Julio Verne es, sin duda, el referente al que más se evoca cuando se habla de pronósticos futuribles. Una mente preclara que fue capaz de profetizar, con increíble precisión, toda una cosmovisión de cómo sería el mundo moderno. Sus novelas reflejan cómo la tecnología está al servicio de la humanidad, facilitando una óptica progresista y optimista, aunque no todas sus profecías se asumieron con la misma actitud. Es el caso de París en el siglo XX, obra que no vio la luz hasta más de ciento treinta años después, que fue calificada de profundamente pesimista, motivo por el que se desestimó su publicación.
Entre sus contemporáneos, los antimodernistas se revelaban oponiéndose a una cultura tecnológica que ponía en serio peligro la tradición de la época, siendo Verne, de una forma un tanto paradójica, una de las voces críticas de ese progresismo. Forma parte de la esencia humana ofrecer cierta resistencia a los cambios, pero no podemos dejar pasar por alto las sutiles trasformaciones que poco a poco van sucediendo a nuestro alrededor, ya que son el contexto de los novedosos escenarios en los que nos encontraremos dentro de poco.
Pronosticar la desaparición de restaurantes y supermercados puede parecer un titular osado, pero si analizamos el panorama de consumo actual, detectaremos cómo pequeños cambios han ido modificando de forma sustancial el mercado. Si en los años 70 y 80 lo normal era tener una despensa en casa, los años 90 dieron paso a un formato radicalmente diferente en el que imperaba el modelo de la compra mensual. Grandes superficies en las que las familias llenaban el carro hasta los topes una o dos veces al mes, generando con ello una cultura de consumo alrededor de los centros comerciales dotados de infinidad de tiendas y locales de ocio.
NUEVOS HÁBITOS DE CONSUMO
Hoy en día nos encontramos con que los millennials no tienen especial interés por conducir, por lo que ya no es un público habitual de los centros comerciales, como tampoco no es un plan de ocio familiar pasar toda la tarde en el supermercado. De hecho, la disminución del número de familias y el número de miembros de las mismas, es uno de los motivos por el que el formato de compra actual sean cestas más pequeñas y más frecuentes, normalmente en un supermercado de barrio al que se puede ir cómodamente andando.
Lo mismo podríamos decir de la comida a domicilio, un servicio que para nada es nuevo, pero que en los últimos años ha conseguido aumentar sustancialmente su cuota de mercado. Una tendencia que va a más y que se constata cuando dos gigantes de la comida rápida, como McDonald’s y Burger King, que nunca habían prestado este servicio, toman la decisión de realizar repartos a domicilio apostando de forma contundente por el sector del delivery.
La disminución del número de familias y de sus miembros es uno de los motivos del cambio que se está produciendo en el formato de compra actual
Los cambios de hábitos hacen que cada vez haya menos tiempo para cocinar y el recurso de la comida a domicilio es una de las mejores soluciones posibles, ya que la oferta suele ser asequible en precio y caprichosa en sabor. A la par, se advierte un aumento sustancial de platos preparados o precocinados en las tiendas de alimentación. Tanto la industria alimentaria como los supermercados, con sus propios platos cocinados, están apostando por cubrir esa cuota de mercado que ha generado la falta de tiempo y el escaso interés de perderlo en cocinar.
LA ÚLTIMA MILLA
Junto a todos estos cambios, la tecnología ha seguido evolucionando inexorablemente, ofreciendo a día de hoy soluciones inverosímiles para satisfacer las nuevas necesidades. Y de la misma forma que hay quien rechaza de plano la modernidad que pueda interferir en su habitual forma de vida, hay quien aplaude cualquier idea absurda que suponga un reto de modernidad.
Es así como se ha propagado la idea de que el reparto del futuro será con drones, cuando en nuestro país es imposible volar uno de estos aparatos sin el permiso de Aena. Algo similar a cómo ha germinado la idea de que robots autónomos circularán por las calles llevando pedidos hasta la puerta de nuestra casa, obviando el hecho de que cualquier gamberro podría sabotear el robot sin esfuerzo alguno. Percibimos todas estas ideas como abstracciones que nos acercan a un mundo futurista al estilo de Julio Verne, pero apenas se cuestiona la viabilidad y funcionalidad de dichas propuestas.
«Los cambios están próximos, serán radicales y establecerán un punto de no retorno en nuestros hábitos de consumo»
Mientras tanto, en lo referente al delivery, cada vez va tomando más importancia el concepto de “la última milla”, dejando claro que el consumidor tiene en muchos casos más interés en que le llegue rápido y gratis, que en la comida en sí misma. Fabricantes y distribuidores han descubierto que la clave para competir en el mercado actual se haya precisamente en ese último tramo que será el que marque la diferencia y la preferencia del cliente.
HABLEMOS DEL FUTURO
Un reto que está generando todo un torrente de propuestas especulativas que no está dando resultados en el sentido práctico, ya que el reparto se sigue realizando mediante fórmulas tradicionales (furgoneta de reparto, moto o bici) y ninguna de las alternativas futuristas ha llegado a ser una solución real al reto de la última milla. Pero, ¿existe a día de hoy algún tipo de modelo que permita liderar de forma real y eficaz la dichosa última milla?
Existe y lo curioso es que la solución está tan cerca de nosotros que podría ponerse en marcha este mismo año. La idea que propongo la pueden leer con detalle en este artículo, donde explico cómo y con qué dispositivos se podría conquistar y liderar la última milla. La clave es un vehículo de reparto de fabricación española que permite dar solución integral e inmediata, gracias a nuevos sistemas logísticos de reparto que a priori pueden parecer antiintuitivos, pero que conseguirán reducir sustancialmente el tiempo de entrega y abaratar la comida que ya no será elaborada en establecimientos públicos, donde el personal y el local encarecen el producto. Como dato, decirles que este vehículo salió al mercado a mediados de este año y Carrefour ya ha encargado 1.000 unidades para operar con ellas en 2019.
Este es tan sólo un modelo que podría inaugurar una nueva forma de abastecerse de comida y el origen de porqué restaurantes y supermercados pueden desaparecer, en su mayoría, en un futuro muy próximo. Sea cual sea el formato que resuelva el problema de la última milla, el hecho es que los cambios están próximos, serán radicales y establecerán un punto de no retorno en nuestros hábitos.
Cristina Martínez
Divulgadora Gastronómica
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