Una infancia entre pinceles. Así fue educado Javier Balda Berástegui (Pamplona, 1958), que desde hace un mes dirige la Galería Altxerri en San Sebastián. De pequeño solía observar a su padre, el músico y pintor Pedro Martín Balda, autor de las pancartas de las peñas de San Fermín durante 40 años, mientras esbozaba carteles para los Sanfermines, que luego presentaba a concursos, y también asistía con él a las exposiciones de sus amigos. Todo ese bagaje probablemente influyó en que muy pronto llegara su turno en el mundo del arte: cuando tenía 17 años, este pintor navarro ya participaba en algunas muestras colectivas y, a partir de 1980, su obra comenzó a ganar protagonismo.
Con más de cuarenta años de experiencia, Balda ha conjugado su faceta de pintor y comisario de exposiciones en museos, fundaciones y ferias. Sin renegar de su trayectoria como gestor, asegura ser “sobre todo” un artista: “Tengo un pensamiento de artista y una visión de la realidad y de la existencia muy artística. Pero este medio es muy amplio, hay varios mundos paralelos o simultáneos alrededor”.
Con ese mismo espíritu emprende ahora un nuevo reto: el de dirigir una galería de arte contemporáneo en San Sebastián. Se trata del “lugar de referencia” para Balda, en el que comenzó su carrera artística en la capital guipuzcoana. Tras la jubilación de Juan Ignacio García Velilla, el pintor navarro hereda la dirección de la Galería Altxerri, “la decana de las galerías vascas de arte contemporáneo”, con un propósito claro: “Tenemos un plantel propio de artistas muy importante que quiero mantener, porque son buenos y muy fieles a la galería. Pero a la vez me gustaría renovar un poco, captar a gente de entre 30 y 40 años, más emergente, con carreras consolidadas o a algunos que están un poco olvidados”.
Balda ha detectado una diferencia generacional en los coleccionistas más jóvenes, que entienden el arte bajo otros esquemas y encuentran una sintonía con la manera de pensar, sentir y vivir de su generación: “Los nuevos artistas están en otros medios; tienen otras consideraciones de su identidad; hacen caso a otros temas, como la identidad de género o las diferencias sociales; y otorgan menos importancia a los aspectos formales”.
Aunque son hijos de su tiempo, eso no significa que sucumbirán al impulso de obsesionarse con la pandemia, el confinamiento y la salud. “En el arte, lo circunstancial no tiene muchísimo recorrido. Yo creo que los artistas volverán a sus temas habituales, aunque efectivamente una situación como esta no dejará de generar inventiva y originalidad. El tema de la intemporalidad, de la fragilidad de la existencia es absolutamente consustancial, siempre está presente”, afirma.
Eso sí, le preocupa la situación actual que atraviesa el arte. Y no solo en Guipúzcoa. A pesar de que el grueso de su actividad profesional se concentra en San Sebastián, Balda no se ha desligado de su tierra, donde los profesionales se enfrentan a dificultades más acusadas que en suelo vasco: “Solo en San Sebastián hay cinco galerías que llevan muchos años funcionando, e incluso ha surgido una nueva. A pesar de los efectos de la última crisis económica, allí se ha consolidado una frecuencia de colección particular que no necesariamente es mejor, pero sí superior a la de Pamplona. Navarra va un poco más lenta en ese consumo y, probablemente, esa diferencia tenga que ver con el tamaño de población y la renta per cápita”.
Como delegado del Instituto de Arte Contemporáneo (IAC) en Navarra, instó hace un mes al Gobierno autonómico a tomar una serie de medidas, como la compra de obras de artistas regionales para colecciones públicas y la convocatoria de talleres y becas. Balda apoya esta clase de iniciativas porque la cultura, aunque tiene una “relación comercial difícil” al no constituir un bien de consumo convencional y de primera necesidad, resulta fundamental para identificarnos como sociedad y entender hacia dónde nos encaminamos.
La incertidumbre derivada de la crisis del Covid-19 acrecienta la sensación de inseguridad en el mundo del arte, pero esta, sin embargo, no lo paraliza. El nuevo director de la Galería Altxerri no resta importancia a las preocupaciones de los artistas ni a las consecuencias económicas que repercutirán a corto y medio plazo, pero prefiere optar por el optimismo porque considera que el arte es “una crisis permanente”. “Vemos el panorama con mucha dificultad y estamos preocupados -explica-. Pero nosotros nos hemos acostumbrado a la inestabilidad y no nos sorprende una crisis, aunque la podamos acusar más o menos, porque poseemos una capacidad de aguante que quizá otros sectores no tienen”.
Sin un manual de instrucciones explícitas, la amplia trayectoria de este pintor pamplonés apunta a la resistencia como condición fundamental para sobrevivir: “Poco a poco volveremos a una situación que conoceremos mejor, pero ahora tenemos que inventar, ponernos a disposición, comunicar de otras maneras y, sobre todo, aguantar y apoyar a los artistas”.