jueves, 25 abril 2024

La navarra rural, cerrada por jubilación

El grave problema del despoblamiento que afecta a buena parte de la Comunidad foral requiere soluciones urgentes que de momento no pasan de los discursos


Pamplona - 26 agosto, 2019 - 06:00

Los pueblos más pequeños son los que tienen mayor riesgo de perder población. En la imagen, Elgorriaga.

La densidad poblacional de la mayor parte de Navarra es muy baja y sus habitantes se concentran en las mayores localidades. Dicho de otra manera, extensas áreas de la Comunidad foral se encuentran prácticamente desiertas mientras el desequilibrio en la distribución hace que el 42% de los navarros viva en solo cuatro municipios: Pamplona, Tudela, Egüés y Barañáin.

La población censada en Navarra ascendía, en 2018, a casi 650.000 personas, concretamente 647.554. El 58% (375.143 habitantes) vivían en los 12 municipios de más de 10.000 habitantes con que cuenta la Comunidad, un porcentaje que muestra una ligera tendencia creciente en los últimos años. En Pamplona residen 199.066 vecinos, que junto a los de los principales núcleos urbanos de su cuenca suman 315.272 personas, el 48,68% de toda la población de Navarra, y al mismo tiempo el 42,07% de los navarros se reparte entre el 95,6% de los municipios.

Esa distribución hace que la densidad de población sea muy baja en la mayor parte de Navarra. Según la Federación Navarra de Municipios y Concejos, hay 43 municipios con menos de 100 habitantes censados y, por tanto, con una alta probabilidad de despoblamiento porque casi la mitad de ellos, 20, han perdido más de un 10% de sus habitantes entre 2014 y 2018 y la mayor parte se encuentran en los valles de Roncal y Salazar, Tierra Estella o la Zona Media.

Por comarcas, decrece la población en todas excepto en Pamplona, sobre todo en la Navarra Media Oriental (-5,22% desde 2011), Ribera (-4,25% en el mismo periodo), Pirineo (-3,82%), Tierra Estella (-3,60%), Noroeste (-1,86%) y Tudela (-1,58%).

Un comercio rural.

SIN RELEVO GENERACIONAL

De todos los datos anteriores se deduce que son Pamplona y sus poblaciones limítrofes las que reciben los habitantes que pierden el resto de localidades, en su gran mayoría jóvenes que se trasladan para estudiar o trabajar porque en sus lugares de origen no pueden hacerlo. La consecuencia es que en las zonas de las que emigran hacia la capital quedan las personas de más edad, aumentando así la tasa de envejecimiento en el entorno rural. La pirámide poblacional muestra un grave desequilibrio entre el porcentaje de personas mayores y el de jóvenes, lo que anuncia que en una próxima generación el descenso de la población puede ser brutal, sobre todo en la región Pirenaica, Tierra Estella y la Navarra Media Oriental.

El envejecimiento impide el relevo generacional y aboca a los pueblos a un progresivo despoblamiento a medida que fallecen sus ancianos vecinos. La ausencia de futuro afecta a todas las actividades económicas, el comercio es una de ellas, porque en general quienes regentan los comercios rurales son personas de cierta edad que cuando se jubilan no tienen quien les suceda al frente del negocio. Son 28 las localidades navarras que no tienen ninguna tienda y sus habitantes tienen que desplazarse a otra población si quieren adquirir cualquier cosa, incluidos los alimentos, o esperar a que llegue hasta su pueblo un vendedor ambulante, cosa que no tiene por qué ocurrir todos los días.

La pirámide poblacional muestra un grave desequilibrio que anuncia que en una próxima generación el descenso de la población puede ser brutal.

Otro tanto puede decirse de los servicios. Sin entrar en cuestiones como el sistema sanitario o las dotaciones escolares, el descenso de población, junto a otros factores, priva a muchas localidades de dotaciones de las que sí se disponen en las más habitadas. Los bancos y cajas de ahorros, por ejemplo, cierran oficinas alegando que no resulta rentable mantenerlas, de manera que de las 716 existentes en 2008 hemos pasado a 510 en 2017, han cerrado 206 (el 28,8%), de manera que 147 de los 272 municipios de Navarra carecen de oficina bancaria aunque su población (45.089 vecinos) representa el 7% del total de la Comunidad foral.

Los pueblos de los valles pirenaicos se encuentran entre los más amenazados por el despoblamiento.

Los bancos alegan que la mayoría de las operaciones que se hacían en las oficinas pueden realizarse ahora desde el ordenador o el teléfono, y aunque es improbable que los residentes en las localidades sin sucursales bancarias sepan cómo hacerlo debido a su edad y a la falta de hábito en el manejo de aparatos informáticos, además la ausencia de internet se lo impediría en algunos casos. En la actualidad, el 86,1 % de los hogares navarros dispone de redes de banda ancha ultrarrápida frente al 69 % que tenía este acceso en 2015, estimándose desde el Gobierno de Navarra que se llegará al 88,1 % a lo largo de 2019. Pero una vez más son las poblaciones más pequeñas las que carecen del servicio.

