viernes, 26 abril 2024

Ignacio Salazar busca extraer riqueza «de la nada»

Geoalcali ha confiado la fase final de la gestación administrativa de su proyecto Mina Muga, así como la construcción y puesta en marcha de la explotación de potasa en el subsuelo de Sangüesa y Javier, a un profesional bilbaíno con amplio recorrido internacional. Antes de aterrizar en la compañía, Ignacio Salazar trabajó en multinacionales dedicadas al petróleo, el gas o la extracción de oro. Entre otras razones, aceptó el reto porque "no es fácil tener la oportunidad de crear una mina prácticamente de cero".


Pamplona - 13 marzo, 2021 - 00:02

Artículo patrocinado por BANCO SABADELL

Ignacio Salazar fichó en julio como CEO de Geoalcali. (Fotos: Ana Osés)

Ignacio Salazar es un ejecutivo que, durante sus más de tres décadas de experiencia en la industria extractiva de recursos naturales, ha vivido y trabajado en diversos países de Europa y América del Sur. Tras dieciocho años en el campo de la exploración y la producción de petróleo y gas con Royal Dutch Shell, donde lideró equipos de desarrollo de nuevos negocios y finanzas en Reino Unido, Holanda, Alemania, Dinamarca y Argentina, así como en las oficinas centrales de Londres y La Haya, fue contratado en 2008 por la canadiense Orosur Mining, compañía minera de oro con operaciones en Colombia, Uruguay y Chile. Allí fue nombrado CEO en 2013.

Salazar admite que dirigir una empresa minera es algo «muy singular». De hecho, hasta que las circunstancias laborales le llevaron a hacerlo, realmente sin buscarlo, «ni lo había imaginado». Inicialmente buscaba estar un tiempo en el extranjero. «Ahora es habitual, pero entonces no». Y Shell le dio la oportunidad. Empezó a trabajar para la multinacional en España en el área de las gasolineras, pero progresó rápidamente y ascendió al staff internacional de exploración y producción de petróleo en las plataformas que la firma tiene en Aberdeen, en la costa escocesa del Mar del Norte. Ese fue su contacto con la extracción de recursos naturales, en la que aún sigue. Lo que iba a ser un periodo corto fuera del país han sido, en realidad, treinta años.

«Me apetecía pasar a una empresa más pequeña, donde mi trabajo tuviera un efecto».

En julio del año pasado fue nombrado CEO de Geoalcali, filial española de la australiana Highfield Resources Company. Y, desde entonces, se dedica a conseguir los permisos y licencias para la explotación de la potasa del subsuelo en la zona de Sangüesa y Javier (Navarra), así como en Undués de Lerda y Urriés (Zaragoza). Le decimos, haciendo un símil futbolero, que es como si Osasuna fichase a una superestrella. Y su respuesta es una sonora carcajada, tras la que nos explica cómo, después de tantos años en grandes empresas, le apetecía «pasar a una más pequeña, donde mi trabajo tuviera un efecto». Eso sí, «dentro del sector de los recursos naturales, que sigue atrayéndome por la capacidad que tiene de generar riqueza de la nada«.

«Yo hacía todo lo que podía en Shell, la multinacional por antonomasia, o casi. Pero no podía pretender que la labor de una persona se notara en el conjunto del grupo. Esa oportunidad me la ha dado Highfield, para mí creo que ya ha pasado la etapa de las multinacionales».

MINA MUGA

Otra de las razones que le animaron a aceptar la oferta de Geoalcali fue que podría «crear una mina, prácticamente empezando de cero»: «No es fácil tener la posibilidad de hacer algo así». Incide también en que, aunque Geoalcali sea pequeña, tiene un gran potencial de crecimiento. Entonces retoma el símil futbolístico anterior y, en tono jocoso, dice que es como fichar por un equipo actualmente en Segunda, pero que en un plazo breve de tiempo va a estar jugando la Champions.

Las cifras del proyecto Mina Muga ponen de manifiesto que es uno de los proyectos de mayor envergadura emprendidos dentro de su sector en Navarra, con una inversión de 368 millones en construcción, desarrollo, compra de equipos, puesta en marcha y capital circulante para extraer 500.000 toneladas de potasa al año, solo en la primera fase de su desarrollo. En la segunda, que prevé una ampliación de las instalaciones para obtener un millón de toneladas anuales, se desembolsarán otros 208 millones. Si se tiene en cuenta que el precio de la tonelada de potasa puede fluctuar entre 300 y 400 euros, la cuenta es fácil: facturará a pleno rendimiento de 300 a 400 millones de euros anuales, cuando la inversión prevista es de 576.

Anteriormente, Salazar trabajó en grandes multinacionales como Shell.

Anteriormente, trabajó en grandes multinacionales como Shell.

Al contrario de lo que sucede en otros sectores productivos, no va a tener que publicitarse para vender. Europa y España son deficitarias y necesitan importar potasa, empleada en un 95 % para la fabricación de fertilizantes. «Estamos luchando nada menos que contra el hambre. Porque el escenario actual es el de una superficie de cultivo decreciente, que va a tener que alimentar a una población mundial que no deja de crecer. Está claro que el papel de los fertilizantes va a ser crucial», defiende.

«Cuando decía que me dedicaba a extraer oro, me miraban como si hubiera venido de Júpiter».

