Deportista, salsero, cercano, buena gente y muy atrevido con todo lo que se le ponga por delante, este navarro nacido hace 54 años en Woodland, California (aunque criado desde los siete en Lesaka), repasa su biografía, analiza el indiscutible éxito de ‘El Conquistador’, su programa esmeralda, entra en harina sobre su participación en ‘MasterChef Celebrity 6’ y reflexiona sobre el pasado, presente y futuro de la televisión. Todo ello sin fiebre, pero con dosis de atractiva sinceridad.
El Covid-19 también ha llamado a la puerta del hogar de Julian Iantzi, como al de tantas familias durante esta inesperada sexta ola de la pandemia. En primer lugar, ¿cómo te encuentras? ¿cómo vive un nuevo confinamiento, aunque sea breve, un tipo tan activo como tú?
(Risas) Bueno… ¡hay que mentalizarse! No queda otra. La verdad es que yo tengo todo el pack, porque también he tenido una pequeña intervención en la boca y, tras dar positivo mi mujer, también me he contagiado de coronavirus. Pero la verdad es que me encuentro bastante bien: una especie de catarro, tos de vez en cuando, un poquito cogida la voz… Van a ser solo siete días de descanso, y también hay que saber aprovechar el sofá de casa, ver la televisión, leer, escuchar música. En definitiva, disfrutar de esa tranquilidad que es imposible encontrar cuando estoy a tope, por ahí con todo el rock and roll, en esas temporadas de mucho trabajo y agobio. Es necesario parar para recuperar y volver con más fuerza.
Siete días en tu vida son solo un suspiro, una mínima anécdota, si los comparamos con esa trayectoria de más de veinte años trabajando en Euskal Telebista. Los últimos dieciocho al frente del programa estrella de su segunda cadena: El Conquis, que se estrenó el 3 de enero de 2005. Era una época, sin duda, de auténtico furor por los realities: Gran Hermano, Operación Triunfo, El Bus… Pero de todos aquellos formatos de éxito solo El Conquistador se ha emitido de forma ininterrumpida durante 18 años. Es el único que sobrevive a aquella explosión.
Y no solo sobrevive, si no que ahora es cuando goza de mejor salud. La verdad es que la primera, la segunda, la tercera edición funcionaron. Pero para nada fueron la locura que estamos viviendo ahora. La pasada edición, la 17ª, resultó espectacular. Acabamos con una media de un 26 % de share: ¡una auténtica barbaridad! Fue la temporada más vista de todas. No solo en televisión, también en las redes sociales donde tenemos un tirón brutal, logrando cada semana ser trending topic, que es algo muy complicado. Nadie, ni en las mejores quinielas, imaginó hace dieciocho años que el programa gozaría a día de hoy de tanta fuerza. De una salud total.
De hecho, este pasado lunes aglutinásteis un 25 % de share. Datos televisivos ya solo reservados a grandes eventos o finales de fútbol.
Así es. Es que son cifras estratosféricas. Y no me gustaría centrarme solo en las audiencias, también hay que poner en valor que somos un programa pequeño en comparación con los grandes prepuestos de formatos rivales. Con dos capítulos de una serie a nivel nacional nosotros presupuestamos toda la temporada. Y aquí está, sin duda, la magia de El Conquis: teniendo el presupuesto de un 600 competimos contra Ferraris… ¡y les ganamos!
En una televisión tan cambiante como la actual, en la que parece que hemos consumido todo tipo de programas, ¿cuál es el ingrediente secreto que encierra El Conquis para seguir congregando frente al televisor a un público tan entregado, tan fiel?
