Apenas había empezado a dar sus primeros pasos cuando Nicolás Martínez ya se deslizaba con destreza por las nevadas laderas de las montañas. Solo tenía dos años, pero los esquís parecían una extensión natural de su cuerpo. «Comencé a competir con doce y después, con dieciséis, estuve en un centro de alto rendimiento. Siempre me había apasionado esquiar, de modo que decidí emprender de la mano de este deporte», explica el navarro a Capital Sport.
Esa idea le llevó a fundar Esquí Sarrios, una escuela que nació hace una década con la particularidad de que todos sus servicios se contratan de forma digital: «Fuimos la primera escuela en la que sus servicios se podían contratar únicamente a través de la web. Nunca hemos tenido oficinas físicas y todo se hace de forma telemática, desde fijar los horarios hasta contratar al profesor».
«Llegamos a estar hasta treinta trabajadores en temporada alta, pero pasamos un bache gordo a nivel económico (en la pandemia)»
Los primeros años de actividad fueron muy fructíferos, pero la escasez de nieve sufrida en 2018 y la llegada del Covid-19 en 2020 se convirtieron en un obstáculo para su crecimiento. «Llegamos a estar hasta treinta trabajadores en temporada alta, pero pasamos un bache gordo a nivel económico. En su día me encontré con 24 euros en el bolsillo y una deuda importante. Hay que medir los riesgos. Veníamos de cuatro años en los que habíamos crecido muchísimo, pero las condiciones no acompañaron y hay que asumir que todos los años no van a ser perfectos», rememora el joven, de 29 años.
De hecho, tuvo que replantearse el enfoque de su actividad y buscar nuevas vías de promoción para sus servicios. «Estamos reorganizando la empresa», apostilla. En estos momentos, sobre todo trabaja en Astún y Candanchú y también está cerrando acuerdos con hoteles, empresas de alquiler de esquís o tiendas de deporte desde los que oferta sus clases. «Se llevan una comisión de la venta. Tienen un código QR y, si quieren dar la opción de ir a esquiar, pueden hacerlo con nuestra marca. Nos estamos convirtiendo en una plataforma de gestión de clientes y puntos de venta», concreta.
«Nunca hemos tenido oficinas físicas y todo se hace de forma telemática, desde fijar los horarios hasta contratar al profesor»
El año pasado, la compañía realizó una inversión «muy fuerte» en tecnología y desarrolló una nueva plataforma en la que, además de los establecimientos citados, pueden figurar aquellos instructores interesados en impartir clases bajo la firma navarra «en cualquier estación de esquí». El objetivo es lograr una mayor descentralización y la expansión de su marca.
Cada monitor cuenta con su propio enlace, de modo que el sistema le da una comisión directa por cada usuario que fidelice: «Es una forma de cuidar al profesor. Si compran a través de su link, ese cliente es ‘propiedad’ suya durante un año».
ESTIRAR LA TEMPORADA
Aunque la empresa se ha estabilizado de nuevo, Martínez es consciente de su dependencia del clima. Y no quiere volver a repetir vivencias anteriores. «Este año hemos estado tres trabajadores y dos personas de prácticas, a las que hemos ofrecido quedarse. Esa será la base. Si nieva pronto, reforzaremos todavía más la plantilla. Ojalá volvamos a estar diez, pero primero hay que ver si acompañan las condiciones. Lo que no quiero es tener que volver a remontar», remarca.
«Uno de los simuladores aterrizará próximamente en Bilbao. Estamos en conversaciones y pruebas. Sería estupendo para el usuario entrenar en verano»
Aun así, Esquí Sarrios aún no ha alcanzado las cifras previas a la pandemia: «Antes sacábamos veinte autobuses por temporada y esto nos daba una inyección económica muy grande. En aquel momento, generábamos mucho más. De hecho, prácticamente éramos más una empresa mediana. Ahora llegaremos a un 40 % de lo que teníamos antes, pero nos estamos reinventando».
Por ello, y con el fin de proporcionar un trabajo más estable a todos sus colaboradores, la empresa quiere estirar la temporada también durante la época estival. «En España, el profesor de esquí ha perdido un poco el estatus que tenía. Antes podía vivir con lo que cobraba en la temporada de invierno, pero ahora hay más competitividad y los precios están más ajustados», constata.
En esa línea, está probando distintas alternativas para que los monitores tengan la oportunidad de vivir del esquí: simuladores, pistas de esquí cubiertas, campamentos en los Alpes… «Uno de estos simuladores aterrizará próximamente en Bilbao. Estamos en conversaciones y pruebas. Sería estupendo también para el usuario entrenar en verano. Si llegamos a un acuerdo, se ofertará en la web la actividad», avanza al tiempo que detalla cómo los simuladores cuentan con una cinta de nylon y una especie de césped artificial blanco. «A los esquís se les quitan los cantos y, durante el entrenamiento, se pueden regular la pendiente y la velocidad», especifica.
Los campamentos de verano que también está promocionando de cara a 2024 tendrán lugar en los Alpes y se dirigirán a chicos y chicas de 10 a 16 años. Los participantes esquiarán en glaciares, donde hay nieve todo el año, y el programa durará cinco días: «Además de ir a las pistas, habrá muchas otras actividades extra como paddle surf, natación, piragüismo… Será un campamento multiaventura. Alquilaremos un chalé y llevaremos un cocinero».