Nos recibe tan cortés y educado como solo puede serlo alguien de Bilbao. Aunque nació en Logroño durante una estancia temporal de su madre en Elciego, de donde era natural, su familia siempre ha vivido en la capital vizcaína. Estamos tentados de recordar el viejo chiste de que uno de Bilbao nace donde le da la gana, pero optamos por una prudente formalidad. Su vinculación con Pamplona fue temprana porque vino para estudiar Ciencias Empresariales en la Universidad de Navarra. “Quería salir de Bilbao, ya sabéis, por todo aquello… Mi madre también había estudiado aquí tres años de medicina y terminó en Zaragoza. Me dijo que Pamplona estaba muy bien y la verdad es que fue una experiencia muy muy bonita”.
Por cierto, siendo estudiante buscó un trabajo en el parque nacional de Yellowstone. Durante un verano, sirvió comidas en una cabaña ante la que, cada 72 minutos, surgía “¡wham!, ¡un géiser enorme!”, recuerda con los ojos brillantes. Sus primeros empleos tras acabar de estudiar no fueron tan exóticos: becario en el Banco de Vasconia en La Rioja, en el Colegio Oficial de Médicos en Pamplona y del Banco de Santander en Logroño. “Para los licenciados en Empresariales había mucho empleo en el sector bancario y pensé en orientar por ahí mi carrera profesional”. Empezó a trabajar muy pronto, a los 21 años, porque formó parte de la primera promoción que estudió cuatro años de Empresariales en lugar de cinco y las circunstancias familiares le eximieron del Servicio Militar. “Podía haber seguido con los postgrados, pero los hice después y creo que fue un acierto. ¡El caso es que tengo la sensación de haber estado trabajando siempre!”, dice riéndose.
“Para los licenciados en Empresariales había mucho empleo en el sector bancario y pensé en orientar por ahí mi carrera profesional”.
Sin embargo, su futuro no estaba en la banca porque, en 1998, recibió una oferta que aceptó para trabajar en Iberdrola. “Evidentemente, lo de mi padre me abrió las puertas”. Ese “por todo aquello” al que aludía antes Eduardo, las “circunstancias familiares” o el porqué de la oferta de Iberdrola se refieren al mismo hecho: la tragedia que ha marcado toda su vida y la de sus allegados, el atroz asesinato tras ser secuestrado por terroristas de ETA de su padre, José María Ryan, ingeniero jefe de Iberdrola y director de construcción de la central nuclear de Lemóniz. Un crimen que tuvo un enorme impacto social y del que el 6 de febrero se cumplieron 40 años.
Eduardo tenía entonces seis años y basta una frase suya para entender hasta qué punto le afectó. “Dejé de jugar, dejé de ser un niño”, asegura sin que se oscurezca su rostro siempre animado. “Es una herida que tienes ahí, que nunca cicatrizará, pero debes seguir adelante. Y, por sacar algo de todo aquello, el sufrimiento me hizo madurar antes“. Lamenta que ETA y su entorno intentaran manchar la imagen de José María Ryan “con falsedades y mentiras”. “¡Cómo se puede ser tan cruel! Mis abuelos eran muy humildes y mi padre, que era muy inteligente y dibujaba muy bien, quiso ser arquitecto, pero no había dinero… Tuvimos que oír que era un yanqui imperialista y muchas otras barbaridades”, rememora. Es un hecho que le persigue: “Me gusta ser anónimo, no llamar la atención -insiste-, pero como el apellido es muy reconocible continuamente se me relaciona. Bueno…”.
LA TRANSFORMACIÓN DE IBERDROLA
Hace una pausa que interpretamos como el cierre del capítulo y aprovechamos para volver al repaso de su trayectoria profesional. Sus primeros años en Iberdrola los pasó en las oficinas de la compañía en Bilbao ocupado de proyectos de mejora, implantación de sistemas de calidad… Proyectos que suponían la transformación de una empresa que venía de otra época a las exigencias de la liberalización del sistema eléctrico. “Lo recuerdo como una etapa de trabajo intenso, pero muy buena”.
