jueves, 25 abril 2024

Guillermo García vuelve a casa con Jata

No es fácil hacerse cargo de una empresa como Jata con apenas 23 años. Y, sin embargo, con 37 "recién cumplidos", ahí sigue nuestro protagonista. Guillermo García ha completado, entre medias, un recorrido vital y profesional que ha tenido a Tudela como punto de partida y de llegada, con paradas en Barcelona, Dundee (Escocia), Nantes o el País Vasco. Precisamente, él fue la persona que dirigió el traslado de la empresa de electrodomésticos a la capital ribera.


Pamplona - 20 mayo, 2023 - 00:02

Guillermo García se hizo cargo de Jata cuando tan solo tenía 23 años. (Fotos: Víctor Ruiz)

La conversación transcurre en modo «allegre ma non tropo«. Se nota que nuestro interlocutor, el tudelano Guillermo García (37 años «recién cumplidos», casado y padre de un niño y una niña de 4 y 2 años, respectivamente) quiere agradar y comunicar. Así que gesticula con elegancia, buscando apoyar sus ideas con movimientos medidos del cuerpo y las manos, a los que acompaña con una sonrisa abierta y perenne que empequeñece sus ojos.

Es la primera vez que le invitan a contar su historia, comenta denotando una cierta curiosidad sobre el resultado final de la entrevista. Pero García tiene muy claro de dónde viene y cómo ha llegado a convertirse en el actual gerente de Jata, una empresa de la que se hizo cargo con 23 años. Ahí es nada.

Pero no adelantemos acontecimientos. Licenciado en Marketing y Finanzas por la Columbus International Business School de Zaragoza, el «joven» (permítaseme el eufemismo) cursó su último año en Dundee (Escocia) para, posteriormente, realizar un postgrado en Barcelona, que amplió durante cuatro meses más en una escuela de negocios de Nantes (Francia). Así llegamos a diciembre de 2009. «Me puse a echar currículos y, por pura casualidad, surgió Jata», confiesa. Esa oportunidad tiene nombre y apellidos, los de René Rovira, el entonces responsable de la compañía que, con 63 años, veía próxima su jubilación. «En aquel momento, ante la disyuntiva de dejar Jata en manos de alguien ‘externo’ con un perfil más sénior o buscar alguien ‘de la casa’ y que fuera de la familia, prefirió esta segunda opción», continúa nuestro protagonista.

«Trenes como el de Jata solo pasan una vez en la vida»

En este punto es importante matizar que la familia de Guillermo era accionista de la compañía, fundada en 1943 y con una fuerte impronta familiar. Así que, recurriendo a la teoría de los puntos planteada por el creador de Apple, Steve Jobs, se produjo una conjunción astral. «René habló con mi familia. Al principio, se me hacía grande la decisión de gestionar una empresa que suponía, además, mi traslado a Abadiano (Bizkaia), donde estaba concentrada toda la actividad», señala el actual gerente.

Sin embargo, inició un plan de formación de un lustro, que incluía conocer la compañía «desde abajo, haciendo pedidos de almacén» con dos objetivos claros: adquirir la conciencia de lo que era la empresa «y, sobre todo, el apoyo desde el primer minuto de una plantilla experimentada«. Ambos factores le llevaron a aceptar el reto. «Tuve mis dudas. Pero claro, trenes de estos solo pasan una vez en la vida», añade.

La etapa en el País Vasco, que se inició un frío 16 de enero de 2010, se prolongó durante los siguientes diez años. E incluyó un primer año de formación de la mano de su ya «mentor» René Rovira. «A partir del segundo, ya empezamos a compartir decisiones y desde el tercero comencé a trabajar por mi cuenta», resume. Entre medias, el «nuevo» gerente trasladó sus primeras ideas a los accionistas, aunque habla en primera persona del plural (como buena empresa con su impronta familiar): «A los dos o tres años nos dimos cuenta del potencial que tenía Jata si invertíamos parte de los recursos que generábamos para lograr más clientes y negocios. Y eso requería de unas nuevas instalaciones», avanza.

