Algunos niños quieren ser astronautas, superhéroes o, cómo no, futbolistas. Ignacio Urmeneta practicaba -y practica- este deporte, aunque desde siempre hubo algo que le tiraba más. Hijo y nieto de agricultores, pasó su infancia y su juventud en el campo. Cuando llegó el momento de abandonar su villa natal para cursas sus estudios superiores, ya “tenía claro” que quería seguir la tradición familiar.
Terminó la carrera de Ingeniería Técnica Agrícola en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y enseguida entró -primero como becario y posteriormente como trabajador- en el otrora Instituto Técnico de Gestión del Cereal, hoy conocido como INTIA, para pasar después al Grupo AN. En este ejerció como responsable de almacén y de tienda de repuestos agrícolas. Y, además, aprendió otra manera de trabajar: “Aparte de manejar el stock, me tocó coordinar a algunos trabajadores. Todavía era muy joven, tenía 24 años, y aquello me sirvió para saber cómo asumir responsabilidad con la gente”.
Comenzó como técnico, en contacto directo con los agricultores, y un par de ejercicios más tarde ascendió a responsable de Compras y Cultivos
En 1989 dio el paso definitivo y aterrizó en Gvtarra. Decimos que es definitivo porque, aunque hayan pasado 34 años, Urmeneta se ha mantenido desde entonces fiel a la filosofía del proyecto. El panorama de entonces era bastante diferente. En aquel momento, el joven ingeniero llegaba a una modesta empresa familiar que no contaba ni con la infraestructura ni con el volumen de negocio actual. “Incluso esta planta de Villafranca -donde nos recibe- todavía no estaba construida. Se hizo al poco de entrar. Teníamos una fabriquita más pequeña, más antigua, y una estructura diferente”.
Él conoció de primera mano todos los cambios. En 2007, por ejemplo, nació el Grupo Riberebro tras la fusión de tres empresas familiares: Gvtarra, Ja’e y Ayecue. Casi quince años después, en 2021, la firma pasó a llamarse The Real Green Food. Con siete centros de trabajo y más de 850 empleados, la firma ya factura “más de 70 millones de euros” y prevé un crecimiento superior al 15 % en 2023.
A lo largo del tiempo, y como es natural entre los profesionales que se convierten en personas de la casa dentro de las organizaciones para las que trabajan, Urmeneta ha ido creciendo en la empresa. Comenzó como técnico de cultivos, en contacto directo con los agricultores, y un par de ejercicios más tarde ascendió a responsable de Compras y Cultivos. En 2013 se convirtió en el director de planta de Gvtarra, un cargó que compatibilizó a partir de 2020 con la dirección industrial de las instalaciones de Ayecue en Iniesta (Cuenca). De esta última función se ha desligado “un poquito” desde junio del pasado ejercicio, cuando se convirtió en director general de Gvtarra. Llegados a este punto, hace énfasis en el “poquito” porque, como comprobaremos después, parece que no es de los que se desligan mucho de nada.
“Sigo ligado a la planta de Cuenca, aunque no dependa directamente de mí. Me encargo de algunas cosas y me consultan sobre otras. Les doy mi opinión. Creo que, en una empresa, es fundamental hacer equipo y apoyar a la gente, sobre todo cuando tienes más experiencia. Considero que soy una persona colaborativa, a la que le gusta ayudar. Así, todo marchará mejor y todo el mundo estará más contento”, prosigue.
Debemos de haber entrado en un asunto al que presta mucha atención, ya que continúa con su argumentación. “Nunca he entendido que en algunas empresas te encuentres con gente que te pone pegas o que se desentiende de algo cuando no depende directamente de él. No es que no me guste -añade-, es que no me parece bien. Y en este momento, en el que ocupo un puesto de responsabilidad, tampoco me gusta que otros se comporten así. Al revés, quiero que participen, se impliquen y ayuden a quien todavía no sepa. Si no soy capaz de transmitir mi conocimiento, ¿para qué lo quiero?”, cuestiona.
“Me considero una persona muy colaborativa en el trabajo. Si no soy capaz de transmitir mi conocimiento, ¿para qué lo quiero?”
