sábado, 27 abril 2024

Fermín Irigaray llama a las vacas por su nombre

Cuando tenía 24 años, fue elegido alcalde de Burguete. Y, durante dieciocho años, formó parte de la ejecutiva del sindicato EHNE Nafarroa. Pero, además, desde el pasado mes de junio ejerce como presidente de la IGP Ternera de Navarra. En esta entrevista, reivindica la calidad de la carne producida con este sello, así como la importancia de cuidar el mundo rural y de cambiar los hábitos de consumo para garantizar el futuro del campo. También aboga por explorar nuevas vías de comercialización, que promuevan la sostenibilidad económica de las explotaciones.


Burguete - 5 enero, 2024 - 14:15

Vecino de Burguete de “toda la vida”, fue elegido presidente de las IGP Ternera de Navarra en junio. (Fotos: Sergio Martín)

Tienes unos siete u ocho años. Viajas en coche con tus padres y tienes por delante un día estupendo. Miras por la ventanilla. La estampa es encantadora. «¡Mira, mamá, vacas! ¡Caballos! ¡Ovejas!», exclamas ilusionado. Ahora has alcanzado la madurez y, mientras conduces por las mismas carreteras, también te detienes a observar los animales. Pero todo ha cambiado. De fondo ya no suenan canciones infantiles, sino una lista de Spotify, y sientes dejar atrás la ingenua mirada del niño para comenzar a hacerte preguntas. Si los pueblos cada vez tienen menos habitantes, ¿cómo sobrevivirá la ganadería con el actual encarecimiento de los costes? ¿Quiénes son esas personas que, llueva o truene, garantizan cada día nuestra alimentación? ¿Realmente es un oficio tan duro como se cree? Menos mal que hoy contamos con el presidente de la IGP Ternera de Navarra, Fermín Irigaray, para aclarar nuestras dudas.

Vecino de Burguete «de toda la vida», retrocede el reloj para volver a su infancia al calor de una chimenea. Entre sus recuerdos más preciados, destacan los días de verano que pasaba con sus amigos jugando a fútbol y a la pelota vasca. En invierno, cuando el frío y la nieve acechaban, pasaba el rato alrededor del fuego comiendo castañas. «Eran otros tiempos, ahora las cosas han cambiado. Hay televisión en casi todas las casas, hay más distracciones y otro tipo de entretenimientos», constata.

«De niños, nos metían internos en colegios de frailes o monjas. Y hubo momentos en los que lo pasé mal, aunque eso también me ha forjado como persona»

También la educación era distinta. Por aquel entonces, los niños del pueblo debían marcharse a Pamplona a los nueve años para continuar su formación. «Aquello fue muy duro. Nos metían internos en colegios de frailes o monjas y hubo momentos en los que lo pasé mal, aunque eso también me ha forjado como persona», añade.

Fue un alumno ejemplar y no tardó mucho en decidir hacia dónde quería orientar su vida. Hijo de ganaderos, quiso continuar la costumbre familiar. Pero antes de seguir su destino debía cumplir un deber, entonces obligatorio: la mili. Tan temida por algunos, tan reveladora para otros… Para Fermín, supuso un gran cambio. Al volver a casa un año después, se encontró con una realidad diferente a la que había dejado atrás. Su padre había fallecido. Con cuatro hermanos y una gran responsabilidad a sus espaldas, todos tuvieron que emplearse a fondo para salir adelante. «Nos organizábamos bien, cada uno sabía cuál era su función», explica. Él se centró en los animales. Y desde entonces es feliz.

Durante dieciocho años formó parte de la ejecutiva de EHNE Navarra.

De la trayectoria laboral de Fermín, destacan los dieciocho años que formó parte de la ejecutiva de EHNE Nafarroa.

En esa época, el ganado vivía en la misma casa que sus dueños, nada que ver con la realidad actual. «Las vacas estaban en la planta baja, eran parte de la familia, casi como nuestros primos. Ahora las llevamos a las naves», manifiesta. Pero aunque los animales ya no habiten en su hogar, Fermín, de 61 años, sigue sintiendo ese fuerte vínculo con ellos. Por eso se le ilumina el rostro cuando nos pregunta si nos gustaría conocer a sus noventa vacas pirenaicas.

UNA FAMILIA «MUUU» GRANDE

¡Muuuuu! ¡Co, co, co! ¡Guau, guau! ¡Miau! Una orquesta de sonidos retumba en la nave de Fermín. Gallinas, cerdos, gatos y un simpático perro posan sus ojos sobre nosotros. Las grandes protagonistas, las vacas, nos contemplan con especial curiosidad. Si hablásemos el mismo idioma, las entrevistaríamos sin dudarlo… «Todas tienen nombre. Esta es ‘Culona’, esta es ‘Argala’ (‘flaca’ en euskera), ahí están ‘Ziki’ y ‘Lidia’…», enumera al instante. «Es una pena que a los chavales no les parezca atractivo este oficio», suspira mientras las acaricia.

«Es una pena que a los chavales no les atraiga este oficio. La solución podría estar en la apertura de nuevas vías de comercialización, que mejoren los precios y la rentabilidad»

El relevo generacional es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta el mundo rural. Para nuestro protagonista, la solución podría estar en la «apertura de nuevas vías de comercialización que mejoren los precios y la rentabilidad de las cuadras». A pesar de la dura situación que atraviesa el sector, no todo está perdido. Así, menciona con satisfacción que su hijo Patxi, de 20 años, ha decidido dedicarse a la ganadería. Además, su hijo mayor, Unai, ha sido elegido alcalde de Burguete con solo 23 años. Orgulloso de ambos, confiesa que le recuerdan a aquel joven Fermín que pronto comenzó a implicarse con su comunidad. «Yo también fui alcalde del pueblo con 24 años, mientras trabajaba como ganadero. Me enorgullece ver que mis hijos son personas comprometidas», subraya.

