PREGUNTA (P): El título de su conferencia es ‘La Europa que queremos y necesitamos’, pero creo que casi todos los ciudadanos estamos de acuerdo en cómo queremos que sea: más justa, más solidaria, más democrática. Si eso es lo que pensamos la mayoría, ¿por qué la Unión Europea camina en el sentido contrario?
RESPUESTA (R): Entre otras cosas es por eso que usted dice por lo que en los últimos años se ha producido, no sólo en España, sino en todos los países europeos, un desajuste emocional entre los ciudadanos y la Unión Europea.
Lleva mucho tiempo zigzagueando, como un borracho, cronificando los problemas, sin arreglar ninguno, no sabe qué hacer con la crisis de los refugiados, están los problemas de Siria y Libia y su papel en la política exterior es prácticamente nulo, no ha arreglado todavía la crisis del euro, ni siquiera la de un país tan pequeño como Grecia… Lo que hay que hacer es ser propositivo para ver cómo podemos cambiar esta tendencia.
«Es muy importante, sobre todo después de la salida del Reino Unido, que el eje franco-alemán se recomponga cuanto antes»
(P): Pues ésa es la pregunta, ¿cómo se puede cambiar esa tendencia?
(R): La historia nos dice que cuando la Unión Europea permanece quieta retrocede, por eso creo que así como existe, aunque incompleta, una Unión Económica y Monetaria y pilares que tratan de temas de Educación, política exterior o temas judiciales, la UE necesita una carta que la articule como una Unión Social, porque la gran desafección de los ciudadanos proviene de que durante demasiado tiempo todos los mensajes que nos vienen de Bruselas son ajustes, sacrificios, recortes, pérdida de derechos adquiridos…
Eso no puede seguir siendo así, hay que proponer una unión social que tenga el mismo rango que la económica y monetaria y que sirva para que existan instituciones y mecanismos europeos que traten los derechos sociales, por ejemplo, un seguro social europeo, que exista una inspección de trabajo europea que impida los abusos que se están cometiendo, o que los derechos sociales no sean moneda de cambio entre los países cuando compiten entre ellos. Es que en muchas ocasiones cuando una empresa quiere instalarse en un país lo primero que preguntan es qué me dan ustedes, beneficios fiscales, infraestructuras, sí, pero también a qué derechos sociales estarían dispuestos a renunciar los trabajadores.
(P): ¿Es posible que algún día pueda articularse esa unión social?
(R): Esto no es una carta a los Reyes Magos, es una iniciativa que ahora mismo estudia la Comisión Europea, y nosotros, los ciudadanos, tenemos que agarrarles de la mano y decirles: de acuerdo, esto es lo que queremos. Esto es lo único que yo creo que puede solucionar ese desajuste.
(P): El problema es que tiene que hacerse con urgencia…
(R): Sí, es muy urgente.
(P): … porque mientras tanto Europa se deshace: El Reino Unido se marcha, los países del Este van por su lado y dictan leyes que van contra los principios de la Unión.
(R): Es muy urgente, sí. Eso no puede quedarse ni en buenas intenciones ni para dentro de no sé cuándo. Deben abordarlo la Comisión Europea y el Consejo Europeo inmediatamente, porque la Unión se está deshilachando.
¡Si cada vez que convocan un referéndum sobre algo que llega de Bruselas lo pierden! Pasó en Grecia, lo perdieron en Francia y en Holanda con el referéndum sobre la constitución y recientemente en Holanda con un acuerdo sobre Ucrania, lo han perdido en Dinamarca sobre asuntos de seguridad común, todos. O empieza a funcionar como una Unión Social, o con otra idea alternativa que en estos momentos no se me ocurre, y se consigue que esto avance, o seguirá deshaciéndose.
«La gran desafección de los ciudadanos proviene de que durante demasiado tiempo todos los mensajes que nos vienen de Bruselas son ajustes, sacrificios, recortes, pérdida de derechos adquiridos…»
(P): Otro problema, además de la urgencia, es que no hay una figura carismática que oriente el proceso de regeneración ni un país que lo lidere.
(R): Bueno, el año que viene hay elecciones en Francia y en Alemania, y eso va a aclarar mucho, en un sentido u en otro, los términos. Es muy importante, sobre todo después de la salida del Reino Unido, que el eje franco-alemán se recomponga cuanto antes. Europa tiene ahí una oportunidad pero eso no quiere decir que vaya a ser así. Pero es cierto que no hay nadie que tire, hasta tal punto es así que en estos momentos el único que está proponiendo reformas, el más atrevido, es Renzi, el primer ministro italiano, que gestiona un país que atraviesa dificultades importantes pero que al menos bulle, plantea ideas. Pero ni en el Consejo ni en la Comisión hay nadie que actúe como un líder.
