Elisaveta Cernautanu llegó a Pamplona en 2008 procedente de su país natal, Moldavia. Lo hizo sola, sin billete de vuelta y sin hablar el idioma. «Solo sabía decir hola», rememora trece años después en un perfecto castellano que barniza con ese marcado acento característico del Este europeo. Hoy, esta mujer de 39 años ve cómo su negocio de lavado de vehículos, Ecolaver, está plenamente consolidado.
Elisaveta Cernautanu: «No conozco a mucha gente de mi país que haya podido llegar a tener aquí un negocio como el mío».
La empresa nació en 2015 con un equipo formado por tres personas. Y, en apenas seis años, ha multiplicado por diez su plantilla. En la actualidad, está compuesta por 32 personas, entre las que se encuentran sus tres socios: la propia Cernautanu; su marido, Manu Rubio; y Ricardo Ubanell. Además, cuenta con algo menos de una decena de colaboradores externos.
El de esta migrante moldava es un caso de éxito que ella misma considera atípico. «No conozco a mucha gente de mi país que haya podido llegar a tener aquí un negocio como el mío», apunta.
Su camino comenzó como el de muchos otros de sus compatriotas, «buscando un futuro mejor». Y, sin ser todavía consciente de ello, lo encontró en el sector de la limpieza. Detrás de sí dejaba toda una vida para empezar otra. Cernautanu nació en un pueblo de Moldavia y empezó trabajando en el campo. «No tuve una infancia en la que pudiera jugar mucho», lamenta. Por eso, ya de pequeña proyectaba montar una empresa para prosperar y labrar su propio camino. En su país de origen también hizo gala de un carácter emprendedor que, en la actualidad, lleva por bandera. «Tuve un negocio de alimentación», comenta.
Pero a su llegada a Pamplona, encontró una oportunidad laboral como empleada del hogar. Un cambio de rumbo que poco a poco la fue llevando hacia Ecolaver. «Limpiaba casas particulares», rememora. Y lo hacía bien. Tan bien que la carga de trabajo fue en aumento. «A través del boca boca, me conocía la gente», explica. Y así llegó a limpiar «nueve viviendas en un día». La moldava reconoce que tenía ‘feeling‘ con los propietarios. Cree que eso le ayudó a abrirse camino.
Ese futuro mejor no solo llegó en el ámbito profesional. El amor llamó a su puerta cuando solo llevaba un año en Pamplona. Entonces conoció al que hoy es su marido, Manu Rubio, un empresario navarro que, por aquel entonces, echaba a andar su propia firma de césped artificial: Ikerna. La pareja se casó en el año 2012 y tiene una hija en común. Completa la familia un hijo de él, fruto de una relación anterior.
Cernautanu tuvo claro que quería iniciar un proyecto propio desde que puso un pie en la capital navarra. «Soy muy emprendedora», repite en varias ocasiones durante la conversación con NavarraCapital.es. Pero, cada vez que pensaba en ello, le asaltaban las dudas. ¿Una tienda de moda o una zapatería? «No tenía muy claro qué tipo de negocio quería montar», reconoce.
El consejo de su marido fue crucial para que se decantase por Ecolaver. «Se le da muy bien la limpieza y le recomendé que siguiera en eso», cuenta él. «¿Para qué complicarse la vida haciendo algo nuevo? Yo sabía que tenía potencial para ir a limpiar y, también, para enseñar a otras personas a hacerlo».
Eso sí, Cernautanu quería diferenciarse del resto de empresas del sector. Por eso, investigó el mercado y se decidió por la limpieza de coches sin agua. «No la tenía nadie en Pamplona», asegura. Después de hacer un cursillo, comenzó a hacer demostraciones gratuitas por los concesionarios navarros para darse a conocer. «Me ayudaban mi madre y otra chica», agradece.
En la actualidad, el equipo de Ecolaver limpia entre 18.000 y 20.000 vehículos al año.
Fueron unos inicios complicados porque apenas había ingresos y los clientes potenciales eran un poco reacios. Pero el esfuerzo dio sus frutos. «Un día me llevé una alegría», se emociona Cernautanu. Llegó en forma de llamada telefónica, la de Miguel Pérez, de Automóviles Torregrosa. Y, a partir de ahí, los contratos se multiplicaron. «Nos llamaron de Mercedes y otros concesionarios».