Y lo que en estos tiempos tan difíciles parece una bendición: Mina Muga espera crear 500 puestos de trabajo en la primera fase, 300 más en la segunda y un número empleos indirectos que, según Salazar, puede llegar a los 5.000. Además, la construcción de las instalaciones y las operaciones previas al inicio de la explotación requerirán el trabajo de un millar de personas, en buena parte personas de la zona de Sangüesa. Teóricamente, dicha actividad beneficiará a un territorio históricamente despoblado.

«Ya hemos acabado con la preparación de la ingeniería y los permisos del proyecto. Esas incertidumbres ya han pasado y estamos a falta del último tramo, conseguir la concesión minera, que confiamos en que salga muy rápido», añade. Entonces empezarán los verdaderos retos para Ignacio Salazar y Geoalcali. El fundamental es conseguir la financiación de los inversores australianos, convenciéndoles de las bondades del proyecto. Son muchos millones frente a un gran riesgo porque siempre hay un margen de incertidumbre, a pesar de los sondeos, pruebas y cálculos. Pero da por hecho que obtendrá su respaldo porque, «como conocen esta actividad, soportan esos peligros». Después vendrá la obra de la planta de procesamiento y de la mina y ponerla en marcha. ¿Plazo? «En el segundo semestre de este año, empezará la construcción. Y, en dos años, deberíamos estar en producción«.

LATINO CON TOQUE ANGLO

A todo esto, estamos hablando con un bilbaíno nacido en 1964 y formado en la Universidad de Deusto, donde completó las licenciaturas en Económicas y Empresariales y en Derecho. «En tercero de Económicas, empecé primero de Derecho. Y cuarto y quinto los acabé haciendo en la mili. Pensé en hacer Ingeniería en vez de Derecho, pero me ha venido muy bien porque sirve para todo. Por supuesto, para los permisos y trámites administrativos».

Antes de llegar a los sectores petrolífero y minero, Salazar trabajó en empresas como Hidrola (actual Iberdrola), en Madrid, y Management Horizons, en Londres. Dice que profesional y personalmente, después de tantos años vividos en diversos países, podría definirse como «un latino con toque de anglo, o al revés». En ese peregrinar le ha acompañado su familia. Inicialmente solo su esposa, luego se les sumó su primer hijo, que ahora tiene 20 años, y después el segundo, que tiene doce: «Esos cambios cada dos o tres años desgastan. Y sin la familia, ya hubiera sido demasiado». Ahora, todos se encuentran en Pamplona.

«Buscaba estar un tiempo en el extranjero. Al final han sido 30 años en diferentes países y continentes».

Una de las imágenes que asociamos a la minería es la del impacto ambiental que produce. De hecho, las mayores objeciones al proyecto vienen desde el punto de vista medioambiental… «La minería es una actividad que está tremendamente monitorizada y regulada por la normativa medioambiental europea, que es muy, muy, muy restrictiva y exigente. El proyecto la cumple, como lo ha demostrado la Declaración de Impacto Ambiental», argumenta.

«Por otra parte, cotizamos en ASX, la bolsa australiana especializada en el sector minero, por lo que tenemos la obligación de informar de inmediato de cualquier evento que tenga repercusión en el precio de la acción. No podemos permitirnos el mínimo resbalón. Por eso, somos los primeros interesados en respetar esa normativa», defiende convencido. Ya… ¿y los residuos? «¡Cero! ¡A ver qué otra actividad no genera residuos, ya no hablo solo de minería!».

Explica Salazar que una red de cintas recorrerá las galerías para llevar la roca hasta la planta de procesamiento, donde se extraerá la potasa útil, y otra red volverá a introducir el material de desecho para depositarlo en los lugares ya excavados. «Los residuos desaparecen«, sostiene con gestos que nos recuerdan a los de un prestidigitador al acabar su truco.

Salazar defiende los beneficios que puede generar Mina Muga para Sangüesa y sus alrededores.

Salazar defiende los beneficios que puede generar Mina Muga para Sangüesa y sus alrededores.

Queda claro que cuenta con una amplia experiencia en la exploración, el desarrollo, la construcción y la operación de minas a cielo abierto y subterráneas. De todo ello, puerilmente, lo que nos resulta más llamativo es que haya sido director de una compañía dedicada a la extracción de oro. No queríamos finalizar la entrevista sin hacérselo saber. Y, para nuestra sorpresa, nos dice que no somos los únicos, como pudo comprobarlo en una cena de su promoción de la Universidad de Deusto: «Unos se presentaban como empleados de banca, otros eran gerentes de tal empresa o funcionarios del Gobierno Vasco. Y, cuando yo decía que me dedicaba a extraer oro, me miraban como si hubiera venido de Júpiter».

Bueno, el caso es que el parecido de esas minas que vemos en el cine con la realidad actual «es mera coincidencia». «Eso de que encontrabas pepitas al lavar la arena con una palangana ya no existe. El oro que sacábamos en Sudamérica no lo ves, es microscópico. De una tonelada de mineral sale un gramo de oro. Si solo consigues 0,7 gramos, ya no compensa. ¿Cómo sabes si hay uno o 0,7? Pues con geología, tecnología, ingeniería… estudios e investigación, vaya». Todo muy prosaico. No queda espacio para el exotismo ni la aventura.

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