DESAFECCIÓN Y DESENCANTO
(P): ¿Qué quería decir al afirmar que cuando Europa se para retrocede?
(R): La experiencia nos indica que cuando se para Europa retrocede, no permanece estable y se renacionaliza. Eso lo estamos viendo ahora clarísimamente con el tema de los refugiados. Como no hay ninguna norma de asilo común ni se ha producido una respuesta consensuada al tema de las cuotas, como los refugiados siguen cruzando las fronteras, cada país está haciendo lo que más cuenta le trae.
(P): Y mientras tanto los ciudadanos nos vamos desencantando con el proyecto europeo.
(R): El ciudadano tiene una desafección brutal hacia los temas europeos, de tal manera que en estos momentos se da la peculiaridad de que los más optimistas, optimistas muy relativos, por cierto, somos la gente mayor porque sabemos de dónde venimos, y sabemos que ahí hubo dos guerras europeas.
Pero los jóvenes consideran la paz un derecho adquirido, como una realidad. Es que los jóvenes actuales están tan lejos de las dos guerras mundiales como los que pertenecemos a la generación de los 50 vemos la guerra Franco-prusiana o la guerra de Cuba. Esos son argumentos que no sirven ya, tenemos que buscar otra cosa.
(P): Pero eso sólo justifica en parte que la desafección sea mayor entre los jóvenes.
(R): Es mayor porque los jóvenes, sin duda alguna, son el sector más maltratado por la crisis.
«Lo que hay que hacer es ser propositivo para ver cómo podemos cambiar esta tendencia»
ESPAÑA
(P): Aquí, en España, todo lo que nos ha llegado últimamente desde Europa son indicaciones de que debían acometerse recortes y restricciones que han ido mermado nuestros derechos y han desmantelado en parte el estado del bienestar. Así no es fácil que veamos a Europa como a un amigo, más bien al contrario.
(R): Claro. Desde hace muchos años, y más concretamente desde mayo de 2010, todo lo que nos llegan son órdenes de que hay que reducir las pensiones, la educación, la sanidad…
Y estamos en muy mala situación por nuestras circunstancias políticas internas para dar una respuesta a todo esto que está ocurriendo, pero lo que es evidente que el próximo gobierno, cuando se constituya, el primer problema, o uno de los primeros porque también tiene el de Cataluña y alguno más, es el de gestionar un recorte que nos está esperando, brutal, de más de 10.000 millones, ¡un punto del PIB de este país! No sé si se podrá renegociar, pero no están intentándolo y ni siquiera se habla del asunto.
«Estamos en que si la abstención, en que si tal… pero hay dos o tres problemas, el de la configuración territorial del país, el de la negociación con Bruselas sobre ese recorte, y el tema de las pensiones, que son de una urgencia extrema»
IZQUIERDA
(P): Estos tiempos bárbaros, como usted los define en el libro en el que analiza la situación que vive el mundo, se están llevando por delante las ideologías y especialmente a los partidos de la izquierda. ¿Por qué?
(R): Ese es un debate bien interesante, porque la discusión que se está abriendo ahora en Europa es si todo esto que nos está ocurriendo es porque la hegemonía política es de las fuerzas conservadoras o si es el modelo de construcción europea el que está fallando. Si se trata de lo primero, la solución sería relativamente fácil y pasaría por unas elecciones que cambien esa mayoría conservadora. Pero si es el modelo sería mucho más complicado porque eso significaría que hay que dar marcha atrás y rehacer algunas de las cosas que se han hecho o abordar asuntos que están ahí aparcados y que mientras no se resuelvan no se pueden solucionar otros problemas.
(P): Pero el caso es que los partidos conservadores están reforzándose aprovechando la crisis de la izquierda.
(R): Bueno, están transmutándose también, porque en este momento no existe ninguna fuerza conservadora que se reclame del neoliberalismo, mezclan cosas de la antigua derecha y de los socialdemócratas, pero es completamente correcto eso que usted dice, en la Unión Europea, en el Banco Central Europeo y en muchos de los principales países el poder está en manos de los conservadores, y los que no lo son, como en Francia, la desilusión ha sido enorme porque no han servido para nada.
(P): Esa crisis de la izquierda llega a su máxima expresión en el caso del PSOE.
(R): No puedo decir otra cosa que los tópicos que todos sabemos, que se han suicidado a la vista de todos, que va a tardar mucho tiempo en recomponerse un partido socialista que sea fuerte y que es imprescindible para este país como lo han demostrado los últimos 40 años de nuestra historia, y que mientras eso no se resuelva seguiremos siendo extremadamente débiles en la relación con Europa. Porque aunque el próximo gobierno sea del PP, necesitará del apoyo de la oposición para una negociación con una cierta correlación de fuerzas con Bruselas.
Una información de Miguel Bidegain para Navarra Capital