Una clamorosa ovación espera a los héroes que se enfrentarán a una gesta histórica: ser los encargados de dar lidia y muerte, un siglo después, a una corrida de la casi extinta Casta Navarra, una de las sangres fundacionales del toro de lidia. Se ha dicho que el animal recuerda al temido uro euroasiático, una especie de bestia antigua que nuestros antepasados cazaban y cuya leyenda narra el arte paleolítico. Y este ejercicio de arqueología ganadera, que sucederá el próximo 9 de octubre en Torres de la Alameda, es fruto del trabajo de una prestigiosa ganadería que pasta en la localidad de Ablitas.
El hierro de José Arriazu e Hijos es uno de los últimos reductos de mayor pureza del encaste que existe en el campo bravo mundial. Así mismo, la fama que se ha forjado a su alrededor en un mundo diferente, el de los festejos taurinos, cuenta con miles de seguidores en Valencia, Navarra, Aragón y La Rioja. Esta ganadería no se ha apartado de seguir haciendo su selección a la manera tradicional: con capote, muleta y toreros muy experimentados.
Roberto Arriazu: “Es un animal que nos va muy bien porque son más duraderos, más listos y desarrollan más sentido que los que se torean ahora”.
A finales de 1800 y principios de 1900, las ganaderías que pastaban entre Tudela y Ejea de los Caballeros, como Carriquiri, Zalduendo o Ripamilán, abandonaron la cría de la Casta Navarra como toros de lidia. ¿El motivo? Las bestias presentaban complicaciones para el toreo moderno, más estético que habilidoso.
“Pero el encaste se conservó gracias a los festejos populares, la línea a la que nos dedicamos”, explica Roberto Arriazu, hijo de José Arriazu: “Es un animal que nos va muy bien porque son más duraderos, más listos y desarrollan más sentido en el ruedo que los que se torean ahora”.
El toro que se lidiará en la Comunidad de Madrid lleva la marca del hierro de Ablitas. “Y nos hace muchísima ilusión”, resalta Arriazu, cuya ganadería cumplirá su quincuagésimo aniversario este año. Por eso, el aficionado que vaya a la plaza de toros tiene que mantener una mente abierta, porque será testigo de una faena muy distinta. “Ha sido todo un reto”, valora.
De hecho, tres expertos toreros en este tipo de ganaderías comparecerán en el ruedo: los gaditanos Octavio Chacón y Pérez Mota; y el aragonés Imanol Sánchez, uno de los toreros fijos en casa de José Arriazu. Estos gladiadores experimentarán la bravura seca, agilidad y fiereza de los toros colorados de este hierro, seña de identidad de la Casta Navarra. Unas bestias que perviven en el valle del Ebro, donde gozan de gran reconocimiento.
“Se trata de algo puntual que las circunstancias han propiciado. Esperamos que los aficionados entiendan y valoren esta corrida, que está consensuada en muchos aspectos con los toreros. No será un espectáculo al uso”, apunta Arriazu. Eso sí, desde el hierro aseguran que, por su manera de seleccionar, los toros presentarán “un buen comportamiento” en varas: “El peligro y la emoción estarán presentes en todo momento”.
Por su lado, Sánchez afronta con entereza la futura lidia: “Estoy contento por la familia porque, en mi caso, son una parte especial de mi carrera. Era mi deber apuntarme a matar esta corrida porque conozco su personalidad. No va a ser fácil estar delante y va a ser más especial a lo que estamos acostumbrados a ver, pero estoy seguro de que la emoción va a estar presente y, ojalá, triunfe lo diferente“.