Pasó a gestionar el teléfono del cliente y, al separarse las áreas de la empresa entre generación, distribución y comercialización, a partir de 2006 gestionó el teléfono de la Iberdrola distribuidora. “Estuve a punto de irme como delegado territorial a Salamanca y en el último momento se truncó. Hasta tenía el piso, pero coincidió con la marcha del delegado en Navarra y, como yo había estudiado en Pamplona, me lo ofrecieron. ¡Pues encantado! Porque es una tierra que me gusta, desde el punto de vista energético tiene mucho potencial e industrialmente es más rica que Salamanca. Llegué en 2009”. Su cargo tiene dos vertientes, la de las redes de distribución, “que supone el 90% de mi trabajo”, y la parte institucional, que incluye las relaciones con las administraciones y ayuntamientos y la representación en organismos de los que Iberdrola forma parte, como la Cámara de Comercio, ADItech o la CEN.
“Cuando ETA asesinó a mi padre, yo tenía seis años. Dejé de jugar, dejé de ser un niño”.
Entre 2013 y 2015, hizo un máster en la propia empresa sobre gestión de la energía que le ofreció la oportunidad de volver a Estados Unidos en el marco de un programa de intercambio. “Fue una estancia en la que aprendí mucho sobre el negocio de la energía, conocí su cultura de gestión y me gustó. Son muy directos, van al grano y muy transparentes. Estuve en Portland, Oregón, una ciudad muy diferente al resto del país, con bosques hasta en la propia ciudad. Vivía al lado de uno y desde casa oía a los coyotes, veía ciervos… ¡Impresionante! Pero lo más curioso es su gente. Puedes pensar que eres tolerante hasta que vas allá. Así como el lema de Nueva York es ‘la ciudad que nunca duerme’, el de Portland es ‘Keep Portland weird’ (‘¡Mantén Portland raro!'”.
Hemos llegado al presente, a su puesto como responsable de la compañía eléctrica en Navarra. Hoy distribuye energía a 375.000 puntos de suministro, casi el 95 % de los hogares y empresas. Cuenta con una central de ciclo combinado en Castejón, 35 minicentrales hidráulicas, un parque eólico compartido con Caja Rural y está promoviendo un proyecto fotovoltaico de 370 megavatios en Peralta, donde invertirá 200 millones de euros. La comercialización también es elevada porque se trata de un territorio tradicional de la compañía, aunque es una actividad liberalizada.
En un mundo que avanza hacia la energía verde, ¿hasta qué punto es real la apuesta que las eléctricas dicen hacer por las renovables? Eduardo Ryan sonríe, deducimos que es porque le hemos dado la oportunidad de señalar que Iberdrola “es líder mundial eólico y renovable”. “No es que sean cosas que se dicen, ahí están las cifras, que también apuntan cómo nuestras emisiones son muy, muy, muy inferiores a las de la competencia. Vamos a ser neutros en 2050, quizá antes. Eso se debe a que la compañía empezó esa transición ecológica hace veinte años, mucho antes que cualquier otra, es nuestro modelo de negocio y gracias a él nuestro crecimiento ha sido espectacular. Iberdrola es la primera empresa eléctrica ‘utility’ europea privada y la segunda a nivel mundial“.
Sus cifras resultan mareantes. Hasta 2025 va a invertir 75.000 millones de euros y 150.000 hasta 2030, sobre todo en renovable y redes, con compras de suministros en España. Eso le convierte en una empresa tractora de la economía nacional. “Gamesa en gran parte ha crecido con nosotros. La hemos llevado allá donde nos íbamos extendiendo, y estamos haciendo muchos pedidos a una empresa navarra que está creciendo mucho: STI Norland“.
“A través de mi trabajo, entré en contacto con Anfas y la Fundación Ilundáin, vi el maravilloso trabajo que hacían y les eché una mano”.
