Si alguien ignora qué hacen en Isringhausen, le bastará con cruzar su puerta para saberlo: asientos. Están expuestos a la entrada, sobre pedestales. El primero que vemos dispone de unos aparatosos cinturones de seguridad, como los de un Fórmula 1. “Lo fabricamos en Alemania para los Humvee del ejército de Estados Unidos”, nos explica Juan Córdoba Iturriagagoitia. Al lado, otro que parece sacado de una película de ciencia ficción, con interruptores, pulsadores y mandos en sus brazos. Pero no es de una nave de la Guerra de las Galaxias, sino el de una excavadora.
En una sala hay otros muchos modelos. Unos se ven sencillos: “Eso son para el transporte urbano de Barcelona, de ahí el tapizado que reproduce el plano del Eixample de la ciudad. Y estos son para el de París. Podemos hacerlos totalmente a medida, con todas las especificaciones que nos pide el cliente. Aquí tenían que estar los de la Villavesa, pero ahora no hay”. Otros con apariencia de cómodas butacas son para pasajeros de autobuses de largos trayectos y un tercer grupo de asientos, que esconden complejos mecanismos de amortiguación e incorporan micrófonos, para conductores y conductoras. Nosotros sí sabíamos qué hacían allí, pero no nos imaginábamos que un asiento pudiese incorporar tanta tecnología.
Ya en su despacho, nos indica que Isringhausen Spain, que es como se denomina, pertenece al grupo alemán Aunde. “Un consorcio familiar, pero de tamaño alemán. Somos 26.000”. También forman parte de él Aunde y Fahrer. “Las tres tienen competencias en todo lo relacionado con el interior de algo que se mueve“. Nos debemos de quedar con cierta cara de pasmo, porque se ríe y completa su explicación. “Nosotros hacemos asientos; Aunde textiles para automoción, camiones, barcos… Todo lo que se mueve. Y Fahrer, elementos de interior para vehículos, consolas, brazos… Lo que dice el grupo a sus clientes es ‘dejadnos un hueco y nosotros os lo llenamos’. Todo lo que se pueda meter en un interior, en principio, somos capaces de hacerlo“. Incluso tienen su propia fábrica de hilo en Alemania, ahora que el 99 % viene de China. “De ahí hacemos el textil, lo cortamos y cosemos para ponerlo aquí en el asiento”. El grupo tiene 112 fábricas en veintidós países.
“Me ha gustado moverme en sectores diferentes. Si un profesional no se mueve, tiene una visión estrecha del mundo”.
Nuestro entrevistado es el responsable de las seis plantas que Aunde posee en España (Barcelona, Pamplona, Madrid y Valladolid) y Portugal (Tramagal y Vendas Novas). Pero ¿quién es Juan Córdoba? Se presenta como un pamplonés nacido en 1958 (es primo de la exconsejera Nuria Iturriagagoitia), que estudió en el colegio de los Jesuitas, situado enfrente de casa de sus padres. Y se licenció en Ingeniería Industrial en el centro de la Universidad de Navarra en San Sebastián. Una carrera que eligió porque desde que era pequeño le gustaba, y la experiencia universitaria le confirmó que no se había equivocado.
Tras terminar su formación estuvo cuatro años en Barcelona, trabajando en Danone, y otros cuatro en Durango, en una papelera de Saint Gobain que luego adquirió Smurfit Kappa. Volvió a Navarra y, tras un periodo corto en Unipack, pasó a Safel, hoy BSH. Después estuvo en la fábrica de Moulinex de Urnieta y en Dynamobel, en Peralta, su último centro de trabajo antes de llegar en 1999 a la que todavía se llamaba Asientos Esteban.
