viernes, 4 octubre 2024

La argentina residente en Leitza que vende sus riñoneras artesanales en varias comunidades

Miriam Viviana Giménez, de 46 años, llegó a España en 2002. Según relata a Navarra Capital, una máquina de coser se convirtió en su mejor aliada y permitió que, tras dejar la Comunidad Valenciana hace dos años para mudarse a Leitza con su marido, pusiera en marcha Hamaruk, un negocio de riñoneras confeccionadas por ella misma. Ya tiene pedidos en Lleida, Andalucía y Cantabria.


Leitza - 19 septiembre, 2024 - 05:58

Miriam Viviana Giménez, argentina de 46 años, llegó a España hace más de dos décadas en busca de aventuras. (Foto: Sergio Martín)

2002. Alicante. Una joven argentina de veinticuatro años empuja la puerta de una tienda mientras el sonido de una campanilla anuncia su llegada. En su interior, decenas de máquinas de coser se exponen en las estanterías, rodeadas de hilos de colores. Su casera le invita a escoger una. Es su regalo como muestra de agradecimiento por las cortinas que Miriam le ha cosido para el salón. Ella no sabe todavía que esa Sigma 2000 de segunda mano fabricada en el País Vasco le acompañará el resto de su vida. 

“Mi madre tejía en Argentina y, aunque yo no quería, me obligó a aprender. Siempre decía que hay que saber de todo para nunca depender de nadie”, explica a Navarra Capital Miriam Viviana Giménez, de 46 años. Llegó a España hace más de dos décadas en busca de aventuras, cumpliendo su sueño de la infancia: “Siempre tuve una conexión especial con este lugar. Por una cosa u otra, me fui quedando, hice mi vida y ya tengo más lazos aquí que allá”. 

«Mi madre tejía en Argentina y, aunque yo no quería, me obligó a aprender. Siempre decía que hay que saber de todo para nunca depender de nadie»

El destino la llevó a la Comunidad Valenciana, donde conoció a su marido, Jaume. Durante seis años sacaron adelante Cultura Camper, una tienda online dedicada a la camperización de furgonetas y la venta de complementos. Hace dos años, el trabajo de este les trajo hasta Leitza, por lo que Miriam tuvo que buscar un nuevo rumbo: “Cuando vinimos a Navarra, lo dejamos todo. En Leitza, ir al monte es muy habitual, por lo que intenté combinar mi amor por lo textil con algo compatible con la naturaleza”.

Así surgió Hamaruk, una firma de riñoneras hechas a mano que llena de ilusión a su fundadora. Su amiga Irati, aficionada al bushcraft (desarrollo de habilidades para la supervivencia en el medio natural), fue su principal inspiración: “Estuve dándole vueltas, hice muchas pruebas y conseguí un patrón que me encajaba, siempre abierta a las sugerencias de la gente. Tenía claro que quería enfocarme en el entorno en el que vivimos, pero dándole un toque original. Por eso, para el primer producto, elegí el animal print”. 

Se ha volcado tanto con el proyecto que siempre tiene ganas de coser. Para ella, crear es un ritual: se prepara el mate, organiza las telas y convierte su taller en su refugio. “Cada producto es fruto de la esencia de ese momento, la actitud con la que me levanto, la música que suena de fondo y el paisaje que tengo enfrente”, añade esta emprendedora. 

En Santander ya hay un colaborador que las está comercializando.

En Santander ya hay un colaborador que las está comercializando y también están disponibles online.

RIÑONERAS SOSTENIBLES Y ADAPTABLES

Las tres colecciones confeccionadas hasta ahora (Mendi, Atenea y Nomadak Bask) están disponibles en dos tamaños, uno de cuatro litros y otro de ocho. Las partes frontales y traseras están hechas con una tela de nailon y, el cuerpo lateral y la base, en cordura. No son al cien por cien impermeables, pero las telas se pueden mojar sin problema, “algo imprescindible para un lugar con tantas lluvias”. 

«Cuando vinimos a Navarra, lo dejamos todo. En Leitza, ir al monte es muy habitual, por lo que intenté combinar mi amor por lo textil con algo compatible con la naturaleza»

Los diferentes colores disponibles pueden combinarse al gusto del cliente, lo que permite crear riñoneras únicas. Miriam tarda tres horas en confeccionarlas, por lo que produce unas dos unidades al día: “Estoy abierta a peticiones. Tenía claro que quería un patrón sencillo, es más práctico y me compensa”. Además, la argentina combina su labor en Hamaruk con otros trabajos como costurera para los vecinos del pueblo navarro. 

Su amor por la naturaleza le llevó a apostar por materiales sostenibles. “Cuando empecé, compraba telas más baratas. Pero, al ver la aceptación del público, escogí otras que provienen de plásticos reciclados. Es una manera de aportar mi granito de arena”, apunta. También colabora con negocios de proximidad ubicados en Zaragoza, Bilbao o Sevilla: “Encarece un poco más el producto, pero tanto los clientes como yo lo preferimos”. 

Del mismo modo, Miriam diseña las riñoneras poniendo el foco en su adaptabilidad y accesibilidad. “Tienen un sistema rollup, es decir, se pueden enrollar. Las entrego con unos enganches para adaptarlas a la bicicleta o a las mochilas de supervivencia. Además, se estiran mucho, por lo que resultan útiles para todo tipo de cuerpos”, relata mientras rememora el caso de una madre que la portaba en el carrito de su bebé. 

Las tres colecciones confeccionadas hasta ahora (Mendi, Atenea y Nomadak Bask) están disponibles en dos tamaños, uno de cuatro litros y otro de ocho. (Foto: Sergio Martín)

Las tres colecciones confeccionadas hasta ahora (Mendi, Atenea y Nomadak Bask) están disponibles en dos tamaños, uno de cuatro litros y otro de ocho.

PUNTOS DE VENTA

Por el momento, ya ha recibido pedidos desde distintas regiones como LleidaAndalucía. Y en Santander ha encontrado un colaborador que las está comercializando. Ahora quiere buscar más puntos fijos de venta: «Que alguien se interese por un proyecto que salió de mi cabeza es alucinante y me llena de orgullo». 

«Navarra te cambia la energía, es magia. Solo me ha dado cosas buenas»

Miriam está muy agradecida a las gentes de Leitza, cuyo apoyo es fundamental para la pareja, y a Cederna Garalur, donde le han guiado «en todo momento» y le dieron ánimos «cuando más lo necesitaba». «Navarra te cambia la energía, es magia. Por ahora solo me ha dado cosas buenas. Las vueltas de la vida me han traído hasta este proyecto, que no esperaba que tuviera tan buena acogida. Y todos nos han ayudado de forma altruista», comenta emocionada.


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