Navarra cuenta con nueve comunidades energéticas a pleno rendimiento y, según la oficina con la que el Gobierno foral pretende impulsar esta figura (Vikena), hay al menos once más en desarrollo. La Eurorregión (la alianza entre Nueva Aquitania, País Vasco y Navarra), al igual que el resto de la Unión Europea, está interesada en promover este tipo de entidades y por eso, tal y como recogió este medio, financiará el proyecto Enerkide, liderado por la Agencia de Desarrollo de Sakana y destinado a alentar las comunidades energéticas transfronterizas.
La iniciativa recibirá 72.806 euros que se repartirán entre los socios participantes, ya que el proyecto también cuenta con la colaboración de la Universidad del País Vasco (UPV), I-ENER (empresa de energía solar) y ESTIA (un centro educativo sobre ingeniería y tecnología) desde el otro lado de los Pirineos. Según explica a Navarra Capital el responsable de Proyectos de la agencia sakanesa, Zuhaitz Areitio, en la entidad no se esperaban esta inyección económica, “aunque las comunidades energéticas son un tema candente hoy en día por la dependencia de combustibles fósiles que tiene Europa”.
El objetivo de la iniciativa es proporcionar una hoja de ruta a las personas que quieran constituir comunidades energéticas. Así, pretende ampliar el número de estas entidades a lo largo y ancho de las tres regiones a través de una “caja de herramientas” que, según él, será muy útil para sus impulsores.
En vez de un martillo o una llave inglesa, encontrarán consejos y soluciones recogidos por el equipo de Enerkide, que ya se encuentra en conversaciones con las comunidades energéticas existentes para conocer qué dificultades se han encontrado desde su creación. Inicialmente, los impulsores del proyecto barajaron presentarla durante la convocatoria del año pasado, pero entonces no estaba del todo lista. De ahí que Enerkide acumule ya más de doce meses de trabajo adelantado.
PRINCIPALES BARRERAS
Las primeras dudas suelen surgir en el arranque. Y ese es, precisamente, el principal hándicap de las comunidades energéticas. “Entonces llega el segundo problema: la falta de experiencia en la gestión de la entidad”, apostilla.
“Todo el mundo puede ser parte de una comunidad energética. Solo hacen falta ganas, entendernos con nuestros vecinos y transmitir esa intención al ayuntamiento correspondiente”
Solo la constitución (no la instalación) de una comunidad energética oscila entre los 15.000 y los 20.000 euros, según detalla Areitio, ya que durante los primeros meses se requiere de mucha ayuda profesional en materia jurídica, técnica y humana. Este último elemento es importante para lograr que todos los miembros de la comunidad remen en la misma dirección.
Antes del proceso de generación de energía, suele existir además una carencia en materia de formación. “El objetivo también es entender cómo funciona el mercado energético, qué es una factura eléctrica y cómo reducir la potencia. Porque no todo es generar, sino ser conscientes de lo que consumimos. Una vez hayamos rebajado el gasto y aislado bien los edificios (entre otros aspectos), comenzará la generación propia y notaremos el ahorro”, avanza.
COMUNIDADES TRANSFRONTERIZAS
Los problemas citados anteriormente aparecen también al otro lado de los Pirineos: “Hay una intensa relación entre Iparralde y nuestro lado de la frontera, una vida común. Y se podría potenciar impulsando, por ejemplo, la movilidad compartida”.
Al estar presente en dos países, Enerkide deberá afrontar el reto añadido de ayudar al desarrollo de comunidades energéticas a ambos lados de la cordillera. “Es necesario que los Estados francés y español adecúen las leyes para que podamos hacerlo. Todo el mundo puede ser parte de una comunidad energética. Solo hacen falta ganas, entendernos con nuestros vecinos y transmitir esa intención al ayuntamiento correspondiente. La experiencia que tenemos en Navarra con las comunidades energéticas que se han creado es un auténtico placer. Colaboran personas de todas las edades y de diferentes oficios por el objetivo común de crear un núcleo de población sostenible”, concluye.