“190… 5, listo. 284… 1, listo. 857… 1. listo”. Los trabajadores de Gumendi hablan su propio idioma. En la planta lodosana de la empresa, que cultiva y comercializa productos ecológicos, una veintena de trabajadores se esmera en la clasificación de hortalizas, que después se empaquetan para ser enviadas a los clientes. Las tiendas de alimentación ecológica de toda la península recibirán sus pedidos en unas horas.
Cuando Pedro Gumiel y Javier Mendía fundaron la compañía en Sartaguda hace veintisiete años, pocos apostaban por ellos. En el pueblo, incluso algunos hacían porras para predecir el día en que echarían el cierre. Pero a base de “insistencia y esfuerzo”, ya están facturando 18 millones de euros anuales y cuentan con un equipo humano de unas 80 personas, que cada día trabajan en el campo y en sus almacenes “para hacer crecer a Gumendi”, explica orgulloso Pedro a NavarraCapital.es.
Además de sus cuatro fincas y la planta de Lodosa, cuya superficie ronda los 5.000 metros cuadrados, Pedro y Javier se han embarcado en un nuevo proyecto, al que están destinando todos sus esfuerzos en materia de innovación: una nueva planta de zumos ecológicos, elaborados con naranjas y manzanas de sus campos.
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Ambos miman la tierra. Y ese amor por la agricultura más tradicional, aderezada con la visión empresarial de futuro que aporta Xabier, hijo de Javier, les ha llevado a ganar el Premio Alimenta Navarra 2019 en la categoría de Sostenibilidad.
“734… 3, listo”, vuelve a escucharse entre los muros de la planta. A través de un micrófono, el trabajador confirma la preparación de un pedido al programa de gestión de repartos, que robotiza los procesos de la compañía. “Las cosas que antes tardábamos tres meses en hacer, las terminamos ahora en un solo día. Hay tres secciones: secos, frescos y cárnicos. El programa va diciendo a los trabajadores, a través de números, dónde se localiza cada producto. Todo es muy sencillo”, comenta Pedro.
SOSTENIBILIDAD INTEGRAL
La sostenibilidad está impregnada en el ADN de la compañía. De hecho, ya es energéticamente autosuficiente, gracias a las placas fotovoltaicas que recubren el tejado de la planta. Xabier se muestra especialmente satisfecho de este logro, ya que tanto él como Javier y Pedro “siempre” se han preocupado por el gasto energético: “Desde hace muchos años comenzamos a trabajar en ello y, por fin, hemos conseguido ser productores de la misma luz que consumimos. Producimos más energía de la que gastamos”.
Las paredes rezuman frío. Pero no es un detalle casual. Al tratarse de una compañía de productos ecológicos, que no utiliza fertilizantes, es necesario crear el ambiente propicio para que las verduras, frutas y carnes se conserven de forma natural.
Durante el recorrido por las diferentes estancias de la empresa, Pedro no deja de detenerse para contar, a cada rato, el funcionamiento de las distintas máquinas que utilizan. Entre explicación y explicación, saluda a cada uno de los trabajadores, que le responden con una sonrisa. El ambiente de trabajo también es importante.
El pasillo de las cámaras frigoríficas es una de las zonas más importantes. En ellas se eliminan las posibles plagas que puedan afectar a los vegetales: “Aquí dentro trabajamos con atmósfera inerte, sacamos el oxígeno y metemos nitrógeno, para que los huevos no eclosionen. Además, respiran mucho más lento y envejecen más tarde. Hay que favorecer la conservación”.
Después se llega a un gran almacén, regado de estanterías metálicas, lotes de productos envasados y carretillas elevadoras que se cruzan por los pasillos. Pedro vuelve a pararse, esta vez para hablar de la cultura de la compañía: “Si alguna vez hemos pecado de algo, es de que nunca nos hemos vendido. Siempre nos han conocido por el boca a boca. Lo que nos gusta es transmitir lo que hacemos y vendemos. Creo que los clientes agradecen la sinceridad y el apoyo que les damos”.
AL CAMPO
Los productos ecológicos que comercializa Gumendi se cultivan en cuatro fincas. Una de ellas está situada a cinco minutos en coche de la planta principal, mientras que las otras tres se encuentran en Fontellas, Tafalla y Lerín. En la primera, bautizada como ‘La Torre Verde’, se encuentra Jaime Zabaleta, socio de dicha SAT (Sociedades Agrarias de Transformación). El agricultor enseña los cultivos que están madurando en estos momentos en los diecisiete invernaderos y detalla cómo funciona la agricultura ecológica en el campo. “Como no utilizamos fertilizantes, para evitar las plagas se intenta favorecer que haya un cambio (de cultivos). Si se pone siempre un mismo tipo de vegetal en la misma zona, aparecen las plagas”, resalta.
Pedro se adentra en los campos con paso sereno y las manos echadas hacia atrás, entrelazadas. Mira a lo lejos y suspira. Sabe que lo está haciendo bien. En esta época del año, lechugas y borrajas tiñen de verde el terreno. Pero en otros meses, los protagonistas son los tomates, patatas, coliflores, perales, manzanos y melocotoneros. Entre las cuatro SAT, tienen dieciséis trabajadores fijos. “Aquí hacemos todo a mano, desde la plantación hasta el envasado. Con cuatro personas, sembramos dos invernaderos en una mañana”, cuenta Jaime.
En el polígono industrial de Lodosa se encuentra la nueva planta de zumos ecológicos. Pedro advierte de que es una fábrica muy pequeña, que todavía está en sus comienzos. Junto a la trituradora de frutas, dos empleados, ataviados con buzo azul y cascos amarillos, cortan los pedúnculos de las manzanas.
El recorrido termina en las oficinas centrales. Allí, siete personas atienden a los clientes por teléfono y programan los pedidos, que posteriormente remiten a los empleados de la planta central.
En ese instante, Pedro y Xabier, relajados, desmenuzan cómo la agricultura ecológica significa “volver a los orígenes”. “Después de la revolución agrícola y la posguerra, se tendió a lo que para nosotros es la antiagricultura, al producir por producir”, apunta el segundo.
CONCIENCIA
Para ellos, la sostenibilidad y la ecología no son una moda, sino una forma de entender la agricultura y la vida. El consumidor, resaltan, cada vez es más consciente de lo que adquiere y reclama más información. “Es una tendencia que no puede volver atrás. A veces, para hacer productos más baratos, se contaminan acuíferos o el medioambiente. Y es ahí donde el consumidor tiene que elegir entre comprar una elaboración que tenga detrás esos elementos o una que haya sido hecha con una agricultura respetuosa”, valoran ambos.
En su página web, señalan que a la hora de comunicar algo “hay que ser breve” porque, de lo contrario, “nadie lo lee”. Pero ellos, “más que breves (que también)”, intentan ser “claros y sinceros”. Por eso, Pedro y Xabier definen su posicionamiento en el mercado con pocas palabras: “Tenemos un producto de calidad, que ha sido producido cercanamente. Lo que vendemos nos lo creemos. No estamos aquí porque esto sea un negocio”.
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