“Compro o alquilo huerto. Si lo tienes abandonado y no sabes qué hacer con él, llámame. Estoy buscando un terreno para disfrutarlo con la familia porque nos encanta la naturaleza”. En el último año y medio, anuncios como este, publicado hace unos días en Milanuncios, se han multiplicado en las páginas webs de compraventa. En 2020, después del confinamiento, fueron muchas las familias navarras que cambiaron su estilo de vida y optaron por pasar más tiempo al aire libre. Pero, al mismo tiempo, buscaban entornos seguros para disfrutar reduciendo el riesgo de contagios por el Covid-19. Desde entonces, las inmobiliarias navarras han visto incrementada de manera notable la demanda de fincas y huertas de ocio.
Verónica Olcoz: “El año pasado se vendió todo lo que había en cartera y tenía un precio razonable”.
Todas ellas se ponen de acuerdo en que el interés comenzó a despertarse ya el verano pasado y se mantiene desde entonces.
En Tafalla, Verónica Olcoz, directora de OLK Gestión, cifra el aumento de la demanda en el 70 %. Y recuerda que, en 2020, “el mercado pasó de tener una oferta mucho mayor que la demanda efectiva a que algunos clientes ni siquiera pudieran acceder a la compra de una huerta”.
No obstante, la demanda cesó en invierno. “Pensábamos que, de cara a la época estival, se retomaría, pero no lo ha hecho de forma tan significativa como la temporada pasada”. Achaca esto a que entonces se vendió “todo lo que había en la cartera y tenía un precio razonable”. Ahora, este tipo de propiedades salen al mercado con un precio algo más elevado, por lo que el comprador necesita más tiempo para tomar la decisión. “Sí notamos que hay interés por estas fincas, de forma un poco más relajada que el año anterior. Y su materialización en la compraventa tiene un ritmo más lento”, confirma.
Fernando Flores: “Antes no se tenían tanto en cuenta algunos factores como, por ejemplo, contar con un pequeño espacio exterior”.
Desde la Asociación de Inmobiliarias de Navarra (AINA) corroboran la alta demanda de este tipo de propiedades. “Sí, se están buscando más que antes”, reconoce su presidente, Fernando Flores, quien destaca que en estos momentos el comprador da más valor a los espacios al aire libre.
“Antes no se tenían tanto en cuenta algunos factores como, por ejemplo, contar con un pequeño espacio exterior”. En ese sentido, destaca que esta temporada “todavía se siguen buscando este tipo de terrenos para esparcimiento”.
También José Ramón de Miguel, comercial de la Inmobiliaria Barral y Asociados, ubicada en Tudela, ha notado el aumento del interés por estos terrenos. En lo que va de año ha vendido “cinco o seis de estas propiedades”, cuando antes de la pandemia apenas ‘colocaba’ “una o dos” en el mismo periodo de tiempo. “Ahora que viene el buen tiempo todavía hay más demanda, pero todo surge del confinamiento”.
José Ramón de Miguel: “Este año hemos vendido cinco o seis parcelas, cuando antes se colocaban una o dos”.
En la capital navarra, Rebeca Pascual, directora de marketing de A10 Inmobiliaria, también ha visto como aumentan las búsquedas de este tipo de terrenos. Aunque no se atreve a cuantificar ese incremento, remarca que tardaba años en encontrar comprador para muchas fincas. Ahora, sin embargo, “se vende todo”.
En ese sentido, la situación en OLK Gestión es similar a la de A10 Inmobiliaria. En la inmobiliaria tafallesa, el verano pasado se cerraron operaciones de fincas que “llevaban tres o cuatro años en venta”.
Pero Olcoz matiza que “el hecho de que haya demanda no implica que el comprador esté dispuesto a pagar cualquier precio”. De hecho, indica que muchas de las fincas se acaban vendiendo incluso por debajo de los precios de coste de las construcciones existentes. “El comprador tiene claro que la finca rústica es una segunda propiedad para satisfacer su tiempo de ocio y busca un equilibrio económico entre cubrir esa necesidad de esparcimiento al aire libre, con sus disponibilidad económica”, aclara para añadir acto seguido que “las inversiones en este tipo de inmuebles siguen estando contenidas”.
CERCA DE LA CIUDAD Y CON CASETA
Los clientes que llegan a estas inmobiliarias en busca de un espacio donde pasar el verano al aire libre tienen muy claro lo que quieren. La mayoría prefiere fincas que estén cerca de su lugar de residencia. “A unos veinte minutos de la ciudad”, especifica Pascual. Además, esperan que la propiedad disponga de una caseta o pequeña construcción que les permita tener algo de resguardo, “bien para dormir o almacenar todo el mobiliario de exterior”.
Rebeca Pascual: “Los futuros compradores buscan fincas a unos veinte minutos de la ciudad y con caseta”.
En ese sentido, el presidente de AINA se muestra de acuerdo con Pascual en que lo más valorado es la cercanía del terreno a la ciudad. Pero no concreta una distancia porque esta también depende “de lo que esté dentro de sus posibilidades económicas”. Por lo demás, “no hay unas características predefinidas” y lo que se busca fundamentalmente “es espacio y aire libre”.
Por su parte, de Miguel lamenta que muchas de las personas que se acercan a preguntar por estas parcelas a su inmobiliaria “no conocen la normativa de suelos rústicos”. Por eso, a menudo se echan atrás. La ley “pone trabas a la edificación” en este tipo de terrenos y eso hace que los ya edificados se encuentren mucho más cotizados. “Por algunas parcelas piden precios astronómicos para lo que son”, confiesa. Y eso no se debe tanto al precio del terreno en sí, que no suele tener mucho valor. “Algunas tienen piscina, depuradora…”.
Asimismo, Olcoz especifica que los compradores “no buscan fincas de gran extensión ni mucha edificación”. De hecho, suelen pedir terrenos de alrededor de una robada (medida agraria equivalente a 898,4560 m²) con una pequeña edificación de unos 40 m², agua y luz. “Estas cuestiones no son fáciles de conjugar en una misma finca”, advierte.
Entra aquí para leer más sobre empresa en Navarra.