Es la pescadilla que se muerde la cola: como no hay puestos de trabajo ni servicios, la población emigra, y al no haber mano de obra ni infraestructuras las empresas no se asientan en las zonas despobladas.

¿CÓMO ABORDAR EL PROBLEMA?

El Gobierno de Navarra planteó, durante la pasada legislatura, el desarrollo de políticas activas en las que combinaba las áreas de vivienda para jóvenes, empleo y emprendimiento en el medio rural y gestión del territorio para invertir los que denominaba “el preocupante proceso de despoblamiento”, y advertía de que revertir la tendencia es un esfuerzo que llevará tiempo. Su estrategia señalaba que “las actuaciones en los pueblos deshabitados o en proceso de estarlo deben fundamentarse en un proyecto de gestión del territorio ligado al medio y que valore el patrimonio cultural y paisajístico preexistente, pues su conservación como recurso y como soporte del nuevo modelo de desarrollo económico equilibrado y sostenible es fundamental”.

El Gobierno de María Chivite ha creado una Dirección General de Administración Local y Despoblación.

El Ejecutivo que preside María Chivite parece tener, al menos en su enunciado, criterios algo diferentes. Ha creado una Dirección General de Administración Local y Despoblación a la que se asignan, entre otras tareas, las de “coordinar políticas concretas para los territorios con graves riesgos demográficos elaborando un mapa de la despoblación en Navarra en colaboración con las mancomunidades y ayuntamientos”, así como “impulsar la implementación de las medidas necesarias para revertir el despoblamiento con especial atención a zonas como Sangüesa, Tierra Estella o el Pirineo a partir de los análisis y ponencias aprobados en los últimos años”.

También deberá “definir e Impulsar un paquete de servicios e infraestructuras básicas y establecer estándares de acceso a los mismos por parte de la población”, así como aplicar, de forma progresiva, el conjunto de recomendaciones aprobadas en el Senado en la ‘Ponencia de Estudio para la adopción de medidas en relación con la despoblación rural en España’ e ‘Informe de la Comisión Especial de estudios sobre las medidas a desarrollar para evitar la despoblación en las zonas de montaña’.

Además, según el acuerdo programático firmado por los partidos que apoyan al Ejecutivo, el Gobierno de Navarra establecerá un fondo de cooperación económica local, e implementará “políticas públicas experimentales de lucha contra la despoblación”. También se propone “promover y apoyar la instalación de empresas en el medio rural mediante bonificaciones en la carga impositiva teniendo en cuenta la premisa de que, a menor núcleo de población, mayor bonificación”.

EL PLAN DE LUCHA DE UAGN

El sindicato agrario UAGN ha sido uno de los agentes más activos a la hora de llamar la atención sobre el problema que supone el despoblamiento, incluso presentó un ‘Plan de actuación contra el despoblamiento rural en Navarra’ desde la perspectiva del sector agroalimentario “como agente fundamental y vertebrador del medio rural”. Su punto de vista difiere en parte del discurso de los políticos, ya que su pretensión es la de “posicionar al sector agroalimentario en el centro de las soluciones ante esta situación -que califica de “grave”- con el convencimiento de que el medio rural vivo y dinámico pasa ineludiblemente por unas explotaciones rentables, sostenibles medioambientalmente y diversificadas”.

UAGN ha planteado el diseño de un «plan de integración y acogida de la población inmigrante en los pueblos”.

UAGN reclama el apoyo de las administraciones porque “se precisa una acción conjunta y coordinada”, pero al mismo tiempo plantea 23 medidas y acciones en su “plan de lucha contra el despoblamiento”, entre las que incluye el “apoyo a la implantación de las energías renovables en el sector agrario y el entorno rural” o la incorporación de las estrategias contra el despoblamiento en la Estrategia de Especialización Inteligente de Navarra S3.

El sindicato, que reivindicaba “una Dirección General dedicada a pilotar el Plan de Lucha contra el despoblamiento”, también sugería “promover ayudas para municipios que no dispongan de suelo industrial” y la creación de líneas específicas de ayuda a personas empadronadas en pueblos con riesgo de despoblamiento “que les permita desarrolla su trabajo mediante el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación”.

Otras medidas de UAGN son el diseño de un “plan de integración y acogida de la población inmigrante en los pueblos” o crear bonificaciones fiscales y de seguridad social a familias con hijos empadronadas en las localidades con mayores problemas de despoblamiento.

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