jueves, 12 diciembre 2024

Gonzalo García, hipnotizado por la Catedral

La sacristía rococó de la Catedral de Pamplona es, sin duda, el más impresionante escenario en el que hemos hecho una de las Entrevistas de Trabajo. Hasta ella nos guía Gonzalo García después de posar para la fotógrafa en el claustro. Recordamos la frase “Dante está en el claustro, madame Pompadour en la sacristía”, pronunciada por un Víctor Hugo también asombrado tras visitar la Catedral.


Pamplona - 14 marzo, 2020 - 06:00

Gonzalo García, en el recién restaurado claustro de la Catedral. (Fotos: Maite H. Mateo)

Allí, entre los espejos y dorados de la recargada y suntuosa decoración, charlamos con el gestor general del Museo catedralicio y responsable del Área de Turismo Religioso y Accesible de Navarra sobre su singular trabajo, al que llegó tras ejercer el periodismo durante muchos años. Lo hizo fundamentalmente en la radio. De hecho, le delata su dicción perfecta y una entonación que deberían imitar quienes hablan a la audiencia a través de un micrófono.

Gonzalo García ha dado nuevos usos a la Catedral. En la imagen, en el sobreclaustro con el cuerpo del templo como fondo.

Gonzalo García nos revela que nació hace 69 años en Barcelona, donde estudió Periodismo y empezó a trabajar en la Cadena SER. En realidad, quería dedicarse a la enseñanza, pero la radio se cruzó en su camino, hizo algunas incursiones en la prensa escrita y también en la televisión. “Pero soy hombre de radio”, dice con un gesto que podría significar ¡qué le voy a hacer! Hace 45 años, la COPE buscaba un jefe de programas para su emisora de Pamplona y se puso en contacto con él: “No había estado nunca en Pamplona, no conocía ni tenía a nadie por aquí, pero por aquello de las locuras de la juventud me lancé a la aventura y vine a esta santa tierra”.

“Conocí la censura, tener que pedir permiso con 48 horas de tiempo al Ministerio de Información y Turismo para entrevistar a un señor”.

En Pamplona trabajó en la COPE y colaboró con la Cadena SER y Radio Cadena, “que era la emisora comercial de Radio Nacional que se transformó en Radio 5, Radio Navarra… Vamos, que no me falta casi ninguna y de todas guardo excelentísimos recuerdos y, sobre todo, grandes compañeros y amigos”. El periodismo, entonces, era una profesión delicada: “Conocí la censura, pero la dura, la de tener que pedir permiso con 48 horas de tiempo a aquel Ministerio de Información y Turismo para entrevistar a un señor y presentar las preguntas que pensabas hacerle. Te respondían ‘esto no se le puede preguntar y esto tampoco’. Se lo cuento a mis hijas y me miran como diciendo ‘has tomado el Cola Cao demasiado cargado'”.

UN COMUNICADOR

Comentamos que ahora la prensa tiene otros condicionantes. Y Gonzalo, pragmático, señala que hay que ser un poco camaleón, y a la velocidad con que vivimos tienes que serlo todos los días porque si no el mundo te arrolla”. Además de la radio, “siempre me ha gustado organizar eventos, quizá en otra vida los organizaba en el Circo Romano… He intentado compaginar las dos actividades, en realidad son dos formas de comunicación. Yo me considero un comunicador”.

De hecho, fue integrante del Comité de comunicación de la Asociación de Autopistas de Peaje, y responsable de comunicación y relaciones públicas en el aeropuerto de Bilbao, donde organizó y vivió los actos del cambio de Sondika a Loiu. “Una experiencia inolvidable”. Tras pasar algo más de un año en la atención al público del aeropuerto de Barajas, volvió a Pamplona para ser jefe de gabinete del consejero del Gobierno foral José Andrés Burguete. Y después volvió a la radio, dirigió una empresa de publicidad y gestionó la comunicación de un grupo constructor hasta que, hace unos diez años, su vida profesional dio el gran giro.

El claustro de la Catedral ha acogido eventos manteniendo siempre su carácter religioso.

El claustro de la Catedral acoge numerosos eventos, pero respetando siempre la esencia del templo.

Un día recibió una llamada, en la que le indicaban que el Arzobispado y el Cabildo eran conscientes de que la Catedral de Pamplona “estaba como muy mohína, que era necesario abrirle las puertas, darle vida, y que si me atrevía a eso que ahora se define como dinamizarla. Mi primer impulso fue contestarle: ‘Oiga, no sé con quién estoy hablando pero váyase a tomarle el pelo a otra persona, que tengo mucho que hacer'”. Resultó ser un canónigo que le citó para mantener una entrevista en el Arzobispado, con lo que desaparecieron sus recelos.

“Cuando me llamaron para proponerme este trabajo, mi impulso fue decir ‘oiga, váyase a tomarle el pelo a otro'”.

Llegó a la Catedral con muchas ideas, pero encontró dificultades para llevarlas a la práctica. El primer año fue muy duro, tanto que tiré la toalla y les dije que no me veía capaz. ¿Por qué? Suspira, demora radiofónicamente la respuesta y contesta. “Hay que entenderlo. Yo soy una persona creyente y para mí la Catedral es, sobre todo, un templo. Y las 24 horas del día es para lo que es, para rezar, meditar… Pues imagínate a los canónigos que tienen una vida, una rutina establecida y se encuentran de repente con un señor ahí rompiendo moldes”.  Antes, tras el Rosario de los Esclavos, la Catedral cerraba sus puertas a cal y canto hasta la misa capitular de la mañana siguiente. “Ahora, cuando se han acabado ya las ceremonias, que te aparezcan 200 o 300 personas que visitan el templo y luego cenan en el refectorio, que vuelve a ser comedor otra vez, hay que entender que eso choque a los canónigos”.