Tanto en Barcelona como en Durango era el responsable de Energía, en Safel fue responsable de Producción y director de la planta. Y en su actual empresa ha pasado por diversos cargos, llegando a ser al mismo tiempo responsable de Proyectos Internacionales y director de Compras: “Me ha gustado moverme en sectores diferentes. Si un profesional no se mueve, tiene una visión estrecha del mundo. Y conocer distintas actividades me ha dado un bagaje importante”. Para alguno de esos cargos habrá tenido que recibir formación complementaria, ¿no? “Bueno, hice un máster en Materiales e Ingeniería porque se me ocurrió cuando ya era director. Me dije ‘voy a ver si sigo siendo capaz de estudiar’, así que me matriculé en la UPNA en 2011. Pero el tema del management y la economía de empresa lo he aprendido con la práctica. No he hecho un MBA, vamos”.
PREJUICIOS ROTOS
En sus casi veintidós años en Asientos Esteban e Isringhausen, tampoco ha permanecido quieto precisamente. Durante un período relativamente largo, se ocupó de los proyectos internacionales de la firma. “Y eso significaba ir montando fábricas por el mundo. Primero me tocó hacer la de Inglaterra, después la de Teherán y luego las de Turquía y México a la vez”. Viajes constantes… “Pasaba dos semanas en México y tres en Pamplona. En un año, crucé el Atlántico once veces“. Así conoció otras culturas. “Y eso te aporta mucho, te ayuda a romper prejuicios e ideas preconcebidas”.
Nos pone como ejemplo su estancia en Irán. “Parece un lugar que poco tiene que ver con esto, pero una vez lo conoces ves que, entre un español y un iraní, hay mucha menos diferencia que entre un español y un sueco, por ejemplo. El modo de vida es mucho más parecido al de aquí que el de Suecia. Te llevas sorpresas, piensas que Irán es un desierto y esquié allí. Piensas en el país de los ayatolás, pero la gente iraní es amable, quiere comunicarse contigo…”. Esos viajes también le han servido para aprender inglés. “Porque salí de la universidad tras cinco años de carrera sin hablar una palabra de inglés, nada de nada. Y, como os imaginaréis, para estar aquí tienes que saberlo”.
“En 2011, me matriculé en un máster en la UPNA para ver si seguía siendo capaz de estudiar”.
En 1986, Aunde compró Asientos Esteban, fundada en 1958 y que mantuvo su personalidad propia hasta el año 2011, cuando pasó a llamarse Isringhausen Spain. Ese año empezó a sufrir los efectos de la crisis financiera internacional. “Fue un período muy delicado hasta que, en 2015, el grupo decidió extraer de Alemania una serie de negocios. Hubo una competición interna y conseguimos traernos a Pamplona todos los asientos de conductor que se hacían allí. Eso hizo que, de estar en la UVI con 79 personas, pasáramos a los alrededor de 200 que trabajamos ahora“. Pero llegó el Covid-19, que les ha afectado en dos sentidos contradictorios. “Nadie compra un autobús. Y si ahí no estamos muy mal es gracias a lo que trajimos de Alemania. En cambio, el sector del conductor está muy bien. Nuestra situación es kafkiana, con una parte de la fábrica a tope y otra con algunos de los empleados en ERTE“, señala con un gesto de perplejidad que se torna animado al añadir que “la salud del grupo en España y Portugal para este año, como conjunto, es muy positiva”.
Los asientos que fabrica Isringhausen para pasajeros de autobús van a parar, sobre todo, a España, Europa y norte de África. Los destinados a conductores llegan mucho más lejos: el primer comprador es Australia, donde se instalan en maquinaria de minería; en segundo lugar está Japón, “ya que marcas como Toyota o Isuzu exigen la máxima calidad y nosotros se la damos”; y el tercero, el mercado europeo: “En los de pasajeros, el diseño técnico y de confort se hace aquí. Los de conductor se diseñan en Alemania, son mucho más complejos”. Se fabrican algunos asientos más anchos, pensados para personas obesas con destino a Estados Unidos, desde donde también les pidieron asientos de conductor que soportasen más de 200 kilos, recuerda.