EL AYUNTAMIENTO Y EL SINDICATO

En los doce años que permaneció en el ayuntamiento, cuatro como alcalde y ocho como concejal, aprendió mucho: «Me gustaba atender a los vecinos y trabajar por el pueblo. Aprender de sus costumbres me forjó como habitante de Burguete y como persona».

Además, formó parte de la ejecutiva del sindicato EHNE Nafarroa durante dieciocho años. Hasta que, el pasado junio, fue elegido presidente de la IGP Ternera de Navarra. Con 170 puntos de venta en la región, suma ya 438 ganaderías registradas, el 33,18 % de las explotaciones navarras dedicadas a la producción de carne bovina, y 14.864 de las 27.869 cabezas de ganado contabilizadas en la región para este fin (el 53,33 %). Nuestro protagonista asiente con la cabeza, aunque no parece del todo satisfecho. «Nos faltan ganaderos que puedan unirse», apostilla.

«El relevo generacional no solo hace falta en la ganadería, también en las carnicerías, en las carpinterías…»

Preocupado, se toma unos segundos para reflexionar. Pronto llega a una conclusión, que decide compartir con nosotros: «El relevo generacional no solo hace falta en la ganadería, también en las carnicerías, carpinterías…».

En concreto, la dura realidad económica de las explotaciones marca en gran medida el desinterés o la poca atracción que sienten las nuevas generaciones hacia su sector: «Los números son ajustados y exigen grandes esfuerzos. Al final, nosotros somos capaces de afrontar esta realidad porque llevamos toda la vida así, pero no podemos pretender que las nuevas generaciones hagan lo mismo que nosotros. Económicamente hay que hacer atractivo el sector», atestigua.

MÁS ALLÁ DE NAVARRA

Como presidente de la IGP Ternera Navarra, propone ampliar el punto de mira de los productores y comercializar el producto más allá de las fronteras forales. «Debemos buscar mercados fuera», añade en la misma línea que ya se pronunció en un reciente reportaje publicado por este medio.

Tiene dos hijos, Patxi y Unai. El primero, de 20 años, también se dedica a la ganadería. El mayor, de 23, ha sido recientemente elegido alcalde de Burguete.

Su hijo pequeño, Patxi (20 años), también se dedicará a la ganadería. Y el mayor, Unai (23), ha sido elegido alcalde de Burguete.

Orgulloso, asegura que la carne de la IGP es de mayor calidad a la que el consumidor normalmente puede encontrar en los lineales: «Nuestra producción se basa en terneros amamantados por sus madres, que pastan en los montes y campos. Su alimentación es la hierba y la leche de la madre. Ese modelo no tiene nada que ver con el de los cebaderos donde se destetan, se meten en naves y no vuelven a pisar el campo. Es importante diferenciar».

Las costumbres cambian, ya lo ha comentado Fermín al inicio de la entrevista. Ahora, «la gente consume más pollo y cerdo». De hecho, según Statista, el volumen de carne fresca consumida en España fue de unos 27,6 kilos por persona en 2022: 10,51 de pollo, 8,61 de cerdo, 3,83 de vacuno, 0,91 de ovino/caprino, 0,65 de conejo, 0,63 de despojos, 0,04 de caballo y 2,45 de otras especies.

Nuestro protagonista hace hincapié en que las campañas contrarias al consumo de carne, especialmente roja, así como a la actividad ganadera, están perjudicando al sector. «Hay que trasladar a la gente que lo que nosotros producimos no es lo que algunas campañas venden. Por ejemplo, dicen que las vacas producen demasiada cantidad de CO2 y eso empeora el calentamiento global, pero no es cierto», defiende.

«Nuestra producción se basa en terneros amamantados por sus madres, que pastan en los montes y campos. Eso aporta mucha calidad»

A pesar de que este año la climatología está siendo favorable, con abundantes lluvias, el sector no logra remontar del todo tras la sequía y el incremento de los costes sufridos en 2022. «No recordábamos un año tan duro. Históricamente, el norte de Navarra siempre ha sido una zona muy húmeda. Fue una mala racha y todo estaba carísimo».

Ahora, los precios «se han estabilizado», pero la ganadería continúa viviendo importantes dificultades, en parte también por los precios que reciben los ganaderos y los escasos márgenes que manejan. La solución, según él, depende en parte de la propia sociedad, de cómo y qué consumimos. Con pequeños detalles cotidianos, la ganadería puede progresar. «Si se consumiese más carne, los resultados económicos no serían tan malos», remarca para resaltar acto seguido el papel esencial que deben desempeñar los habitantes de las zonas rurales en el cuidado del medio ambiente: «El campo es la vía de escape de quienes viven en la ciudad. Si los pueblos se mueren, las ciudades no van a tener los espacios naturales tan bien conservados que hoy tenemos».

Mientras acaricia el lomo de ‘Ziki’, que vuelve a mirarnos, Fermín nos descubre un pequeño secreto sobre las vacas: son animales que rebosan cariño. «Aprendo de ellas cada día, mi trabajo es muy satisfactorio», expresa con afecto antes de lanzar una pregunta al aire: ¿Qué sería de la Comunidad foral sin ganaderos ni agricultores? «Al no mantener controlada la vegetación, el riesgo de incendios sería mayor; se reduciría el consumo de alimentos de calidad; el paisaje desaparecería… En definitiva, Navarra dejaría de ser Navarra», se responde a sí mismo.

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