miércoles, 24 abril 2024

Gonzalo Agorreta, pedagogía del veganismo

Pudo hacer su carrera laboral en la empresa agrícola familiar, pero recibió una propuesta del Grupo Enhol para poner en marcha Foody’s, una firma basada en el uso de vegetales germinados para la alimentación humana. Y aceptó el reto. Aunque la llegada de la pandemia le tocó en plena fase de lanzamiento, la empresa tiene un sólido plan a largo plazo, que está dando resultados esperanzadores. Por ejemplo, ya ha entrado en México, Estados Unidos, Inglaterra y otros países de Europa. Además, en España tiene como cliente a Carrefour.


Pamplona - 24 septiembre, 2022 - 00:02

Gonzalo Agorreta siempre ha trabajado en el mundo de la agroalimentación. (Fotos: Maite H. Mateo)

Gonzalo Agorreta nació en Fontellas en una familia que, desde hace cuatro generaciones, gestiona una empresa agrícola. «El bisabuelo empezó a cultivar cuatro tierras, el abuelo hizo crecer la explotación de un modo considerable y mi padre, que murió en junio, la profesionalizó y siguió ampliándola hasta tener más de 200 hectáreas. Ahora la dirige mi hermano». La lógica decía que ese sería su destino laboral. De hecho, tras estudiar con los Jesuitas de Tudela se marchó a Madrid con la intención de hacerse ingeniero técnico aeronáutico, pero al final se decantó por el título de ingeniero agrónomo. Más tarde completaría su formación con un máster en administración de empresas.

Sí, ingresó en la empresa familiar, incluso antes de lo previsto porque el negocio atravesaba dificultades. Era el año 2013, la crisis golpeaba sin piedad y tocaba arrimar el hombro. Asumió la gestión de la plantilla, unas 70 personas con picos de hasta 150; la planificación de la producción; y el control de costes. «Cuando llegué a Madrid todo era nuevo para mí, espectacular, impresionante, hice amigos, mi adaptación fue fácil. Pero volver a Tudela fue un shock, el mayor de mi vida. De la cuadrilla que había dejado aquí al irme a estudiar no había nadie, llegué incluso a plantearme regresar a Madrid a buscarme la vida», confiesa Gonzalo Agorreta. Se centró en el trabajo, primero para solucionar el problema que precipitó su retorno. «Y mis planes eran, con el tiempo, poner en marcha las ideas de diversificación que tenía en la cabeza».

Tres años después recibió una llamada de los representantes de la familia Oliver, propietaria del Grupo Enhol, que le citaron en Tudela. Diego y Gonzalo Oliver, a los que conocía «de toda la vida», le explicaron que veían un nicho de mercado en los vegetales germinados para la alimentación humana. «Suele hablarse de negocios que comienzan en la servilleta de un bar, en este caso fue así, escribimos en un papel lo que íbamos a hacer». Le propusieron que se hiciera cargo del desarrollo de la idea «partiendo de cero». «Lo vi como una oportunidad de crecer profesional y personalmente porque salías de tu zona de confort… Bueno, asociar confort a empresa familiar es mucho decir, pero siempre me han atraído los retos y formarme. Por eso quería ver cómo se trabajaba en otras empresas, hay muchas formas de hacer las cosas y es una forma de aprender».

«Volver a Tudela tras estudiar en Madrid fue un shock, el mayor de mi vida. Llegué incluso a plantearme regresar a buscarme la vida».

Tenía entonces 27 años, compartía la visión del negocio y los valores que lo guiaban. «Eran muy parecidos a los que yo siempre conocí en mi casa, esa cultura del trabajo y el esfuerzo, el buen ambiente laboral y sentirte protagonista de algo importante. Además, el hecho de que estuviera detrás la gente de Enhol me daba mucha confianza«. Confiesa que le resultó duro dejar la empresa de su familia para incorporarse a la de otra. «Me acordaré siempre de cuando lo planteé en una reunión en casa, todo el mundo comprendió que era una oportunidad de crecimiento personal y profesional». Total que aceptó la oferta de los Oliver y, en septiembre de 2016, se unió al proyecto, bautizado como Brotalia, que en marzo de 2018 inauguró sus instalaciones en la Ciudad Agroalimentaria de Tudela.