Me lo han preguntado muchas veces y es una cuestión difícil de responder. Porque la televisión es muy enigmática. Cuando piensas que una apuesta tiene que funcionar, a veces no tira, y otras apuestas menos firmes resulta que con el tiempo son un bombazo. Eso sí, creo que El Conquis congrega dos características que son muy buenas y atraen al público. Nuestra principal arma es que competimos con la verdad. El Conquistador está considerado a nivel internacional como uno de los realities más duros del mundo, y es un concurso en el que no se falsea absolutamente nada. Fuera de cámara nunca se echa una mano. Lo que se ve en pantalla es un resumen exacto de lo que sucede en 24 horas. Un reflejo de la dureza que viven los concursantes, y que les lleva a mostrarse de esa manera tan real delante de las cámaras. Y aquí encontramos esa segunda pata que nos refuerza: el casting. El departamento que selecciona a los participantes es buenísimo. Suma tanta experiencia que es capaz de escoger los mejores perfiles de cientos de candidatos y candidatas. Y estos concursantes son tan reales que al final terminan traspasando la pantalla y el público se enamora de ellos. Los quiere o los odia, pero pocas veces generan indiferencia. Además, siempre intentamos darle una vuelta al programa. ¡Innovar! Ahora estamos en el calor, abandonamos hace años el frío, cambiamos de países…
Por cierto, Julian Iantzi es más del formato fin del mundo o del formato Caribe…
Tengo el corazón partido, como entonaría Alejandro Sanz. Lo que más me gusta es lo que menos me conviene. Y me explico: yo soy de frío, no me gusta nada el calor, lo odio. No soporto el bochorno, los bichos… pero sí que es cierto que a la hora de hablar, y a mí me gusta mucho hablar, no tengo ningún problema. En cambio en el frío, y a mí me encantan las bajas temperaturas, muchas veces intentaba hablar y no podía porque se me quedaba el rostro totalmente congelado. Así que debo admitir que me viene mucho mejor el calor… Eso sí, me gustan más los paisajes patagónicos, los lagos, las montañas. Soy más de aquello que de la playa, palmeritas, que están genial, pero me gustan particularmente menos.
Una cuestión que quienes vemos el programa nos hemos planteado en más de una ocasión: ¿Llegará el día en el que la productora o ETB apuesten por un Conquis de famosos? Una formula que, todo sea dicho, tiene bien exprimida Telecinco.
Aquí famosos son los capitanes o capitanas. Bueno, más que famosos son populares porque han sido concursantes en anteriores ediciones o son atletas o deportistas de élite. Ya grabamos en 2010 El conquistador del Aconcagua, con rostros tan queridos y conocidos como Serafín Zubiri, Roberto Laiseka, nuestra querida Blanca Fernández Ochoa… Pero es que en realidad, lo que menos nos importa es que alguien sea famoso o no. Buscamos la realidad, la veracidad. Aunque entiendo que puede tener cierto morbo ver a ciertas personas conocidas, que creemos que viven como en otra galaxia, pasándolo mal. Sacarles de su zona de confort… Pero de momento creo que no es una apuesta que esté sobre la mesa.
Hablando de situaciones tensas e incómodas, históricas son tus enganchadas con varios concursantes. Basta con curiosear por YouTube para cerciorarse de ello.
(Risas) Volvemos a lo de antes: es que no es ficción, todo es real. Por tanto, cuando me cabreo lo hago de verdad. Muchas veces no existe mejor defensa que un buen ataque. Mi trabajo es sacarles las cuentas, meterles caña, y me tienen que respetar. Los seguidores del programa ya están acostumbrados a este tipo de situaciones… ¿Pero te imaginas que las barbaridades que me dicen a mí, con semejante grado de crispación, se las soltaran en directo a Lara Álvarez en Supervivientes, por ejemplo? Sería totalmente inconcebible. La gente del resto del país alucina cuando ven imágenes de concursantes echándome barro o cuando se me enfrentan cara a cara.
Julian Iantzi, atrevido y polivalente donde los haya, también ha coqueteado con un mundo tan alejado como el del corazón. Quizá muchos lectores no lo recuerden, pero en el año 2009, y para competir frontalmente con un Sálvame que comenzaba a sacar cabeza con fuerza, Antena 3 Televisión decidió reforzar sus tardes con una apuesta veraniega que bautizó como Vaya par de tres. Con Jesús Mariñas, María Patiño y tú mismo al frente.
La verdad es que sí. Me llamaron, hice el casting y les gusté. Me ficharon porque del mundo del cotilleo, del corazón, no controlo absolutamente nada de nada. Y, si te soy sincero, es un formato en el que tampoco me encuentro del todo cómodo, pero como soy un echado para adelante… Querían que estuviera en medio de dos dioses de ese mundo como son Mariñas y Patiño, para ejercer de balanza. En eso consistía mi papel en el programa: el de intentar poner un poquito de orden y que cada uno hablara de lo suyo. Y fue una apuesta para verano que funcionó realmente bien. Desde el éxito de Pasión de Gavilanes las tardes de Antena 3 habían perdido fuelle, y por eso entramos nosotros. E hicimos un buen trabajo. Pero claro, mi programa es El Conquis y cuando terminó el verano yo regresé a Euskadi. Y ahí terminó mi andadura en Vaya par de tres. Para sustituirme entró Ximo Rovira hasta que semanas después pusieron punto y final al programa.
