Las entrañas del casco viejo de Tafalla esconden unos modestos fogones. En este pequeño txoko, Leles Jimeno y Elías Armendáriz se reparten las tareas de un restaurante que carece de mesas y camareros. Ella tiene más pericia con los postres; él, con los guisos. De esta forma, desfilan por la mesa platos muy variados, incluidos algunos “propios de nuestras abuelas”: alcachofas, espárragos, ajoarriero, carrilleras, pastel de puerros, canelones con bechamel… “Y pollo relleno, cuya receta es la de mi tía Mari Carmen. Nos apetece ir variando la carta de acuerdo a la temporada para no ofrecer siempre lo mismo“, detalla Elías.
Estos dos tafalleses tiene personalidades muy diferentes, pero coinciden en que sus trayectorias laborales han sido unas “montañas rusas”. Elías, de 50 años, estudió Economía en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y encadenó la propiedad de una tienda, un contrato en Fagor Ederlan y su cargo actual como gerente de la oficina de Seguros Bilbao en la ciudad. Por su parte, Leles montó un desguace con “veintitantos” años, lo vendió y adquirió un hospedaje de quince habitaciones, Nuestra Señora de Ujué, que sigue gestionando a sus 49 años.
Esa misma inquietud profesional provocó que estos “amigos de toda la vida” idearan un nuevo negocio durante sus desayunos semanales en el establecimiento de Leles. “Siempre nos ha gustado cocinar y pensamos en profesionalizarlo. Al principio, queríamos dar vida a la plaza del Mercado con un nuevo establecimiento. Pero como no pudo ser, vimos que podía funcionar un negocio de comida tradicional exclusivamente para el delivery, algo que no existía hasta entonces en Tafalla”, explica él.
Así fundaron Jalamanduka, en cuyas instalaciones atiende este socio a Navarra Capital. Un establecimiento que comenzó su actividad el pasado 14 de febrero tras conseguir todos los permisos del Consistorio tafallés. “Elegimos esa fecha para acordarnos todos los años del día en que empezamos con tanto amor este negocio”, bromea.
No es de extrañar que el sector del reparto a domicilio de comida siga consiguiendo adeptos, ya que continúa creciendo desde el inicio de la pandemia. En 2021, según Kantar, la penetración de este canal creció once puntos con respecto a 2019. Así mismo, se trata de un hábito que logró consolidarse también entre los europeos mayores de 50 años.
Este contexto propicia la proliferación de los restaurantes ideados exclusivamente para el delivery, como es el caso de Jalamanduka. De hecho, la empresa de investigación de mercado Euromonitor estimó recientemente que este tipo de establecimientos llegarán a mover un volumen de negocio de unos 900.000 millones de euros a nivel global en 2030.
LOS SERVICIOS
El objetivo de Jalamanduka es “pensar, comprar, elaborar y llevar comida a casa” de quienes no tienen suficiente tiempo o no pueden cocinar, pero desean disfrutar de una cocina tradicional. En estos momentos, la firma se apoya sobre todo en WhatsApp para recibir los pedidos y en Facebook para promocionar los menús. Además, cuenta con un trabajador para los repartos.
En estos dos meses de andadura, el restaurante ya acumula unas 200 comandas: “La gente está respondiendo bien ante nuestra propuesta, y nuestros clientes están contentos porque les llega todo bien presentadico“. El menú del día cuesta 13 euros y trae un primero, un segundo y el postre. Pero también se puede elegir medio menú, con un precio de 10 euros y que incluye dos primeros y un postre. Así mismo, los comensales pueden optar por comprar un plato suelto: los primeros y postres cuestan cuatro euros y los segundos, ocho. Y todo viene acompañado de un bizcocho casero “al estilo Jalamanduka”.
“Eso sí, el pedido tiene que llegar a un mínimo de 10 euros para que lo llevemos. Creemos que es importante poner en valor el trabajo de las personas y, en ese sentido, queremos que el repartidor goce también de unas buenas condiciones por su servicio”, señala Elías. De hecho, en Tafalla no operan aún grandes plataformas de delivery como Glovo o Just Eat. Pero Jalamanduka ha hecho esfuerzos para diferenciarse de ellas, incluso en lo estético: “Por eso no llevamos la comida en mochilas, sino en alforjas”.
LOS OBJETIVOS
En su primer año, los socios de Jalamanduka buscan “crecer lentamente” hasta consolidar el negocio: “Sin ponernos fechas ni nada, estamos viendo un crecimiento positivo. Queremos ir asumiendo más sin grandes saltos, sino poco a poco. Al fin y al cabo, el ritmo dependerá de nosotros”. Un proceso durante el cual no descartan realizar ciertos cambios en el modelo de negocio.
Así mismo, Elías y Leles también prevén crear más puestos de trabajo en el momento en que puedan permitírselo. “Leles tiene su horario lleno con el hospedaje y su vida familiar. Y, desde que abrimos, yo me pongo con el ajoarriero cuando termino de solucionar siniestros”, resalta entre risas.