Pablo Gascón ha vivido siempre con un balón bajo el brazo. De hecho, cada decisión importante que ha tomado a lo largo de su vida ha estado ligada a este deporte. A sus 27 años, este pamplonés ya ha trabajado como scout en la multinacional Stats Perform, además de entrenar en el Asdefor y en la Universidad de Navarra. Siempre con un objetivo, convertirse en un entrenador “top”.
Pero su mayor reto tuvo lugar en Emiratos Árabes, adonde se mudó para trabajar en LaLiga Academy de Abu Dabi. Tras un año en el país asiático, decidió volver a su Navarra natal y ejercer como entrenador especialista en las categorías inferiores del CA Osasuna. “Soy uno de los que conforman el staff de los equipos cadetes del club. Grabamos los partidos, analizo a los jugadores que me asignan y ajustamos aspectos tácticos y técnicos de cada futbolista. Es una figura que estoy probando este año y me está gustando mucho”, relata Gascón a Capital Sport.
“Ponerme cada día la camiseta de Osasuna es una suerte. ¿Cuántos navarros o navarras que se dedican al fútbol quieren estar aquí? Me siento un afortunado”
Para entender su amor por el fútbol, hay que retroceder hasta 2006, cuando comenzó a dar sus primeras patadas a la pelota. Vivía en una familia de deportistas, donde todos practicaban taekwondo. Él “salió rana”, pero desde muy pequeño comenzó a labrarse un camino propio.
Al ver que la educación física era la única asignatura que realmente le interesaba en el colegio, decidió estudiar el Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM). Y, cuando se adaptó a su nueva ciudad, quiso dar un paso más: ser entrenador de fútbol. “Empecé a entrenar en el CD Alberca, allí hice las prácticas para el título de entrenador y estuve muy a gusto. Cuando acabé la carrera, volví a mi tierra y, en 2019, empecé en el Asdefor. Con la pandemia se paralizó todo, así que aproveché para hacer un máster de Big Data Deportivo por la UCAM”.
A partir de entonces, compaginó su labor como entrenador con la de analista en Stats Perform, una firma que centra su actividad en el suministro de datos al mundo del fútbol y con sede en Londres. Los findes de semana, acudía a partidos de Segunda RFEF y Primera RFEF en Navarra, País Vasco y La Rioja para recopilar información: “Tomaba datos in situ. Iba con una tablet, que contenía un software específico para mi labor, y otra persona realizaba el tratamiento de toda la información”.
LA GRAN DECISIÓN
Cuando abandonó el Asdefor, Carlos Villena, su compañero en la escuela de entrenadores mientras obtenía el título UEFA A, le anunció que había un puesto vacante en la categoría cadete de la Universidad de Navarra. Tras una temporada “muy buena” en dicho equipo, en 2021 aceptó su siguiente reto: dirigir al equipo sénior femenino de la universidad, una decisión que le marcaría de por vida: “Allí conocí a mi esposa, Isabelle Murray. Fue a mitad de temporada, de la forma más inesperada. Ella es de Trinidad y Tobago, pero sus padres viven en Dubái. Gracias a eso, pusimos el siguiente foco en Emiratos Árabes”.
En busca de nuevos retos, llamó a infinidad de puertas para probar suerte en tierras asiáticas. Lo hizo, como él dice, “a cara perro”. “Soy una persona que busca la oportunidad. Si quieres llegar al nivel top, tienes que dar pasos para poder conseguir tus objetivos. En Pamplona sentía que mi camino se acortaba. Tenía la mentalidad de querer salir, crecer, darle al inglés. Al ver que Emiratos Árabes era un buen destino, me puse en contacto con casi todas las academias y clubes de fútbol del país. Tuve la suerte de que un día me contestaron de LaLiga”, rememora.
Fue entonces cuando él y su mujer se mudaron a Emiratos Árabes. Allí, LaLiga cuenta con dos academias, una en Dubái y otra en Abu Dabi. En esta segunda fue donde encontró trabajó: “Era una escuela más pequeña que la de Dubái. Las instalaciones donde trabajábamos pertenecían a los dueños del Manchester City, que a su vez contaban con otra academia. Los campos de fútbol eran buenísimos, de hierba natural. De hecho, cuando jugábamos fuera del trabajo, organizábamos pachangas en un campo perfecto de hierba, con la famosa mezquita Sheikh Zayed detrás”.
CUATRO EQUIPOS POR ENTRENADOR
En LaLiga Academy, cada entrenador se hacía cargo de cuatro equipos. En el caso de Gascón, él era el preparador de uno de chicos de ocho años, dos de doce y otro de quince. “El objetivo principal era que los chavales mejorasen su técnica y su posicionamiento dentro del campo. Nosotros planificábamos por la mañana los entrenamientos y, por la tarde, hacíamos todas las sesiones seguidas. Era impresionante el dominio que tenían del inglés. Al principio, me costó un poco adaptarme, ya que su cultura era muy diferente. Tenía que entenderla para llegar mejor a mis jugadores”, confiesa.
“Contábamos con un entrenador jefe o head coach. Él nos comunicaba cómo se debían confeccionar los entrenamientos. Basándonos en una metodología y una filosofía, preparabas las sesiones de la semana”, agrega el pamplonés.
Después, cada fin de semana, había una competición entre las distintas academias de la localidad árabe. “La escuela más potente era la del Manchester City, la nuestra también estaba entre las mejores y había otras locales con mucho potencial. En Navidad, verano o Semana Santa, la academia escogía a un grupo competitivo de jugadores y participaba en torneos grandes como el Mic o la Ibercup. A mí no me tocó ir, normalmente son los mejores equipos de la escuela los que van”, detalla.
UNA NORMA DETERMINANTE
La abundancia de escuelas de fútbol en Emiratos Árabes llamó especialmente la atención a Gascón. Un fenómeno que se ha visto espoleado por la normativa actual del país. “En los clubes de fútbol base, solo puede haber tres o cuatro jugadores que no sean emiratís. Pero en las academias no hay límites al respecto, de ahí que hayan proliferado en número y acojan a chicos occidentales, asiáticos… Si no eres emiratí, tienes que ser muy bueno para entrar en algún club como tal”, apostilla.
A pesar de que la pareja tenía la intención de prolongar su estancia en Abu Dabi, el pasado verano sus planes dieron un giro inesperado: “Me iba a ir a la academia del FC Barcelona, pero al final me salió una oportunidad para entrar en Osasuna y ni me lo pensé. Es entrar en una estructura profesional, con un staff de siete personas, una metodología top, medios, tecnología y un gran ambiente. Llegas a Tajonar y no sientes que estás trabajando. Para mí, ponerme cada día la camiseta de Osasuna es una suerte. ¿Cuántos navarros o navarras que se dedican al fútbol quieren estar aquí? Me siento un afortunado”.