«Estamos trabajando en proyectos muy chulos. Para el año que viene, tenemos en mente potenciar nuestra parte de belleza»

Dicho y hecho. García propuso la inversión y, en ese punto, apareció la posibilidad de volver a Tudela: «Dejando a un lado el tema sentimental, ofrecía una serie de ventajas logísticas que venían muy bien a la empresa. Y, además, la plantilla de Abadiano estaba en sus últimos años de trayectoria profesional».

De nuevo, el gerente de Jata ideó un plan a cinco años para facilitar esa retirada paulatina y el traslado de la sede a la capital ribera. «A todas las personas que me acompañaron en ese proceso les tengo que agradecer que siempre me apoyaran. Hasta el último minuto, mostraran tal grado de compromiso y conciencia con nuestro proyecto que no les importó incluso enseñar a los nuevos que se iban a incorporar a Jata y, en algunos casos, les iban a sustituir», pone en valor.

El traslado de muchos de ellos a Tudela, por tanto, se completó con la jubilación para quienes cumplieron la edad. También hubo salidas y bajas voluntarias. Hoy, en Abadiano, solo quedan dos personas que se retiran este mismo año, de las 70 que forman la plantilla actual de Jata. De estas últimas, por cierto, cincuenta desempeñan su labor en Tudela y forman un equipo del que García se muestra «especialmente orgulloso». «Aunque soy cauteloso por naturaleza, estamos trabajando en proyectos muy chulos. Para el año que viene, tenemos en mente potenciar nuestra parte de belleza…», apunta con un cierto aire de misterio.

AMIGOS, BALONCESTO, FAMILIA

Llegados a este punto, el relato del gerente de Jata sobre su trayectoria profesional ha llegado a su fin. Así que decidimos indagar más en la persona y le hacemos la pregunta que traíamos preparada antes de empezar esta conversación: «Si se me permite, ¿es un cocinillas el ‘rey’ de las planchas Jata?». Nuestro entrevistado rompe a reír. «Pues no, la verdad. En casa tengo todo nuestro equipamiento, pero por la responsabilidad que supone mi cargo y la falta de horas que lleva aparejado, no tengo esa habilidad». «¿Y cuando llegan unos invitados a los que se quiere agasajar..?», repreguntamos. «Ah, bueno. Ahí nunca falta una buena chuleta hecha en mi Jata con barro de Segovia». Buena respuesta. Seguimos.

El primer trabajo de Guillermo García fue "desde abajo, haciendo pedidos en el almacén".

El primer trabajo de Guillermo García fue «desde abajo, haciendo pedidos en el almacén».

Le cuestionamos seguidamente por otras aficiones, entre las que menciona el baloncesto o salir con amigos. En ambos casos, le gustaría poder hacerlo con más asiduidad. «Sobre todo, me considero un hombre muy familiar. Y, con dos niños de 2 y 4 años, no tengo tiempo para aburrirme» (vuelven las risas).

«Cuando tengo invitados, nunca falta una buena chuleta hecha en mi Jata con barro de Segovia»

La entrevista llega a su parte final, así que nos cuenta una última reflexión en primera persona. «Me fui con 18 años y volví con 34. Y, en todo ese tiempo, nunca me he sentido desligado de Tudela porque me considero muy navarro y muy vinculado a esta comunidad. También he de reconocer que, cuando salí, no pensé que iba a volver. Entonces surgió la oportunidad de Jata, y eso me permitió ayudar a mi comunidad, lo que me hace muy feliz. Por lo demás, me gusta mi trabajo, aunque disfruto cuando miro atrás y veo lo conseguido. Suelo pensar que el nuevo año nos va a ir peor que el anterior aunque, como me recuerda mi mujer, ‘eso lo dices siempre y nunca se cumple…'» (risas de nuevo).

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