Ella confiaba en que su proyecto no tardaría en despegar. «Al hacernos cargo de los concesionarios de Automóviles Torregrosa, estábamos hablando ya de limpiar 200 coches al mes». Por eso, arriesgó y se adelantó a lo que estaba por llegar. «No podía dejar de aceptar un encargo por no tener personal», justifica esa valentía. Así, «para no fallar», amplió en tres personas el equipo.
En la actualidad, el equipo de Ecolaver limpia entre 18.000 y 20.000 vehículos al año. «Trabajamos con la mayoría de concesionarios de Pamplona», enfatiza orgullosa. Aunque le costó abrirse camino dentro de su mercado, se muestra satisfecha porque los clientes, cuando prueban los servicios de su empresa, «no dejan de contratarlos».
ESFUERZO, RIESGO Y MEDIO AMBIENTE
Cernautanu ha llorado «mucho». Explica que ella quería «un principio rápido» y fue su marido el que le animaba a ser paciente. «Venga, ¡para adelante!», le decía una y otra vez. La perseverancia dio sus frutos. «Ahora sí tengo la felicidad de dar de comer a mucha gente», comenta mientras se le ilumina la mirada. Porque a esta emprendedora le hace una ilusión especial dar trabajo a compatriotas. De hecho, «el 95 % de la plantilla» está compuesta por personas moldavas. «Todo mi equipo está superinvolucrado. Sin ellos no hubiese sacado adelante Ecolaver», remarca.
Elisaveta Cernautanu: «Para dejar a punto un turismo, hacen falta entre tres o cuatro personas y tardan, como mínimo, tres horas».
Ella, personalmente, se ha encargado de enseñar un cuidado protocolo de trabajo a las nuevas incorporaciones. Pone en valor que, en su empresa, se hace todo «de forma manual». Por eso, para dejar a punto un turismo, «hacen falta entre tres o cuatro personas y tardan, como mínimo, tres horas».
Pero en Ecolaver, además de preocuparse por la satisfacción del cliente, el equipo tiene como uno de sus valores principales el cuidado del medioambiente. La socia fundadora advierte de que «la mayoría de la ciudadanía no está concienciada de todo el agua que se utiliza en una gasolinera». Y su marido va más allá al especificar que «un túnel de lavado puede llegar a gastar entre 250 o 300 litros de agua por coche».
Por eso, su principal desafío está siendo desbancar al túnel de lavado que, además, es más económico. En el ámbito particular, «al cliente le cuesta» porque la limpieza «es un concepto muy subjetivo», valora. «Lo que te parece limpio a ti, a mí no». Hay quienes se conforman con dar un manguerazo al coche y pasar el aspirador. «Nosotros no somos eso», advierte. La empresa realiza limpiezas de vehículos en profundidad. «Los dejamos como nuevos», promete. Y eso, advierte, «tiene su precio». De hecho, la limpieza de un turismo «te puede costar desde 75 euros a 200 o, en el caso de las autocaravanas, 350».
No obstante, el lavado de automóviles no es la única línea de negocio de esta empresa. «Quisimos ampliar horizontes y empezamos a limpiar en todo tipo de obras, bares y viviendas particulares». Reconoce que en este otro ámbito realizan una labor «más convencional», pero también tratan de que sea «lo más ecológica posible».
EMPRESARIA Y MADRE
Cernautanu ha compaginado desde el principio su faceta de empresaria con la de madre. «Cuando monté Ecolaver en 2015, mi hija solo tenía cuatro meses», evoca. También agradece la ayuda de su suegra, que le ha apoyado «mucho» con la crianza de la pequeña. Su marido le reconoce ese esfuerzo que realiza día a día, como profesional y dentro de la familia: «Se levanta a las siete de la mañana y llega a las ocho de la tarde. Entre medio va con la cría a danza».
Llegó sola, pero hoy se considera «pamplonica de adopción». De hecho, ha conseguido reunir a toda su familia en la capital navarra. «Mi hermano trabaja con nosotros y mis padres también viven aquí. Mi futuro está en esta ciudad».