difíciles de tejer le suelen llevar entre dieciocho y vente horas). Y todas ellas tienen la largura perfecta para que no rocen con las ruedas de la bicicleta, así como una gran amplitud para poder utilizarlas encima de cazadoras: “Se trata de una pieza muy especial, que también se puede emplear en el día a día”. Con las boinas, sigue el mismo proceso. “Me gusta elegir los tejidos, la caída, la textura, la calidad. Necesito tocar las telas”, afirma.
DE ‘HOBBY’ A EMPRESA
Hace unas pocas semanas, puso en venta sus primeros artículos. Se estrenó en el mercadillo Ame & Art, celebrado en el claustro de la Catedral de Pamplona. “Acabo de pasar mi primera prueba de fuego. He decidido confeccionar nueve capas porque no quería hacer una inversión más grande. Los tejidos tienen muchos precios, que influyen en el importe final. Aunque el precio de cada una suele rondar los 200 euros”, desgrana.
“Me resultaba muy atractivo tener un medio de vida gracias a esta labor, así que opté por intentarlo como autónoma y lanzar mi propia firma”
La feria pamplonesa fue el primer evento de este tipo al que acudía. Y logró vender algunas de sus boinas. “Me tocó diseñar las tarjetas, el stand… Desde Consorcio Eder me han dado mucha asesoría y ahora estoy haciendo talleres de comercio electrónico. Para mí todo es nuevo”, resalta
La diseñadora navarra hace un balance muy positivo de aquella experiencia. Disfrutó con el cara a cara y la cercanía en el trato con los clientes. De hecho, se plantea acudir a nuevas ferias para dar a conocer sus productos: “Me parece muy interesante, aunque conlleva una inversión importante. Tengo que ver qué opciones hay. Me encontré gente muy amable, que me aconsejó para que el stand fuera mejor”.
Pérez, además, ya tiene nuevas ideas en mente. En un futuro cercano, le gustaría diseñar otros complementos con el fin de ampliar su oferta y la cartera de clientes.