CONTRA VIRUS Y BACTERIAS
No solo diseñan, también investigan: “Hemos desarrollado un plástico que cuenta con un compuesto activo antibacteriano. Si un virus cae en esa superficie, desaparece. Lo hemos probado en Pamplona y se ha hecho otra prueba más importante en Londres. Allí, el 70 % del transporte público utiliza asientos que se montan en nuestra fábrica de Inglaterra, con los componentes que enviamos desde Pamplona”. De paso, revela que Isringhausen lleva “mucho tiempo trabajando en las telas”. “Creo que la gente no lo sabe, pero los textiles de los asientos de La Villavesa son desde hace tres o cuatro años antibacterianos”, señala sonriente al ver que estamos entre esos que lo ignoran. “Ahora, estamos haciendo un desarrollo nuevo que, ahí sí, estamos buscando el efecto antivírico. Creo que de aquí a dos o tres meses podremos ofrecerlo. Es que una tela puede hacer muchas cosas. Por ejemplo, tenemos una antivandálica, a la que le das con un cuchillo y no te la cargas. Está hecha de una fibra parecida a la de los chalecos antibalas y hace años que las vendemos a Italia”. Vamos de sorpresa en sorpresa.
“Nuestra situación es kafkiana, con una parte de la fábrica a tope y otra con algunos de los empleados en ERTE”.
El futuro en el sector de la automoción es eléctrico y autónomo. Aventuramos que eso no afecta a Isringhausen, ya que los pasajeros seguirán necesitando asientos. Pero Juan Córdoba nos responde con una reflexión interesante: “El interior va a ser cada vez más importante. Porque si tienes un coche autónomo, necesitarás un asiento que te permita conducir cuando quieras y, al mismo tiempo, también te permita hablar con el de al lado. El coche autónomo va a tener unos requisitos para el interior bastante diferentes a lo que estamos acostumbrados hasta ahora. Va a tener más de salón que de puesto de conducción, aunque autónomo al cien por cien no va a serlo nunca y creo que tardará en popularizarse más de lo que están diciendo”. Preparándose para ese futuro, “el grupo ha entrado hace relativamente poco en el mundo del coche, ya hacemos asientos para el T-Roc en Alemania“.
No va a haber tantos cambios en el habitáculo de los eléctricos, unos vehículos “que no van a ser la panacea a corto plazo porque la versión batería tiene una gran limitación en la autonomía y la recarga”. Para “un uso ciudadano vale, pero para los grandes desplazamientos la solución será la pila de combustible”.
Él lo tiene claro: “Para mí no hay ninguna duda, especialmente en el transporte, porque tiene la ventaja de que la recargas como la gasolina pero lo que echas es hidrógeno, y ya está”. Opina, además, que Pamplona puede tener algo que decir al respecto. “Los que saben de esto dicen que la mejor forma de almacenar el hidrógeno, que es el problema, es en minas de sal. Y tenemos el Perdón hueco por la explotación de la sal de la potasa. A ver… Se supone que los políticos algún día pensarán con un poco de visión”.
¿Y el futuro de la fábrica? “Lo veo bien, tiene un potencial de crecimiento muy interesante“, opina un Juan Córdoba que aspira “a trabajar aquí hasta que, dentro de dos años y medio, me jubile”. Después, buscará “algo” a lo que dedicarse. Está claro que no será de los que se dediquen a ver obras apoyados en una valla. Más bien habrá que buscarlo en el agua porque practicó la natación en su juventud y aún es capaz de competir en la travesía de Zarautz a Getaria. En total, 2.850 metros de mar abierto. O sobre una bicicleta en la carretera, preparándose para recorridos tan duros como el de la Quebrantahuesos. También en la nieve, porque es un experto esquiador. Se irá con la tranquilidad de dejar la fábrica en manos del equipo que ha ido formando y por el que apostó “en aquella transición que hicimos en 2015”. “Podíamos optar por fichar a un equipo con experiencia o contratar a un grupo de chavales y formarlos. No contratamos a nadie de más de 30 años y, en este tiempo, se han formado. Son un equipo muy potente, al que le queda mucho recorrido”.