Es técnico electromecánico, licenciado en Comunicación Publicitaria y tiene un máster en Marketing. Pero han sido los fogones los que han llevado a Christian Sala a lugares inimaginables: resorts de lujo en el Caribe, el boyante núcleo comercial de Arabia Saudí, las frías calles de muchas ciudades rusas…
Sus abuelos le enseñaron a cocinar en su natal Buenos Aires. Y, desde entonces, esa vocación fue cogiendo fuerza hasta que decidió profesionalizarse en las aulas de la academia porteña The BUE Trainers. Lo hizo cuando cumplió los 30. Tras trabajar en varios hoteles de la capital argentina, en 2005 logró el segundo puesto en el podio del Cucharón de Oro, un concurso internacional organizado por Unilever que atrajo a más de 1.000 candidatos de su país, Paraguay, Uruguay y Chile.
El premio incluía una estancia en el Culinary Institute of America, formación que cursó un año después y que complementó en 2008 con un máster en Gestión de Alimentos y Bebidas por la Escuela de Hotelería y Turismo de Valencia. Así, después de foguearse en varios caterings y hoteles valencianos, regresó a Estados Unidos para relanzar los dos restaurantes del Maison Dupuy Hotel en Nueva Orleans, donde también participó como invitado del French Quarter Wine Festival. “Aprendí inglés sobre la marcha”, relata entre risas este chef de 48 años.
Estos proyectos le abrieron las puertas de un mundo que, en aquel momento, todavía no había abordado: la consultoría culinaria. Una línea de negocio que pronto le brindó numerosas oportunidades de colaborar con varios restaurantes, cadenas y hoteles en todo el continente americano, Europa, Rusia o Arabia Saudí: “Soy un turista accidental”.
Sala ha colaborado en el desarrollo de productos para la navarra Isanatur y con “un establecimiento pamplonés con estrella Michelin”
Por eso, decidir dónde echar raíces resultó un verdadero quebradero de cabeza para él y su pareja, Valeria Schumacher. Le habían ofrecido un trabajo en Estados Unidos. Pero, en 2016, quisieron probar suerte en España, cuya geografía recorrieron en ocho meses para encontrar un hogar. De todos las localidades, Pamplona fue la que más les llamó la atención. ¿El motivo?
“Ahora tenemos una niña de un año. Y queríamos que creciera en un lugar con gran calidad de vida, así como con buenas ofertas educativas. También vimos que no nos importaba tanto el frío del invierno”, explica a Navarra Capital.
En la Comunidad foral, Christian ha colaborado en el desarrollo de productos elaborados por Isanatur y de la cadena de cafeterías Coffing, que recientemente ha abierto su tercer establecimiento en la capital navarra. Así mismo, ha trabajado con “un establecimiento con estrella Michelin”.
Desde su aterrizaje en la capital navarra, este experto culinario siguió asumiendo grandes proyectos internacionales en los siguientes años, mientras maduraba una idea que cristalizara su trayectoria de doce años de consultoría. De esta forma, en noviembre de 2019, lanzó Coolinary Lab junto a Schumacher y el chef Leonardo Villalba.
La compañía pamplonesa se dedica a “la asesoría en el ámbito gastronómico y culinario, así como al desarrollo de menús, recetas de platos, bebidas, coctelería y planes de negocio”. Así lo hace en un amplio rango de establecimientos, desde el quick service restaurant hasta el fine dine. “En retrospectiva, lo que he estudiado y viajado me ha ayudado a abarcar todo el proceso de puesta en marcha de un negocio: desde la creación de la marca de acuerdo al mercado hasta la formación del equipo, pasando incluso por el diseño del cableado de la cocina”, reflexiona.
NUEVOS HORIZONTES
De momento, la compañía sigue centrando sus actividades en el extranjero, sobre todo en Europa, el Caribe y Arabia Saudí: “Hace un año, por ejemplo, asesoramos a Bartali, una nueva pizzería de Girona. Ahora voy a asumir una iniciativa en Los Cabos (México), promovida por una empresa estadounidense que desarrollará un complejo turístico de lujo sobre el mar, y me iré con mi familia por un tiempo. También tenemos muchos proyectos en Arabia, donde ya hemos colaborado en la apertura de más de catorce restaurantes, así como en las propuestas de hoteles cinco estrellas y resorts“.
Al mismo tiempo, la empresa está desarrollando un proyecto para crear un centro de I+D dirigido al desarrollo de productos culinarios, especialmente en torno a la repostería. “Queremos tener un obrador para poder mostrar a los clientes que nos visiten desde el exterior y contar con equipamiento de última generación”, incide Christian. En este sentido, Coolinary Lab se ha puesto en contacto con varias firmas para contar con su tecnología, entre las que se encuentra la italiana Agugiaro & Figna.
Este espacio aunará oficinas, un aula para trabajar con chocolate, el propio obrador (con cámaras de refrigeración) y una zona de atención al cliente, donde también se prevé poner en marcha una cafetería. “Es un proyecto con una inversión bastante grande para una empresa pequeña como la nuestra. Investigamos mucho sobre todo tipo de comidas y, por eso, creo que centrar una línea de negocio en la pastelería puede ser muy positivo para incrementar nuestra creatividad. Además, cuando tienes un hijo, tratas de conciliar y es lo que buscamos también al venir a la Comunidad foral”, concluye.
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