SOBRE TODO, UN LUGAR DE CULTO

Mantuvo una conversación con el arzobispo Francisco Pérez, “en la que los dos nos sinceramos y le tengo que agradecer que el apoyo que me mostró entonces no se quedara en una promesa, se ha hecho realidad cada día”. Finalmente, el Cabildo comprendió el proyecto: “Han tenido muchísima paciencia, lo han aceptado, también lo apoyan y colaboran”. El Monasterio de Montserrat, la Conferencia Episcopal y otros muchos centros y organizaciones religiosas le han invitado a dar conferencias para explicar cómo ha conseguido que la Catedral sea un centro de organización de congresos profesionales y que de recibir 25.000 visitantes al año haya pasado a tener 100.000 “sin dejar de ser lo que es, un lugar dedicado por encima de todo al culto”, insiste.

“El primer año fue muy duro. Hay que entender a los canónigos acostumbrados a una rutina y que se encuentran con un señor ahí rompiendo moldes”.

Renault presentó uno de sus coches en el patio del Arcedianato y otro, eléctrico, en el claustro. “Uno de los directivos de la marca me dijo que se lo había puesto muy difícil para la siguiente presentación, porque después de disponer de este marco…”, indica riéndose y girando el torso con las manos abiertas, como si mostrara la rica ornamentación de la sacristía. Sus dependencias han acogido conferencias de premios Nobel, un certamen que reunió a jóvenes creativos de toda España, unas jornadas sobre caligrafía sacra, congresos gastronómicos, presididos, reitera, por el respeto ab-so-lu-to al templo, por eso cuando ha habido la más mínima sospecha de que pudiera pasarse la línea roja hemos dicho que lo sentíamos mucho, pero que no nos arriesgábamos”.

Pero el antes y el después vino con la exposición ‘Occidens’, inaugurada en noviembre de 2012, un apasionante recorrido por la historia y el desarrollo de la cultura occidental que busca fomentar la reflexión y el encuentro y que se muestra en salas del Palacio Románico, estancias del Palacio Arzobispal del siglo XII y las construcciones del Palacio Arcediano del siglo XIV. Su innovador diseño y presentación y el valor didáctico de sus contenidos le han hecho merecedora de premios y reconocimientos. “Montar ‘Occidens’ supuso un gran esfuerzo y mantenerla también, porque lo digital tiene un peso importante. Pero ha merecido la pena por el gran espaldarazo que ha supuesto”, resalta Gonzalo García. Es más, algunos organizadores de congresos que han tenido lugar en la Catedral les han pedido que impidan el acceso a ‘Occidens’ a sus participantes “porque, de lo contrario, se irían a verla, no hablarían entre ellos y ¡estarían demasiado entretenidos!”, comenta de nuevo entre risas.

“La restauración del claustro y sobreclaustro va a durar muchos siglos, es para quitarse el sombrero”.

A los ya de por sí irresistibles reclamos con que cuenta el conjunto catedralicio, con el Museo en un lugar destacado, se añade desde hace unas semanas el poder contemplar la restauración llevada a cabo en el claustro y el sobreclaustro, de la que Gonzalo habla con entusiasmo: “Ha sido una actuación que va a durar muchos siglos, es para quitarse el sombrero”. Adelanta que “en el año 2020, la Catedral y el Museo van a dar alguna que otra sorpresa, pero eso lo diremos después de la publicidad”, bromea para recordar a continuación que, en cualquier caso, “es la única Catedral de Europa que conserva tantas estancias. Ese valor social es el que nos permite contar con 100.000 visitantes”.

Gonzalo García, entre la filigrana del claustro asomado desde el sobreclaustro.

Gonzalo García, entre la filigrana del claustro asomado desde el sobreclaustro.

Las campanillas de uno de los relojes ornamentales que adornan la sacristía nos advierten de que va siendo hora de poner el punto final a la charla. Aún comentamos lo atractivo de su trabajo y de hacerlo en semejante lugar, y reconoce que “no me levanto por la mañana diciendo ¡qué pereza! ¡Tengo que ir a trabajar!”.

¿Es posible, en un lugar así, no dejarse llevar por el afán de conocer más allá de lo que exigiría lo profesional? “Cuánta razón tenéis, llega un momento en el que tienes que decir ‘bueno, hasta aquí’. Yo digo que soy el jornalero de la Catedral por las horas que paso dentro”. Pero allí tiñe hasta sus momentos de ocio. “El último libro que he leído es la guía turística del viajero de Pamplona del año 1904, no paras, no paras”. Nos acompaña hacia la salida del templo y por el camino nos va mostrando secretos y curiosidades de la catedral, incluidos algunos que no se desvelan a las visitas. “Es que aquí tienes arte, historia, costumbres, leyendas… Es inagotable, increíble”, nos dice, ya casi en la puerta, mientras entra gente que mira boquiabierta a un lado y otro.

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