Encender el móvil, entrar a la aplicación, seleccionar el próximo destino y comenzar una aventura guiada. Así de sencillo es el Geocaching, una actividad de ocio que consiste en esconder y encontrar “tesoros” en distintos lugares del territorio. Esta moda estadounidense que está triunfando en España se puede practicar solo o en familia, ya sea en el medio natural o urbano, y ya cuenta con cerca de 700.000 participantes en el país.
Esta práctica nació casualmente en Estados Unidos en el año 2000 como celebración de que el gobierno suprimiese la disponibilidad selectiva, la cual degradaba intencionadamente la señal de los satélites para evitar que los receptores comerciales fueran demasiado precisos. David Ulmer, pionero de esta actividad, escondió el primer objeto en los alrededores de la ciudad de Portland y envió a un grupo de noticias las coordenadas exactas de su ubicación. Así comenzó todo.
Al principio era imprescindible disponer de un dispositivo GPS para realizar la aventura, pero veinticuatro años después, cualquier teléfono móvil moderno es suficiente. Algunas de las aplicaciones más populares son la original de Geocaching y c:geo, ambas gratuitas. Las dos permiten tanto esconder como encontrar objetos.
Esta actividad se ha vuelto tan popular que ya se conoce como “geocacher” a la persona o equipo que se identifica con un nombre y se da de alta en la aplicación, para, a continuación, poder buscar y registrar los “geocaches” conseguidos.
Existen diversos tipos de “geocaches” distribuidos por toda la geografía mundial. Los tradicionales son contenedores de tamaño variable, escondidos en diversos lugares, que hay que encontrar físicamente y que disponen de una libreta en la que anotar el nombre de usuario y registrar así la visita. También existe la variante de “cache múltiple”, en la que hay que superar distintas etapas para conseguir descifrarlo. Otra de las opciones es la virtual, en la que no es necesario encontrar algo material.
UNA ACTIVIDAD EDUCATIVA
Sin embargo, el geocaching no es solo un juego, también ofrece la oportunidad de aprender. Precisamente, los “earthcaches” son elementos en los que hay que responder a determinadas cuestiones sobre la naturaleza geológica o geográfica de una localización para continuar.
Este componente cultural o educativo se añade a la posibilidad de disfrutar del medio natural o de conocer lugares de interés, que pueden ser arquitectónicos o artísticos. Del mismo modo, es la excusa perfecta para realizar rutas de senderismo.
Bajo el lema “Siempre hay una aventura a tu alrededor”, esta búsqueda del tesoro se ha convertido en una opción demandada por mayores y niños. Y son, justo estos últimos, los que suelen mostrarse más interesados en explorar los escondites y los pequeños objetos que se encuentran en su interior.