jueves, 28 marzo 2024

El profesor ucraniano que manda equipamiento por Amazon a los civiles que luchan por su país

Tras haber trabajado en el gigante de las ventas 'online' y en McKinsey & Company, Vasyl Davydko ejerce actualmente como consultor de estrategia y profesor asociado en el Departamento de Economía de la Universidad Pompeu Fabra. Además, tiene un fuerte vínculo con Navarra. De hecho, pasó su adolescencia en Ázqueta, un pueblo de Tierra Estella al que emigró su madre y que él sigue visitando a menudo. En medio de las dificultades logísticas para hacer llegar ayuda a Ucrania desde que estalló la guerra, compagina su profesión con el proyecto War-Stop. Una iniciativa que ha lanzado para mandar equipamiento, como botiquines, botas, rodilleras, linternas o 'walkie-talkies', a los civiles que están defendiendo el país.


Pamplona - 16 marzo, 2022 - 13:18

Vasyl Davydko ha puesto en marcha War-Stop, una página web que permite mandar equipamiento a Ucrania a través de Amazon. (Fotos: cedidas)

Vasyl Davydko atiende el teléfono desde Barcelona, pero con el corazón puesto en Ucrania, su país natal. Mientras, en el centro de Kiev, junto a la estación de tren, todavía cuelgan tres banderas del balcón de su piso: la ucraniana, la española y la europea. Son el símbolo de su identidad. De hecho, durante su conversación con Navarra Capital, repite en varias ocasiones que se siente “muy navarro”.

De hecho, pasó parte de su adolescencia y juventud en un pequeño pueblo de Tierra Estella: Ázqueta. Y, desde que comenzó la guerra, centra muchos de sus esfuerzos en una iniciativa que aúna logística y nuevas tecnologías para hacer llegar equipamiento a los civiles que luchan en el frente.   

La madre de Davydko, Nadya Davydko, emigró a España cuando él solo tenía nueve años. “Era madre soltera y trabajaba en el sector público. Con su sueldo era complicado sacar a un niño adelante”, relata su hijo. Por eso puso rumbo a la capital navarra, donde pasó un año trabajando para dos familias. Después se asentó en el pueblo y, cuatro años más tarde, consiguió traer también a su hijo.

A la localidad de Tierra Estella regresa siempre que puede. “Si algo me gusta de Navarra es que se trata de un lugar tranquilo y acogedor”, asegura. Entre sus razones para volver está, por supuesto, visitar a su madre, quien sigue residiendo allí. ¿Y su plan favorito? “Subir al (castillo de) Monjardín con un amigo y tomarme un vino arriba”. 

La familia de Vasyl Davydko permanece en la región de Lviv, cercana a la frontera con Polonia.

Desgraciadamente, estos días por su cabeza pasan imágenes mucho menos bucólicas. A unos 2.830 kilómetros de Ázqueta, en la región de Lviv, permanece parte de su familia. En concreto, su abuela y sus primos.

Pero a pesar de la preocupación, se muestra agradecido porque, al ser una zona cercana a la frontera con Polonia, hasta ahora no ha sido protagonista de la mayor crudeza de la guerra. 

Hace solo unos días, la vecina que gestiona la comunidad de su piso en Kiev le mandó un mensaje: “Disculpa, ¿te importaría quitar las banderas? Si entran tropas, nuestro edificio está expuesto”, rezaba. “Me encantaría quitarlas y no quiero poner en riesgo a nadie, pero no puedo”, lamenta Davydko. Por eso, le animó a prenderles fuego con un palo si hacía falta.

En el balcón de su piso en Kiev siguen colgadas la bandera ucraniana, española y de la Unión Europea.

Davydko obtuvo el grado International Business Economics en la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona). Poco después, se incorporó como consultor a McKinsey & Company. Pero viendo llegar la ola tecnológica, en 2014 empezó a trabajar en Amazon. Allí pasó dos años y fue testigo de los inicios de la firma en España. Esa experiencia le ha servido ahora para poner en marcha su proyecto solidario. 

Tras pasar por varias startups en el Sudeste Asiático, volvió a Europa en 2020 al inicio de la pandemia. “Ahora trabajo como consultor de estrategia freelance en temas de tecnología y también soy profesor asociado en el Departamento de Economía de la Universidad Pompeu Fabra”, especifica. Desde entonces, vive a caballo entre Kiev, Ázqueta y los destinos donde le surgen proyectos profesionales. 

Recuerda que en enero, antes de trasladarse a Barcelona para impartir las clases, estuvo en su país natal. “Era una sensación rara. Tengo pasaporte español y recibí dos correos electrónicos del cónsul que nos avisaban de la necesidad de salir del país”, rememora.