¿Y con María Patiño y Jesús Mariñas bien?
Totalmente. A mí María Patiño me ayudó mucho. Es una gran compañera. Es tan profesional que se lleva el trabajo a casa y vive en el día a día con la misma intensidad que luego muestra en los platós. Eso sí, en las distancias cortas, es mucho más tranquila y cercana. Y Mariñas es tal cual le ves en directo. Un encanto de persona. Por cierto, es un hombre que tiene gran cariño a Navarra. Tiene muchos amigos en nuestra tierra y, cuando puede, se escapa a Olite, Tafalla. Es un gran admirador de Navarra.
Este pasado 2021, has engordado un curriculum vitae ya bastante rico y nutrido con una nueva experiencia como concursante en MasterChef Celebrity 6. En todas las entrevistas que te han hecho hasta ahora afirmas que volverías a repetir sin dudarlo un segundo. ¿Tan gustoso es competir con figuras como Terelu o Miki Nadal?
MasterChef es un programazo. Un formato blanco que no va ni a fastidiar ni a perjudicar…
Jorge Javier Vázquez, sin embargo, afirma que también esconde un lado oscuro. Una presión muy fuerte para con los concursantes.
¡Pero qué presión! La verdad es que no entiendo qué quiere dar a entender Jorge Javier. En MasterChef, como en cualquier reality en el que existe competición, soportas la lógica presión de hacerlo lo mejor posible, de superar los retos. En mi caso debía competir con otras 15 personas por hacerlo lo mejor posible. Y claro, te presionas tú mismo porque deseas hacerlo bien, mejorar en tu manera de cocinar. Yo estaba enchufado 24 horas al concurso porque quería ser el mejor. Pero es algo que nace de uno mismo, en función de cómo quieras cocinar. Otros concursantes, Samantha Hudson por ejemplo, vivía mucho más tranquila porque pasaba olímpicamente… ¡Ella es maravillosa! Mientras yo sudaba viendo vídeos o recetas, ella se tumbaba al sol tranquilamente en la piscina. Quiero decir, se trata de un programa en el que cada uno se marca el grado de implicación que quiere o no quiere. Mira Miki Nadal o Juanma Castaño: eran unos paquetes al principio y fíjate con el nivelazo que terminaron.
Ya que acabas de nombrar a una de las estrellas mediáticas del momento: ¿Cómo es Samantha Hudson?
Un día, después de la final, cenamos los dos mano a mano en un hotel de Barcelona y le dije lo culta y lo inteligente que es. Tiene una forma de hablar, de expresarse, que te atrapa desde un primer momento. Ella no considera que tenga algo tan especial, pero es un absoluto espectáculo. Y la gente, el público, la valora mucho, por ello está teniendo el éxito que tiene con sus palabras y los mensajes que transmite.
Ella suele afirmar por redes sociales, donde tú también te desenvuelves con gracia, que la vida tiene mucho de “casualidad”. Ese mismo azar que hizo hace casi 25 años que un chaval que preparaba unas oposiciones para bombero terminara volcado en el mundo de la televisión.
¡Totalmente! Yo siempre digo que estoy en la tele gracias a ser diez años camarero, por eso del metro de barra. Aquí donde me ves ahora, yo era un tío híper tímido y tuve que trabajar en hostelería, enfrentándome a la gente, para romper esa barrera. Me multipliqué y le di la vuelta a esa timidez. Y efectivamente, cuando estaba preparando esas oposiciones, mi familia me dijo que ETB había convocado unos castings a los que me apunté, y de 10.000 candidatos terminé entre los 200 elegidos para su base de datos. Y un amigo de Pamplona, justo después, me comentó en una cena a la que en principio no iba a ir que el Grupo PRISA acababa de comprar Canal 4 Navarra y que buscaban presentadores. Y así empezó todo. En una semana pasé de ser un ciudadano normal a trabajar como reportero de calle haciendo directos para el programa que entonces presentaba Amaya Rey.
¡Fíjate si no llegas a acudir a dicha cena!
Pues ahora sería bombero. El deporte siempre me ha gustado mucho, y era la profesión que siempre quise tener. A mí no se me caen los anillos. He trabajado en hostelería, vendiendo seguros, en la fábrica de Lesaka, he sido agente social… ¡Un poco de todo! Lo importante es moverse, darle al rock and roll. Por ello, ahora también estoy a tope con la organización de viajes con una agencia de Pamplona. Tenemos unas propuestas espectaculares. ¡Ahí lo dejo!