En el centro de Fundación Hospitalarias Navarra en Elizondo, un pequeño rincón se ha convertido en un aliado donde la calma sustituye la ansiedad y donde el bienestar nace de la conexión con los sentidos. Es la Comfort Room, un espacio de estimulación multisensorial diseñado no solo para relajar, sino para transformar. Porque en este espacio, la luz se convierte en caricia, el sonido en susurro y el tacto en la llave a la tranquilidad.
Enfrentarnos a momentos de sobrecarga emocional puede suponer un desafío. A menudo, las personas con discapacidad intelectual, se sitúan en una posición desventaja en relación a las exigencias del entorno y se perciben a sí mismo sin recursos de afrontamiento apropiados, generando niveles elevados de tensión interna. Pero en la Comfort Room, esta situación pasa a convertirse en una experiencia sensorial envolvente y segura, que permite a cuerpo y mente encontrar reposo.
OASIS EN MEDIO DE LA TORMENTA
Bajo la luz tenue de haces de colores, con el suave murmullo de una torre de sonido en el fondo y el aroma sereno de esencias naturales flotando en el aire, las personas que acceden a este espacio encuentran una pausa en la rutina.
Laura Galán, psicóloga sanitaria y coordinadora de la Unidad Residencial de Patología Mixta (PRM), y Oihane Sagardía, educadora social y terapeuta snoezelen, son testigos de cómo este espacio contribuye a la mejora de la calidad de vida de las personas que, como Mónica, la utilizan. En concreto, supone una herramienta terapéutica complementaria a los programas de atención que se desarrollan en el centro para, de manera integral, atender los intereses y necesidades de las personas usuarias.
![](https://navarracapital.es/wp-content/uploads/COMFORT-ROOM-ELIZONDO-3.jpg)
La sala permite a las personas enfrentarse a momentos de sobrecarga emocional.
«Es necesario personalizar cada experiencia», apuntan Galán y Sagardía. Los estímulos sensoriales evocan diferentes sensaciones dependiendo de la persona. Así, «para algunas personas, el roce de una manta de peso da la sensación de seguridad que necesitan. Para otras, una columna de burbujas o un proyector de imágenes relajantes las transporta a un estado de tranquilidad«, explican. Por este motivo, cada sesión se diseña tras un proceso de evaluación individualizado, donde, según refieren, «se describe el patrón sensorial de cada usuario».
Pero la Comfort Room no solo reduce niveles altos de activación y disminuye la probabilidad de aparición de alteraciones de conducta sino que, de manera preventiva, ayuda a preservar estados de bienestar. De esta manera, desde un punto de vista clínico, los beneficios son evidentes: mayor estabilidad emocional, reducción de episodios de crisis y un impacto favorable en su autoestima.
GUIAR, NO IMPONER
El éxito de la Comfort Room no solo radica en sus elementos sensoriales, sino en la presencia de profesionales formados en terapia snoezelen, quienes acompañan a las personas usuarias en este viaje sensorial. Su función no es dirigir, sino acompañar, brindar apoyo y facilitar el descubrimiento.
“No se trata de decirles qué hacer, sino de darles las herramientas para que descubran por sí mismos lo que les calma, lo que les ayuda a sentirse seguros”, dice Oihane Sagardía. “Cada persona es un mundo y nuestra labor es conocer, entender, acompañar y respetar su proceso”, confirma.
![](https://navarracapital.es/wp-content/uploads/COMFORT-ROOM-ELIZONDO-4.jpg)
Más que un espacio de relajación, un refugio para el alma. Porque el bienestar no es un lujo, sino un derecho.
Para desempeñar este papel, los profesionales no solo necesitan formación específica, sino algo aún más valioso: empatía y un compromiso genuino con el bienestar de las personas. Porque en este espacio, más que técnicas, lo que se ofrece es acompañamiento en el camino hacia el bienestar.
RETOS Y RECOMPENSAS
Una vez establecido y comprobado su éxito, el camino para gestionar una Comfort Room no está exento de dificultades. Requiere formación especializada, tiempo y una dedicación absoluta a las necesidades individuales de cada persona. No es una solución instantánea ni una fórmula mágica, y hay casos en los que su uso no es recomendable, especialmente en situaciones de agitación intensa. Sin embargo, cuando una persona entra en ella y, tras unos minutos, su respiración se ralentiza, su expresión se suaviza y su cuerpo deja de estar en alerta, se hace evidente que cada esfuerzo vale la pena.
La Comfort Room es un espacio multisensorial utilizado como herramienta terapéutica complementaria donde preservar el bienestar e inducir un estado de relajación en momentos en los que la intensidad de las emociones condiciona el funcionamiento de las personas.