Queremos profundizar en la vida personal de nuestro protagonista, pero cada vez que intentamos acercarnos más a esta faceta terminamos hablando de Gvtarra. Entendemos que no se debe a un carácter esquivo o excesivamente reservado, sino a la forma de ser de un hombre que ha hecho suyos el propósito y los valores de su compañía. Por ejemplo, justo después de comentarnos que sigue viviendo en su natural Oteiza al ser “muy apegado a la tierra”, nos comenta lo siguiente: “The Real, Gvtarra y Ja’e están muy ligadas al origen, a la materia prima, a los productos de siempre”.
Hemos pecado de listillas, ya que él es muy consciente de ese nexo: “Con tantos años, al final es un compromiso laboral -reconoce-, pero también personal. Sientes que ese proyecto también es tuyo. Dentro de tu función, has contribuido a que el negocio crezca, adquiera renombre. A mí me atrapó el mundo agrícola y, sobre todo, el hecho de producir alimentos para la gente. Es una doble satisfacción porque produces lo que otros consumen y trabajas en un sector en el que te conocen y aprecian lo que haces”.
ADAPTACIÓN ANTE UN CONTEXTO INCIERTO
La suya es una satisfacción que, en todo caso, no le impide reconocer los desafíos que ha sorteado y deberá sortear la firma. La etapa posterior a la irrupción del coronavirus, y al decreto del primer estado de alarma, le sonrió a Gvtarra. La firma amplió su cartera de clientes, se adentró en nuevos mercados -actualmente opera en unos “40 o 50” países- e incluso llegó a implantar un turno nocturno, generando diez empleos.
En un principio, Urmeneta iba a teletrabajar la mayoría del tiempo, turnándose con otros responsables, pero aquel modus operandi no le convenció demasiado. “Bueno, creo que al final eso solo duró dos días. Si mis compañeros trabajadores venían todos los días a trabajar en un contexto de miedo y tensión, yo, como directivo, ¿cómo me iba a quedar en casa? Es una cuestión de coherencia y de ejemplo”, sostiene.
En aquel momento, desde el grupo constataron “una demanda muy fuerte” de legumbres a nivel internacional. Y se subieron al tren. “Fue un momento importante. Es lo que pasa en los negocios, muchas veces tienes que aprovechar el momento y la situación. Ser ágil, rápido y, a veces, valiente”. No obstante, el desafío más importante, a su juicio, llegaría más adelante. “El 2022… En fin, creo que nunca he conocido algo así en mi vida. Durante la pandemia vivimos una situación crítica, pero hubo una demanda estable. En 2022, no sabías si subiría la luz o si bajaría… Era una incertidumbre continua. Es verdad que en ese año sacamos unos veinticinco productos nuevos, de formatos diferentes, lo que nos permitió estar adelantados a otras empresas del sector”, subraya.
“En 2023 parece que estamos un poquito más estables, pero todavía hay mucha incertidumbre. Ahora mismo las ventas están funcionando”
Cuando le preguntamos cómo prevé el futuro a corto plazo, el director general de Gvtarra, para nuestra sorpresa, trae a colación la presentación de nuestro Anuario Capital 2022. “Me gustó el tema del circo porque aquí lo vivimos de una manera parecida, con globos que suben y bajan. En 2023 parece que estamos un poquito más estables, pero todavía hay mucha incertidumbre. Ahora mismo las ventas están funcionando. Lógicamente, se venden más los productos de marca blanca y los productos más baratos de precio, porque en los hogares hay que repartir el dinero. La gente tiene que comer todos los días, y más si se trata de alimentos básicos, como verduras o legumbres. Teniendo en cuenta ese aspecto, estamos relativamente tranquilos”, destaca.
Ese escenario les obliga a “ser ágiles en la planificación” para producir “aquello que se demanda más y no tener sobrestock de lo que se demanda menos”. Todo ello mientras se lidia con unos costes de producción “muy caros”, que obligan a convivir con la idea de que, “aunque se tome una decisión hoy, mañana la situación puede ser diferente y pasado también”.
Aunque como periodistas estamos acostumbradas a los cambios de última hora, no deja de sorprendernos la franqueza con la que Urmeneta acepta esta realidad. “Es difícil, pero es lo que tenemos que hacer y lo que nos toca hacer”, zanja. Nos disponemos a decir adiós tras esta lección de resiliencia empresarial. Antes de despedirnos, no obstante, Urmeneta nos invita a visitar la plantación de uno de los productos estrella de Gvtarra, el cardo, ubicada a escasos minutos en coche de la planta.