EL UNIVERSO BROTALIA

Brotalia es la línea de negocio de alimentación humana del Grupo Enhol, y Foody’s es su marca comercial, con tres líneas de negocio más: «Una es Agro, de alta tecnología centrada en el cultivo de germinados y plantas aromáticas mediante un sistema hidropónico y sostenible de tecnología propia. Reutilizamos el 90 % del agua, no usamos pesticidas ni tenemos residuos químicos…».

La línea Agro nació en la planta de Tudela y, durante la pandemia, se extendió hacia el cultivo de lechugas vivas, con raíz. Lo hacen en invernaderos de alta tecnología y en las instalaciones de 40.000 m2 que adquirieron en la provincia de Murcia, que ya están en marcha aunque la fábrica se inaugurará oficialmente este mes. Su producción abastece al retail nacional y a empresas europeas que transforman el producto, especialmente en Inglaterra, Francia, Holanda y Bélgica, y lo suministran a sus respectivos retails. «Su crecimiento es exponencial», asegura alzando la mano derecha como si siguiera la gráfica de su evolución.

La firma navarra Foody’s, perteneciente al Grupo Enhol, tiene tres líneas de negocio diferenciadas.

Con los germinados como base, Foody’s desarrolló una hamburguesa vegana con sabor y aspecto similar a la de ternera que fue presentada en octubre de 2019 en la feria Fruit Attraction. «Tuvo un éxito… ¡estratosférico! Pero llegó la pandemia cuando estábamos en plena introducción en el mercado. Con un mes más habríamos estado dentro de todas las cadenas y ahora estaríamos contando otra película».

Convencidos del potencial de la hamburguesa vegetal, y ante el parón del mercado, dedicaron el año 2020 a potenciar su I+D para consolidar un portfolio de productos veganos: «Me atrevería a decir que nos hace ser de las pocas empresas, si no la única, que cuenta con un catálogo global de plant based, de productos de proteína vegetal». A las hamburguesas tipo ternera se unieron las que recuerdan a las de pollo y pescado, los quesos veganos, etc. Había nacido la segunda línea de negocio, denominada Plant Based. «Empezamos fabricando con una empresa externa, pero en 2021 adquirimos una empresa en Arguedas que nos permitía elaborar toda nuestra gama de productos. Es pequeña pero la hemos dotado de una gran capacidad de producción, eso nos da una flexibilidad muy útil en este momento de transición entre la apertura de la nueva línea de negocio y la consolidación del proyecto».

La tercera sociedad de Foody’s está dedicada a los precocinados gourmet que no son veganos. «Nos metimos en ese mercado porque la fábrica que adquirimos ya tenía su portfolio de productos tradicionales, croquetas, tigres y demás. Hemos adaptado las recetas a lo que pide el consumidor y estamos suministrando a los distribuidores del sector horeca de Navarra, La Rioja, Aragón y País Vasco».  Gonzalo Agorreta aclara que «nosotros trabajamos siempre como una sola empresa, Foody’s, aunque societariamente estemos organizados de otra manera».

«La pandemia nos pilló en el momento del despegue, con un mes más habríamos estado dentro de todas las cadenas y ahora estaríamos contando otra película».

Con Brotalia no se buscaba una rentabilidad inmediata, era y es una propuesta a muy largo plazo. «De hecho, llevamos cuatro años peleando duro, invirtiendo y posicionándonos poco a poco en el mercado. Se van consiguiendo los hitos que nos habíamos marcado y es muy satisfactorio ver cómo crece algo que has ido levantando desde cero». Ya, pero recibir ese encargo tan ambicioso con solo 27 años… ¿no le temblaron las piernas? Se ríe y reconoce que «un poco». Pero lo compensó con la tranquilidad derivada del hecho de que no se persiguieran resultados para el día siguiente, así como por la determinación mostrada por Diego y Gonzalo Oliver «y el sentirme siempre acompañado, aunque yo lidere la estrategia la hicimos en común». Y eso a pesar de que el arranque no ha sido fácil. «La pandemia nos pilló en el momento del despegue y nos frenó todo durante año y pico porque las cadenas, que son nuestros principales clientes, no pensaban en incorporar nuevos productos sino en reponer lo que ya vendían. No nos recuperamos hasta finales de 2021. Fue complicado», concreta.