Pero la población estaba “muy tranquila”. En realidad, prosigue, “nadie se podía imaginar que volveríamos a ver imágenes como las de la Segunda Guerra Mundial o la antigua Yugoslavia”. 

Cuando el conflicto estalló, fue testigo de cómo muchos compatriotas se alistaban. Allí, los ciudadanos hacen la mili, pero él no sabe manejar un fusil. “Soy una persona que lleva diez años trabajando delante de un ordenador y esa es mi arma”.

Al hacer esta reflexión, se dio cuenta que podía ayudar más utilizando esta herramienta en vez de convertirse en “un trozo de carne más”. “Como yo, había más personas. Así que organicé todo por las redes sociales”, cuenta en referencia al germen del proyecto. Se describe como una persona “desconfiada” y, por ese motivo, quería ofrecer la posibilidad de que la gente supiera a qué se iban a destinar las donaciones.

LA AYUDA LLEGA EN PAQUETES DE AMAZON

“Pensé que si lo compraba todo en Amazon, lo mandaba directamente a la frontera y desde allí lo introducían en Ucrania, iba a llegar seguro”. Después, comenzó a reflexionar sobre qué tipo de ayuda hacía falta enviar. “La prioridad en estos momentos es ganar la guerra”, opina. Por eso, se decidió a mandar equipamiento a los civiles alistados. De hecho, muchas de esas personas defienden su tierra “con camisetas y sudaderas”. Y les faltan recursos básicos, como walkie-talkies, cascos, botas, o incluso kits médicos. 

Para suplir esas necesidades, lanzó War-Stop. “Básicamente, procesamos lo que pide la gente en Ucrania”, apostilla. Así, la persona que quiere ayudar entra en la página web y elige el portal de Amazon que mejor le encaja, en este caso el de España. Una vez redirigido a Amazon, usa la lista de compra sugerida y adquiere los productos que desea donar. El pago se realiza desde la cuenta de Amazon del usuario, como si se tratase de uno de sus pedidos habituales. Sin embargo, en la dirección de envío se indica la de un almacén en Polonia, cerca de la frontera, que aparece escrita en la web del proyecto.  

Una pata importante del proyecto ha consistido en fortalecer la ciberseguridad de la página web para evitar ataques maliciosos.

Una vez en Polonia, en el almacén hay ucranianos que trasladan los paquetes a Lviv y, en ese lugar, se pone la etiqueta de logística intraucraniana. “Si algo me ha impresionado es la capacidad que ha demostrado la población para organizarse”, afirma con un tono de emoción.

La iniciativa se puso en marcha en cuestión de días: “La situación fue y sigue siendo muy dramática. Queríamos empezar a ayudar cuanto antes”. Conocedor de la capacidad logística de Amazon, pensó que de esta forma los pedidos llegarían antes.

La persona que decide hacer una donación “también controla al 100 % en qué se va a utilizar su dinero, ya que ella misma realiza la compra”. Él mismo quiso probar el sistema antes de lanzarlo y realizó “un primer pedido de vendas, linternas para la cabeza y walkie-talkies“. 

Los primeros paquetes de la iniciativa War-Stop llegaron a Ucrania la semana pasada.

Davydko sostiene que lo que se ve en la página web de War-Stop es solo la punta del iceberg del proyecto: “Hemos aplicado el mundo de los negocios a este contexto”. En un restaurante, por ejemplo, el comensal se puede encontrar con la carta, pero también con un menú degustación para los más indecisos. “Hemos intentado aplicar ese concepto de user-friendly. Por eso, hay packs prediseñados que se pueden adquirir directamente y también existe la opción de hacer pedidos a la carta”.

Además, existe un componente tecnológico. “Hemos trabajado mucho en materia de ciberseguridad”, confirma. La guerra también se está librando en el ciberespacio y temía ser objetivo de un ataque malicioso. Por eso, el equipo de War-Stop, formado por ocho personas, dedicó una semana a reforzar este aspecto. 

Solo unos días después de lanzar oficialmente el proyecto, reconoce que la acogida está siendo muy buena. “Ya tenemos miles de euros en términos de valor de la ayuda y llegaremos a cien pedidos pronto”, agradece. “Me encantaría tener que cerrar la web porque se ha terminado el conflicto en Ucrania”, agrega acto seguido pese a sentirse orgulloso del proyecto.

Sin embargo, el final de War-Stop se vislumbra lejano. Quizás por eso Davydko también haya creado un grupo de trabajo en la universidad Pompeu Fabra. Diez estudiantes recogen alimentos y han elaborado una guía del refugiado: “Ellos mismos me han recordado que, por desgracia, cuando esta acabe vendrán más guerras. Y es verdad que son iniciativas replicables”. 

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