FUTURO ELÉCTRICO
El cambio climático es un hecho y se debe en gran parte a las emisiones de energías fósiles. Hay que descarbonizar la economía y la única alternativa es la electrificación, argumenta Eduardo Ryan para demostrar que el futuro es de empresas como Iberdrola. “Hoy, el 51 % del consumo final de energía en España es petróleo y gas, y la electricidad solo el 23 %. ¿Qué tenemos que hacer? Por una parte, crecer en renovables, que toda la energía sea limpia, y en capacidad de almacenamiento. Estamos invirtiendo mucho en grandes embalses con centrales que producen energía con el agua, que se bombea de nuevo para volver a generar electricidad. Es el sistema de almacenamiento de energía más grande posible“. Pero añade que “donde realmente hay que trabajar es en el lado de la demanda, con la electrificación del transporte o la climatización de edificios con tecnologías como la aerotermia, muchísimo más eficiente que el gas, y las instalaciones de autoconsumo”.
Durante unos minutos nos informa de otras posibles fuentes de energía, entre las que apuesta por el hidrógeno verde, producido con energías renovables: “Es una opción para descarbonizar medios de transporte que no pueden ser electrificados, aviones, grandes buques… Creemos que es la próxima ola, como en su día tuvimos la eólica, y puede ser una gran oportunidad para Europa, España y Navarra. Iberdrola ya ha firmado acuerdos con fabricantes de electrolizadores, los aparatos que producen hidrógeno mediante la electrólisis, porque vemos que es una actividad que va a tener un gran desarrollo”.
Nos está poniendo al corriente de innovaciones que, según él, suponen ventajas para los clientes. Entre ellas cita los contadores digitales que permiten conocer el consumo por horas y así tomar decisiones… Ya -le interrumpimos-, pero la factura de la luz echa por tierra cualquier intento de las compañías de mejorar su imagen. Admite que, aunque el simple hecho de ser una gran empresa provoca cierto recelo, la causa de su impopularidad está en el precio de la luz, pero alega que más de la mitad de lo que pagamos son impuestos. “También en decisiones políticas sobre la energía, con las que estás lanzando una señal contradictoria al mercado porque se trata de electrificar y, si encareces la tarifa, estás desincentivando, por ejemplo, al que está pensando en comprar un coche eléctrico. El gas, que contamina más, no tiene tantos impuestos”. Añade que somos muy sensibles al precio de la luz y que, si lo comparamos con otros gastos como la telefonía móvil, el ocio o la ropa, “tampoco es algo desorbitado, pero es cierto que cuando sube no tienes la opción de dejar de consumir”.
“Yo entiendo la factura de la luz, pero entiendo que haya gente que no la entienda”.
RETOS SOLIDARIOS
Para no terminar con lo menos amable de la charla, hemos dejado para el final una faceta muy destacada en la vida de Eduardo Ryan: la solidaria. De hecho, ha afrontado importantes retos con fines benéficos nadando largas distancias en aguas abiertas, en favor de ONG y entidades sociales. ¿Puede provenir de su traumática experiencia infantil? “Hombre, siempre se ha dicho que la gente que ha sufrido aprende a ser más generosa, comprensiva… Pero a todos los hermanos nos han educado así, para ser humildes y aportar. Dentro de todo yo me siento un privilegiado, he tenido una educación muy buena, no me ha faltado de nada, tengo un trabajo que mucha gente desearía”.
Todo viene de que estudió en el colegio de los Claretianos en Bilbao “que tenían piscina y fomentaban la natación y el balonmano como deportes, no tanto el fútbol”, él eligió la piscina, y como otros muchos que siendo jóvenes fueron nadadores cuando pasan a seniores se lanzan a hacer travesías en aguas abiertas. Añade que siguió el ejemplo de los anglosajones, “es gente que casi siente el deber de hacer algo por los demás. Luego uní las dos cosas cuando a través de Iberdrola entré en contacto con Anfas o la Fundación Ilundáin, vi el maravilloso trabajo que hacían y les eché una mano”. Lo hizo nadando notables distancias, por ejemplo 10 kilómetros en aguas menorquinas, y quien quería colaborar aportaba dinero por cada kilómetro recorrido. Con los mismos fines participó en el Desafío de las Islas Cíes o en la Baixada del Renaiçent en la desembocadura del Ebro.
Ya nos vamos, pero no nos resistimos a una pequeña maldad: preguntarle si entiende la factura de la luz. Vuelve a reírse con ganas y, dando muestras de su buen humor, responde jugando con las palabras: “La entiendo, pero entiendo que haya gente que no la entienda”.