El plan estratégico prevé que los resultados de Foody’s se dupliquen en el plazo de dos o tres años. En total, dieciocho personas trabajan en la línea Plant Based que tiene una capacidad de fabricar de entre 40 o 50 toneladas de productos al mes, y otras quince o dieciséis, con picos coincidiendo con las campañas agrícolas, en la parte Agro, donde cultivan cerca de 12 millones de plantas al año. «Está creciendo mucho Plant Based, hemos entrado en México, Estados Unidos, Inglaterra y Europa en general. En España tenemos como cliente a Carrefour y estamos negociando con otras cadenas de retail».

EQUIPO COMPROMETIDO

No quiere que la conversación vaya por otros derroteros sin olvidarse de destacar que, para la firma, «lo más importante de todo es el equipo humano». «Ya sé que es lo que dicen todos, pero en una empresa de nueva creación necesitas a personas muy comprometidas y con muchísima actitud, diría incluso que más que con conocimiento, para conseguir salir adelante en determinados momentos. Nosotros las tenemos, y para mí es un orgullo porque significa que lo estamos haciendo bien. Con ellos podemos resolver cualquier problema«. Sonríe para añadir que «aquí se ha llorado y se ha reído, se ha pasado muy mal y muy bien, pero lo hemos hecho en equipo y eso da gusto, porque es gente que cree en el proyecto». «Ayuda mucho tener detrás a la gente de Enhol, tan joven, su cercanía se contagia», remata.

Además de los productos veganos, el grupo que dirige Agorreta produce precocinados tradicionales en Arguedas.

Lo vegano es tendencia, pero al mismo tiempo es visto con cierto recelo por quienes, por ejemplo, sostienen que una hamburguesa de carne no tiene nada que ver con otra creada a partir de brotes germinados. ¿La estrategia comercial de Foody’s incluye ciertas dosis de pedagogía? Lo apuntamos medio en serio medio en broma, pero resulta que es así. «Por eso creamos un departamento de prescripción. Cuando un cliente pide muestras para probarlas va Cristina, que se dedica a presentar el producto in situ: qué ventajas tiene a nivel nutricional, digestivo, cómo se cocina… Lo prueban y si no les gusta pues ya está, pero los resultados son sorprendentes, así rompemos ese muro». Admite, sin embargo, que «en horeca hay cierta resistencia a dejar entrar productos vegetarianos veganos, ya que es el hostelero quien tendría que hacer también ese ejercicio de prescripción del producto».

«Aquí se ha llorado y se ha reído, se ha pasado muy mal y muy bien, pero lo hemos hecho en equipo y eso da gusto».

Aclara en este sentido que sus alimentos no tratan de sustituir a la carne. «Cada equis años hay un cambio en la alimentación, llegan nuevos productos que son una alternativa a los que llevabas comiendo treinta años. Seguirás teniendo albóndigas de ternera, de pollo o cerdo, y tendrás las vegetales, que serán otra opción. No vamos a un público exclusivamente vegano, esa etiqueta no es nuestro reclamo sino la calidad del producto. Digamos que lo estamos democratizando. Antes estos productos eran más caros que la carne, pero con todo lo que está pasando se han invertido los términos, eso también puede ayudar a nuestro despegue».

Gonzalo Agorreta habla de su trabajo con una convicción teñida de entusiasmo. Este año está siendo una montaña rusa de emociones porque pocas semanas antes de la reciente muerte de su padre nació su primer hijo. Pero se esfuerza para conciliar vida familiar y laboral «porque hay que trabajar muchísimo». «Gerenciar una empresa resulta muy absorbente, sobre todo cuando está en su fase de lanzamiento, pero también hay que saber disfrutar y parar de vez en cuando. Eso no se lo veía a mi padre o a mi abuelo. En casa era todo trabajar, trabajar y trabajar, a mí me apetece ver crecer a mi hijo».

Aprovechamos para preguntarle si es cierto que, como nos dijeron en su día Diego y Gonzalo Oliver, el equipo del Grupo Enhol comparte los jueves cervezas y pinchos con trabajadores de sus empresas. Se le ilumina la cara y lo confirma: “¡Síííí, todos los jueves desde hace años! Es la mejor terapia que hay, pero eso no se puede hacer sin un muy buen ambiente laboral. Son momentos que consolidan las relaciones personales y a mí me sirven para tener en esa hora y media una foto de cómo se encuentra el grupo. Oyes hablar a uno de cómo le va, yo les cuento como ha sido mi semana… ¡Es una verdadera gozada!».

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